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Xoloitzcuintles, el legado de Dolores Olmedo a México

Notimex
24/06/17

Xoloitzcuintles, el legado de Dolores Olmedo a México

Ciudad de México.- A la coleccionista Dolores Olmedo le encantaban los animales, pues se sabe que en la exhacienda La Noria, al sur de la Ciudad de México, tenía pavos reales, patos, gansos, varias razas de perros e incluso venados.

Pero de Nahual, su primer perro xoloitzcuintle, tuvo siempre una buena compañía durante sus traslados en carro, el tiempo en la oficina y la estancia en la recámara de su casa.

Lola Olmedo sabia la importancia que este perro tuvo para los pueblos prehispánicos y, por eso, en su casa de Xochimilco se dedicó a cuidar y preservar la raza, considerada la más pura en México.

Los pasillos y jardines del Museo Dolores Olmedo, una inmueble que data de finales del Siglo XVI y que lo adquirió en 1962 para después restaurarlo y hacerlo su hogar, han sido testigos de varias generaciones de cachorros.

Josefina García, directora de Colecciones y Servicios Culturales del Museo Dolores Olmedo, contó a Notimex que Nahual fue un regaló de Diego Rivera y llegó a la familia Philips Olmedo entre 1954 y 1956.

Señaló que el muralista mexicano era un gran apasionado de las culturas mesoamericanas y, como parte de su vasta colección, tenía varios ejemplares de esos perros prehispánicos.

Se dice que los Itzcuintli tuvieron un papel protagónico para Rivera y Frida Kahlo, pues son muy vistos en su iconografía e incluso los dos se retrataron con varios de estos canes.

Una de las fotografías más sobresalientes fue la de Lola Álvarez Bravo. En 1994 captó a la pintora mientras reflejaba su rostro frente a un espejo y, junto a ella, dos pequeños y vigorosos xoloitzcuintles.

Los registros históricos señalan que el perro, al igual que el hombre, llegó al continente americano por el estrecho de Bering y recorrió desde el norte hacia América Central, apuntó García.

Cuando llegó al centro de México, al parecer hace dos mil años, el xolo sufrió una mutación genética que lo condujo a carecer de pelo, puntualizó la directora, al señalar que también son únicos porque pierden los dientes a temprana edad y, por ello, andan con la lengua de fuera.

Explicó que su nombre está compuesto por dos palabras náhuatl: “Xólotl” que hace referencia al Dios del mismo nombre e “Itzcuintli” que significa perro o paje, lo que significa el perro o el servidor del Dios Xólotl.

De vuelta a casa

Hasta hace algunos 15 años todavía era considerada una especie en riesgo de extinción, pero la situación ha cambiado porque hay personas que tienen programas de reproducción, sin incluir la sangre de otras razas, comentó.

Refirió que en el Museo Dolores Olmedo han optado por tener hasta 15 ejemplares, pues son parte de la historia del reciento, de Doña Lola y a los visitantes les gusta observarlos, sobre todo a extranjeros.

Hoy en día son 11 ejemplares que corren, juegan y se pelean entre los jardines y muros, que detrás de ellos albergan la colección más grande de obras de Diego y Frida.

Nahual, Xoco y Citlalli son los perros más pequeños, al tener poco más de dos años, y los más grande tienen entre 10 y 12 años. Todos suelen pasar ratos junto a una estatua de un xoloitzcuintle que fue colocada en homenaje a ellos.

"Son perros tranquilos, alegres y amigables; a veces hay riñas entre ellos porque son muy celosos de su amo”, platicó José Daniel Domínguez Quiroz, quien los cuida desde hace dos años.

El señor de 50 años expuso que desde pequeño le gustaba cuidar a estos a animales y a los 17 años migró a Virginia, en Estados Unidos, donde obtuvo mayor experiencia con ello porque hizo lo mismo con otras razas y durante 20 años.

Domínguez Quiroz indicó que los xolos de Xochimilco requieren de cuidados especiales en su piel. “Cada día se les protege con cremas humectantes y bloqueadores, además les damos croquetas con vitaminas y, para quienes no tienen dientes, se las humedezco un poco”.

Josefina García acentuó que si bien se ayudado a la preservación de la especia, el recinto no pretende ser un centro de reproducción porque “es difícil mantenerlos en todos los sentidos”, y acotó que se trabaja en conjunto con la Asociación Canófila Mexicana para apoyarse y tener capacitación en el cuidado de los perros.

Dolores y Diego.

En 1928, Diego Rivera conoció a Dolores Olmedo en la Secretaría de Educación Pública (SEP). “Ella era muy jovencita (20 años de edad) y acompañaba a su madre a realizar un trámite escolar”, apuntó.

Los tres coincidieron en el elevador, pero Diego miraba de manera persistente a ambas y después decidió abordarlas, platicar y, en ese momento, le pidió a la profesora María Patiño que permitiera a su hija posar para él.

Así Lola acudió a su estudio para modelar. “Ella contaba, quizá de una manera picará, que su mamá nunca supo que posó desnuda para Diego Rivera”, narró García.

De los 26 o 27 dibujos al desnudo de Olmedo, el pintor mexicano le obsequió uno y una litografía que forma todavía parte de la colección del Museo Dolores Olmedo. De esta manera comenzó su amistad.



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