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Opinión

Coronavirus: Meteorito económico

Perspectiva.

“Es una recesión cuando tu vecino pierde su trabajo, Es una depresión cuando tú pierdes el tuyo”

Harry S. Truman – 1958 

Desde el 28 de febrero, cuando la autoridad sanitaria federal anunció el primer caso, el Coronavirus mantiene acaparada la atención de los mexicanos, que en su mayoría no hemos reparado en aspectos como la drástica caída del precio del petróleo, que  inició una semana antes de la crisis de salud, el 21 de febrero; ni en la acelerada   reducción del valor del peso frente al dólar; o el intento de madruguete legislativo para establecer que la reelección de diputados y senadores se realice sin que éstos deban separarse del ejercicio de sus cargos, lo que implica que tampoco dejarán de percibir sus cuantiosas percepciones.

Es hasta cierto punto comprensible que una ciudadanía despolitizada y por lo tanto inconsciente de su realidad social, atienda prioritariamente el tema que nos mantiene a todos en permanente estado de alerta, ocupados en asumir las medidas sanitarias recomendadas internacionalmente para evitar una catástrofe humanitaria, como la que ya vivieron o están viviendo países como China, Italia, Irán o los Estados Unidos, sin advertir que esa misma crisis puede generar un enorme cráter en la ya de por sí alicaída economía nacional.

Lo que no es aceptable desde ningún punto de vista es que el gobierno se tome tan a la ligera las señales externas e internas que apuntan hacia una recesión, sin tomar las medidas necesarias para atenuar el impacto ya inevitable.

Para el presupuesto federal de este año, el precio del barril de petróleo se estimó  en 49 dólares y se mantuvo en ese nivel hasta el 21 de febrero, al perder sus primeros 68 centavos para ubicarse en 48.47 dólares por barril, con lo que entró en un tobogán generado por los desacuerdos en la OPEP para reducir la producción mundial.

A esto se sumó la crisis internacional de salud por la pandemia de Covid-19 que llevó el precio de la mezcla mexicana a los 14.51 dólares que se cotizó el 19 de este mes, el más bajo en los últimos 21 años.

En el paquete económico para 2020 se previó exportar 1 millón 134 mil barriles diarios, que representaban la aspiración de un ingreso diario a Pemex por 55 millones 566 mil dólares, es decir 20 mil 281 millones 590 mil dólares en el año, cantidad que con los precios actuales estará muy lejos de alcanzarse.

Como es sabido, el gobierno mexicano obtiene año con año un seguro de coberturas petroleras que puede permitirle resarcir el eventual daño presupuestal;  el año pasado este seguro costó 23 mil 489 millones de pesos que con la cotización de enero de 2020 representó 1 millón 263 mil dólares, lo que debería mantenernos tranquilos si solo fuera ese el factor de inestabilidad económica; el problema es que según lo informado por la Secretaría de Hacienda, esa cifra fue tomada del Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios (FEIP), del cual ya se habían utilizado 48 mil 500 mdp para compensar la caída de ingresos de 2019, y ni una ni otra partida podrá ser devuelta para la reconstitución del Fondo, porque los ingresos de 2020 han sido y necesariamente serán menores que el año pasado, en tanto que los egresos serán considerablemente mayores como consecuencia de la crisis de salud.

En lo que toca a la moneda nacional el panorama tampoco es halagüeño, pues entre el 27 de febrero que se cotizaba en $19.37 pesos por 1 dólar, y el 22 de marzo que alcanzó los $24.42 pesos por dólar, ha perdido más del 24.4%, una cuarta parte de su valor.

La depreciación del peso tiene como primer efecto el encarecimiento de todos los productos que adquirimos en el extranjero y que se cotizan en dólares, lo que puede tener un impacto sensible en los niveles de inflación real que se reflejará en nuestros bolsillos, porque nuestro ingreso difícilmente crecerá en la misma proporción. El otro efecto puede ser la postergación de la entrada en vigor del nuevo tratado económico de América del norte, el T-MEC, ya mencionada en distintos foros de Canadá y los Estados Unidos, sin descartar las presiones para una nueva modificación que elimine beneficios para México.

El aislamiento social para evitar la propagación del Covid-19, que prácticamente ya inició por iniciativa ciudadana ante la pasividad gubernamental, producirá también efectos económicos adversos e inevitables, mucho más allá del incremento del gasto público no programado que tampoco se ha visto.

El paro tendrá en el sector privado una afectación que deberá ser compensada, al menos parcialmente, por el Estado, porque las empresas de todo tamaño tendrán que continuar con el pago de salarios y sin contar con ingresos durante todo el tiempo que dure la inactividad.

De no establecerse una política de apoyos desde el gobierno, miles de empresas sobre todo medianas, pequeñas y micro enfrentarán el fantasma de la quiebra, y con ello vendrá el desempleo y el deterioro aún más profundo de la seguridad pública ya de por sí alarmantemente menguada.

Pero el principal problema son los millones de compatriotas que viven de la economía informal, cuyos mini capitales pueden ser prontamente consumidos tornando inviable la sobrevivencia de sus pequeños negocios. Y no se diga los sin empleo, pues ni siquiera los programas sociales que existen serán suficientes.

Desafortunadamente el entorno económico internacional tampoco será favorable, pues solo por mencionar un indicador que representa la situación de la economía norteamericana de la que dependemos, el Dow Jones, perdió poco más de la tercera parte de su valor en el último mes, al caer su máximo histórico alcanzado el 13 de febrero de 29 mil 568 puntos a 19 mil 174 puntos el 20 de marzo. 

El panorama es catastrófico, como si miles de meteoritos impactaran el planeta produciendo innumerables cráteres, y ello exige un gobierno serio y proactivo.

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