¿Vale la pena vivir en legalidad?

Puede parecer una pregunta que se respondería sola, desde cualquier punto lógico; cualquiera diría “es lo correcto”, sin embargo, hoy en día no todos tienden a “hacer lo correcto” como una primera opción, en la toma de decisiones.

Un simple ejemplo es querer deshacernos de nuestra basura, y nos sea preferible arrojarla a cualquier lugar, por la ventanilla del carro o en los ríos, antes que caminar hacia el bote de basura más cercano. 

Nos parece mejor pagar una “mordida” que tomar nuestra multa, aunque de verdad haya sido una falta de nuestra parte. 

Se nos hace fácil conducir a exceso de velocidad, tomar el volante, aún cuando llevamos unas copas de más e incluso haciendo uso de nuestro celular, comprar la película pirata, pasarnos el semáforo o ignorar la señal de alto, subir a todo el volumen de la música sin importar el lugar y a quien perturbamos, sólo porque nos sentimos libres de hacer lo que sea, donde sea. 

Son acciones tan cotidianas y normalizadas que no nos damos cuenta, o no queremos ver, la manera en que constantemente le pasamos por encima a las leyes que tanto exigimos que se respeten, violentando los derechos y la seguridad de las personas que nos rodean.

Incluso del otro lado de la balanza actuamos con indiferencia, cuando somos testigos de cómo otros violan la ley y nos quedamos callados, ya que el 93.2% de los delitos que se cometen, no son denunciados (ENVIPE, INEGI 2017).

Y es que nos hace tanta falta una cultura de legalidad, en la que no esperemos a que las autoridades sean las únicas responsables de que la ley se aplique, sino que los ciudadanos sean los principales agentes en la promoción y respeto de la ley y los derechos. 

Y, para lograrlo, la vía principal será la educación e información, ya que, si seguimos desconociendo como hasta ahora, todas las leyes y derechos que han sido aprobados para garantizar nuestra seguridad y desarrollo, seguiremos como hoy, exigiendo poco y respetando nada.

Desde luego que vivir en la legalidad vale la pena y es lo necesario para salir adelante como sociedad y lograr el desarrollo armónico de la misma; dejando de tejer las redes de corrupción, de inculcar a las nuevas generaciones la idea de que “el que no tranza no avanza” y de tomar siempre el camino que nos parece más fácil y cómodo, sin importar las consecuencias que acarrea esto. 

El cambio que queremos ver, ha estado siempre en nuestras manos, aunque nos parezca que nuestro esfuerzo es pequeño en comparación de todo lo que hace falta cambiar, pero es precisamente así, como podemos empezar a generar un cambio y ser ejemplo para el resto de la comunidad.

Porque el desarrollo de una sana sociedad, parte del respeto, la conciencia y la responsabilidad de sus ciudadanos, de tener una cultura de legalidad.  

 Y tú, ¿llevas una vida legal?