Malos hábitos

De eso estamos llenos, como jóvenes hacemos tantas cosas que no ayudan en absolutamente nada y lo peor es que nos engañamos creyendo que sí.

Para empezar, puedo mencionar que dedicamos gran parte de nuestro tiempo a cosas que no lo valen y quitándole ese tiempo a las cosas que son verdaderamente importantes, como nuestros familiares, aprendizaje y superación.

Así que estamos viviendo a medias, consumiendo y haciendo todo tipo de cosas que dañan nuestro cuerpo por dentro y por fuera; cada vez que consumimos alcohol en exceso, drogas y tabaco, aunque sea sólo por jugar o por probar, cada vez que corremos riesgos innecesarios que sólo ponen en riesgo nuestra vida, alterando nuestros sentidos y nuestra propia esencia.

Dormimos de día y queremos vivir de noche, perdiéndonos de cosas tan maravillosas, la noche no es mala, pero no la pasamos viendo las estrellas ni la luna, mucho menos disfrutando del silencio que se presta para una buena reflexión.

Pasamos la noche viendo series, películas, chateando, o en alguna fiesta mal sana ¿y qué hacemos de nuestro día?... en lugar de producir nos quedamos hasta tarde en nuestras camas.

Amamos la música ¿pero a qué extremo? estar conectados todo el día de un dispositivo, cerrando nuestros oídos y evitando escuchar otras cosas que también son música, logrando así estar aislados de la vida.

Sumemos a esto, todas las relaciones tóxicas que se están teniendo hoy en día… Estar con la persona que no quieres, fingir que hay amor donde no lo hay, atar tu relación y tu felicidad a una persona que no lo valora y que sólo busca su bienestar.

Y finalmente, nuestro peor hábito, dejar que nuestro celular nos consuma. Gran parte de nuestro tiempo estamos dependiendo cada vez más de un teléfono, de una aplicación, de unas cuantas pulgadas y megapíxeles, donde hasta el almacenamiento interno nos sirve de limitante.  No debería ser así

Estamos siempre atrás de una pantalla, tanto que se nos ha olvidado interactuar verdaderamente con las personas que estamos.

Dejamos de lado a nuestra familia y cuando llegamos a cruzar palabras, es solamente para causar problemas, para discutir y alejarse. Tenemos a los amigos a un lado y aún sigue ganando la pantalla que tenemos en frente.

Porque nuestra mente sólo piensa en obtener un poco de placer, un poco de atención y un poco de falso amor, cuando ni siquiera sentimos amor propio, no queremos ser nosotros quienes den esa atención y todo lo que hacemos lleva tras de ello un interés muy vano.

Vivimos una vida muy triste, que nos va condenando cada vez más a altos índices de depresión, ansiedad y frustración a tan corta edad.

Pero vamos, somos jóvenes, con una vida por delante. Y sí, todos vamos a morir en algún punto, a todos nos queda poco tiempo de vida, no hace falta tener un fuerte problema de salud, para darnos cuenta.

Y por eso hay que disfrutar, vivir de verdad, interactuar con las personas y dejar que nos conozcan, no sólo estar detrás de estas tristes pantallas, perdiendo la comunicación y aún peor el sentido de nuestras vidas.

Se trata de que hagas algo de esta vida que tienes por delante, de que produzcas, de que seas alguien y sirvas para algo, por más crudo que suene.

Y claro, todos servimos y tenemos una misión en este mundo, almacenamos un don o habilidad muy pelicular que le da sentido a nuestra vida, hace falta que dejemos de estar tan distraídos, para que podamos darnos cuenta.  

No dejes de lado, lo que verdaderamente importa, cambia los malos hábitos para mantener a flote tu amor propio y el interés de crecer como persona, lucha por tus sueños y no por tener un poco de diversión a ratos, la vida se disfruta más cuando hacemos lo que nos apasiona al lado de las personas que amamos.

Porque la vida se disfruta viviendo de verdad y no de pantalla.