Icono Sección

Opinión

¿La ignorancia es felicidad?

Foro Joven.

Por años se ha dicho que demasiado conocimiento hace infelices a las personas, tal como el típico científico loco que el mundo del entretenimiento nos plantea.

Se promueve la ignorancia como fuente de bienestar, es decir: entre menos conozco, menos me preocupo, si no lo sé, no existe, si no me entero, no pasó, si lo ignoro, no tengo culpa.

Y hemos caído junto con la ignorancia en una indiferencia extrema, en la que no queremos saber para no tener que involucrarnos y así, no tener que actuar en la resolución de ningún problema, solo sentarnos pasivos y tranquilos, como si el mundo real fuera nuestro televisor.

Por ejemplo: No nos interesa saber las condiciones de maltrato e inmundicia, con que fueron criados los animales que cocinamos para unos buenos tacos, o que tanto contamina cada celular o aparato electrónico que desechamos cuando uno más reciente sale a la venta. 

Si un bosque se quema, qué más da, si fue al otro lado del mundo o si los balazos no fueron sobre mi casa.

Ni siquiera leemos la etiqueta de lo que vamos a consumir, mucho menos analizamos las noticias, ¿Quién va en busca de la verdad estos días?

Cuando tendemos a engañarnos a nosotros mismos y optamos por ser ignorantes voluntariamente.

Y es que no hay nada de malo en ignorar, todos lo hacemos hacia diferentes cosas y resulta ser una ventana hacia un mundo nuevo, lo malo, es saber qué ignoramos y no querer conocer o aprender, es negarnos al saber. Es así que he conocido ancianos de 20 años que ya no quieren seguir estudiando y jóvenes de 60 años que se siguen preparando y no han agotado su sed de conocimiento.

Ignoramos tantas cosas y no me refiero solo a conocimientos de ciencia, sino a la vida misma, el universo y nuestra propia mente humana.

No hemos aprendido nada, si para superarnos y ascender, debemos pasar por encima de otros; si para hacer la paz usamos armas haciendo la guerra; si seguimos con la ley de “Sobrevive el más fuerte”, entonces, no hemos aprendido nada.

Lamentablemente la ignorancia pasa hoy en día como un problema banal e insignificante, ¿Por qué? Porque todos sienten que ya saben lo necesario.

Preferimos no saber para evitar responsabilidades, cuestionamientos y para evitar pensar, nos molesta tener la mente llena de cosas, pero ¿para qué la queremos vacía?

Ese es nuestro problema; perder el tiempo y no saber, no es una molestia alguna para nosotros; mientras que pensar, es algo cansado que buscamos evitar constantemente; queremos lo fácil, lo accesible y lo más rápido. Y ahí vamos entonces, diciendo con la frente bien en alto: “No sé, ni me importa”, asumiendo que una vida en ignorancia es una vida sin complicaciones.

Pero sucede realmente lo contrario, no digo que el conocimiento nos dará absolutamente todas las respuestas y resolverá todos nuestros problemas, pero sí creo que es la ignorancia la que nos mete en tantos conflictos y nos lleva a situaciones complicadas; a vivir sin entender, sin saber lo que realmente pasa, ignorando de lo que la vida trata y haciendo que se pierda el verdadero sentido y esencia de nuestra existencia.

Porque la ignorancia no nos hace felices, nos hace vulnerables, a todos los lobos vestidos de ovejas que buscan aprovecharse hasta del más inocente niño y buen ciudadano, la ignorancia es madre de tantos males, porque lo que se ignora se desprecia, se malgasta.

Ignorar demasiado nos desconecta del mundo real, nos hace indiferentes a todas las desgracias que pasan en el mundo, al maltrato, la explotación, la trata de personas, la contaminación, la discriminación, el asesinato, la violencia… ¿Por qué? Porque un mundo ignorante, siempre está dispuesto a mirar a otro lado.

Y en eso nos hemos convertido, buscando ser más felices y despreocupados. Tan grande es nuestra ignorancia que nadie roba un libro o un periódico, pero sí oro y plata, que comprarán cosas que no necesitamos para demostrar el valor, que por dentro carecemos.

Todos en alguna medida somos ignorantes, pero depende de nosotros hacer que esa medida se reduzca al mínimo; depende de nosotros evitar caer en la pereza mental de la cual nos estamos volviendo presos a voluntad.

Porque lo peor después de todo no es ser ignorantes o tener pocos conocimientos, sino rehusarse a adquirirlos y no hacer uso de ellos.