Icono Sección

Opinión

Mujeres: ni sanas, ni salvas

Foro Joven

Las mujeres vivimos en una lucha constante, rodeadas de riesgos, peligros y amenazas a nuestra integridad, aunque mucho se intente desprestigiar los movimientos feministas, por la forma y el mensaje, nos gusten estos o no, el problema existe y no verlo es ser parte de el.

Hay algo que quiero rescatar de todo esto: cuando las mujeres afirman que no importa cómo estas vestida y dónde andes, tanto hombres como mujeres aun saltan con su opinión, defendiendo a capa y espada que por supuesto importa, que la mujer se tiene que dar a respetar, que el largo de la falda sí importa, que nosotras mismas nos exponemos al acoso cuando salimos a divertirnos de noche, con un vestidito y además ingerimos alcohol.

Si fuera verdad la premisa, de que si cubrimos nuestro cuerpo, evitamos salir solas, irnos de fiesta o andar de noche, estaremos exentas de sufrir una situación de acoso o violencia sexual, créame que ninguna mujer lo haría, porque ninguna mujer desea vivir esto. Como madres se lo tendríamos prohibido a nuestras hijas, habría toque de queda y vestiríamos hasta una túnica siempre, todo con tal de estar sanas y salvas.

Pero esto dista mucho de la realidad, ya que, a diario abusan sexualmente de mujeres que no visten “provocativamente”, abusan de mujeres en sus casas, en sus propias camas, en plena luz de día con personas en la habitación continua.

Abusan sexualmente de las mujeres sin importar que apenas sean unas niñas, que juegan con muñecas, que merecen todo el respeto y protección que como adultos podamos darles. Aquí no hay defensa alguna, salió sobrando la edad, la ropa, el lugar y que no estuviera sola.

El 90 % de las violaciones contra niñas en México suceden en el entorno familiar, al interior de los hogares donde más protegidas deberían estar. El 60 % de los casos el agresor es un familiar o pertenece al círculo cercano a la familia, tíos, abuelos, primos, amigos, vecinos o padres.

México es el primer país del mundo en abuso sexual de menores, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.

Estas no son solo estadísticas, son un cachito de realidad, en la que sin importar en donde vivimos, la edad, la condición socioeconómica, el nivel de educación, como vestimos o como somos; podemos asegurar algo: todas las mujeres coincidimos en que nos sentimos inseguras, porque nuestra realidad es que hemos sido, somos o seremos violentadas en alguna de sus formas. Dentro o fuera de nuestros hogares, no estamos ni sanas ni salvas.

Personalmente, me parece muy injusto que la única garantía de seguridad que tenga, esté en que tan rápido puedo correr cuando alguien me sigue, en mi habilidad para esconderme de quien quiere hacerme daño y en tener que montar un operativo de seguridad propio, como enviar mi ubicación a una amiga o mandar mensajes constantes, porque andar sola me hace presa fácil.

Protegernos es sinónimo de desconfiar de todo y de todos, sí, piensa mal y acertaras. Así que, en la calle, al toparnos un desconocido pensamos lo peor, al estar a solas con un chofer de cualquier transporte imaginamos el posible ataque y la posible defensa, donde estemos, no nos sentimos totalmente seguras y así vivimos.

Para muchos es una exageración y yo también quisiera que lo fuera, pero no es sino la realidad de muchas personas, en su mayoría mujeres que solo desean llegar una vez más a casa.

Así que, si hay un enemigo contra quien luchar para acabar con esta dura realidad, dudo mucho que tenga un género en específico y que sea solo uno, los enemigos de una mujer son: los estereotipos femeninos, los paradigmas y roles de sumisión, el modelo social que nos cosifica, la inseguridad de la que somos blanco fácil y el machismo promovido por ambos géneros.

Los temas que no deberían seguir siendo tabúes, desconocer y no exigir nuestros derechos, es el miedo que nos tiene sometidas desde niñas, pero el principal enemigo es tu indiferencia, tu apatía y tu silencio, que nos acompañan hasta la tumba.

Porque la sociedad se ha acostumbrado a ver y callar, a clavar la vista en el celular, a pasar de largo, ignorar y no actuar, esto es lo más fácil, claro, hasta que te toca y no hay nadie ahí para ayudarte, solo gritos en silencio y una lucha de la que nadie se enteró.

¿En qué nos estamos convirtiendo?

MÁS DE Aracely Ceballos