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Opinión

Nuevo mapa político

Fórmula Legislativa.

A partir de los resultados de cinco diferentes estudios demoscópicos levantados por diferentes casas encuestadoras, y dados a conocer entre el 4 y el 11 de junio, la empresa especializada en elecciones Oráculus, realizó un ejercicio actuarial que coloca a Andrés Manuel López Obrador con una preferencia de 49.5%, en tanto que Ricardo Anaya su más cercano contendiente, lo seguirá de lejos con el 27.8% de intención de voto; y José Antonio Meade les sigue con un 19.4%.

Como ha sido costumbre, en la determinación de los porcentajes de preferencia el ejercicio no incluyó el voto oculto, es decir el de aquellos ciudadanos que al momento de las encuestas no manifiestan su preferencia o simplemente se niegan a contestar, que fluctúan entre el 20% y el 30% del electorado.

Tampoco incluyó a quienes declaran abiertamente que no emitirán sufragio, un elemento que no debe excluirse del análisis, sobre todo en un país como el nuestro en el que el abstencionismo alcanza históricamente más de la tercera parte de los electores inscritos en el padrón.

Para aspirar a la precisión en el resultado de las encuestas, es indispensable que el índice de preferencia de los candidatos se determine después de eliminar tanto a los indecisos como a los abstencionistas declarados, sobre todo cuando esos índices son tan considerablemente altos como se ha dicho, porque si para  una encuesta se utiliza una muestra de dos mil entrevistas, se corre el riesgo  de que más de seiscientas entrevistas no reflejen la realidad e incrementen el rango de error, falseando el resultado.

Pero sea como fuere, los únicos elementos estadísticos de que disponemos para normar nuestro criterio y conducir el análisis son las encuestas publicadas.

Cabe aclarar que Oráculus no realizó una encuesta propia, sino que utilizó los resultados publicados por Berumen y Asociados, Suasor, Consulta Mitovsky, Varela y Asociados y BCG; pero si llegara a tener razón en su pronóstico, en dos semanas estaremos viviendo de nuevo la llamada alternancia.

Quienes ordenaron su propia encuesta a Berumen e Ipso, fueron los empresarios agrupados en la Coparmex, de la mano de la Fundación Este País, en busca de definir la estrategia que utilizarán frente al nuevo gobierno. Un eventual triunfo de Anaya o Meade en nada cambiará el esquema de relación de ese sector con el Poder, pero si como su propio estudio demoscópico profetiza, gana López Obrador, estarán obligados a modificar los términos de su comunicación con el Estado.

Esa encuesta atribuye al tabasqueño el 41.7% de las preferencias, es decir, más de 20 puntos por delante de Ricardo Anaya que se mantiene en el segundo sitio.

Otro dato interesante que se desprende de ese estudio es la suerte que correrán las nueve elecciones de gobernador que habrán de celebrarse en igual número de entidades federativas; en seis de ellas se pronostica el triunfo de los candidatos de Morena, como son Chiapas, Tabasco, Veracruz, Puebla, Morelos y la Ciudad de México; En tanto que se predice que Yucatán será ganada por el PRI, Guanajuato por el PAN y Jalisco por Movimiento Ciudadano, lo que configuraría un nuevo mapa político del País.

En ese mapa, el PAN que ahora ostenta 11 gubernaturas perdería dos importantes bastiones de alta votación, como son Veracruz y Puebla, para quedar solamente con nueve; el PRI, que actualmente encabeza 14 gobiernos estatales, vería perdido Jalisco para ubicarse en 13 gobiernos; y el PRD pasaría de cinco gubernaturas a dos, perdiendo Morelos, Tabasco y la Ciudad de México.

En términos de control territorial por Estados, el PRI sería el que más estados gobierne y se ubicaría solo un 6.5% debajo de su condición actual; el PAN descendería un 22.2%; el PRD perdería un 60%; y el PVEM dejaría la única gubernatura  que actualmente posee.

Por lo que hace a la representación legislativa, de acuerdo con la encuesta empresarial Morena ocuparía el lugar que actualmente ocupa el PRI, pues alcanzaría 191 escaños y un 38.2% de representación; el PAN tendría un ligero crecimiento al ocupar 125 curules y un 25% de la representación; y el PRI sufriría una fuerte caída al alcanzar solo 94 diputaciones por ambos principios, con una representación del 18.8%.

En el Senado Morena ocuparía 60 posiciones y un 46.87% de la representación de la cámara; el PAN alcanzaría 40 senadurías y un 31.25% de representación; y el PRI solo 22 espacios para un 17.18% de representación. Las senadurías restantes se distribuirían entre los partidos minoritarios, entre los que posiblemente figuraría el PRD.       

Esta indagatoria de preferencias patrocinada por los empresarios organizados,  destaca que más del 21% de los entrevistados no revelaron el sentido del sufragio, además de que el Presidente del Consejo de Administración de Berumen y Asociados informó que no lograron realizar entrevistas en el 42% de las viviendas programadas, lo que le llevó a concluir que los indecisos pueden voltear la elección.

Y esa percepción tiene amplios visos de realidad, porque puede haber entre los llamados indecisos un buen número de ciudadanos que no manifiesten su preferencia por considerarlo políticamente incorrecto, como por ejemplo, algunos que a estas alturas se avergüencen de declarar su preferencia por un partido o candidato que ha estado insistentemente señalado como el malo de la película, o que simplemente no quieran declarar su no intención de acudir a la urna.

También influirá necesariamente el trabajo de las estructuras partidistas que, pese a prohibirlo la ley, se encarga en todos los partidos que la tienen, de acercar sus votante a la casilla.

La buena noticia es que de confirmarse estas tendencias el ya próximo domingo primero de julio, el resultado se convertirán en el valladar de intenciones totalitarias, pues el camino hacia un nuevo partido hegemónico estará prácticamente cancelado. La democracia mexicana estaría a buen recaudo.