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Pedro Infante, 100 años del hombre que nunca olvidó sus orígenes

Recuerdan la sencillez que caracterizaba al ídolo de México cuando regresaba a Guamúchil.

Ernesto Torres
20/11/17

Pedro Infante, 100 años del hombre que nunca olvidó sus orígenes

Guamúchil, Sin.- Todas las personas que llegan a Guamúchil, invariablemente lo asocian con el celebre personaje de Pedro Infante, recuerdan al ídolo de multitudes, no tanto como el artista y actor, sino por la forma en la que él se adaptó a la vida local, durante los años que ahí vivió, igual como si ahí hubiera nacido.

Pedro Infante nació el 18 de noviembre de 1917 en el puerto de Mazatlán, pero se apropió de Guamúchil, como la ciudad que lo miró crecer y a donde siempre regresaba, hasta su muerte, el 15 de abril de 1957, cuando fue víctima de un accidente de avión a su 39 años.

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“Para nosotros Pedro Infante significa quien nos dio identidad, la mayoría de las gentes cuando salimos de Guamúchil, inmediatamente decimos de dónde somos y dicen...ha la tierra de Pedro Infante, y eso nos llena de mucho orgullo, de mucha alegría”, comentó el historiador José Antonio Valenzuela.

El gran ídolo mexicano Pedro Infante Cruz, cumplió 100 años; en su legado dejó 351 canciones grabadas en distintos géneros y con más de 25 millones de discos vendidos. Participó en 61 películas, todas al igual que las letras, grandes éxitos del cine de oro mexicano entre ellas "Los Tres García", "Nosotros los pobres", "Pepe el Toro", "Tizóc".

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Es recordado sobre todo, por su carisma y su sencillez, dice don José Antonio Valenzuela Meza, Director del Museo dedicado a Pedro Infante en Guamúchil, sobre el único mexicano a la fecha, que se ha hecho merecedor de un Oso de Oro en el Festival de Cine de Berlín.

El también historiador y quien ha seguido de cerca lo que fue la vida del ídolo, narra que Pedro fue carpintero antes que cantante y actor, y que le bastaron 39 años de vida para convertirse en leyenda, por lo que ahora es considerado en la historia como el único que ha logrado reunir el mayor número de facetas en distintas épocas.

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“Nosotros lo recordamos como algo grande que ha trascendido, y a partir de los 60 años de que ya no está, pues no ha salido otro Pedro Infante, con ese carisma, con esa simpatía, con esa humildad, con esa sencillez, como lo tuvo Pedro Infante, él nunca perdió el piso, él nunca tuvo ni envidias ni mucho menos para ningún compañero, fue muy querido por ellos y muy sano, deportista, por eso es algo único”, resaltó.

Desde temprano mostró vocación por la música, se inició en la Orquesta Ibarra y Orquesta García, él sabía tocar la guitarra, el piano, el violín y la batería, también sabía dirigir una orquesta y ser maestro de ceremonias, además de ser un gran cantante, con un número considerable de maestros, entre ellos su señor padre, don Delfino Infante, describió el encargado del museo recién creado en Guamúchil.

Un museo dedicado a su paso por Sinaloa, desde sus primeros años en Mazatlán, Guasave, Guamúchil, Culiacán y El Rosario, hasta que se va a la Ciudad de México, donde saltaría a la fama a la edad de 21 años.

“Tocaba cuatro instrumentos, que era el violín, la guitarra, el piano y la batería, y lo hacía magníficamente, nadie se iba imaginar que en Mazatlán, un 18 de noviembre de 1917, naciera el mayor ídolo artistas de México”, reveló.

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Pobladores lo recuerdan como un hombre que tuvo y conservó hasta su muerte, dotes y cualidades  personales hasta ahora difíciles de igualar.

Fue agradecido, generoso, y de condiciones de alta nobleza, hacia familiares, amigos o simples conocidos, pues la fama y la fortuna nunca llegaron a crearle pose o el mínimo tinte de sofistificación; fueron precisamente esas condiciones las que le crearon popularidad entre todo el público de habla hispana.

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En noviembre de 1944, Pedro Infante, regresó a Guamúchil, en medio de una gira artística; sin embargo su humildad y sencillez, no le permitieron quedarse en el hotel Sub-Pacífico, el más elegante y caro de ese entonces, al terminar su presentación en el Cine Royal, decidió quedarse en casa de sus amigos los Bustillos, donde aprendió carpintería y con quienes creció y se formó como un hombre con altos valores humanos.

"Cuando él viene ya en su gira artística y se presentaba en un lugar que se llamaba Cine Royal, y al terminar su presentación decide mejor quedarse a dormir con la familia Bustillos, donde él aprendió la carpintería, quiso recordar la época de niño y de joven aquí en Guamúchil. Pidió que le tendieran un catre, un rústico catre ahí en el patio y ahí estuvieron charlando, hasta altas horas de la madrugada”, recordó.

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En Guamúchil y Culiácan aprendió a cantar, pero en otras partes de México aprendió a actuar, afinar su melodiosa voz, a tocar mejor el violín, a realizar acrobacias con motocicletas, charrería y pilotear aviones, todo por sus deseos de progreso y superación, quizá fuera del alcalce de muchos pero Pedro lo logró, por su estudio y trabajo incansable.

Lo recuerdan como buen amigo, leal y muy humano, caracterizado por su sencillez y buen trato, por eso autoridades municipales de Salvaror Alvarado, lo han nombrado, hijo predilecto de Guamúchil.

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“Deja ese legado de sencillez, de humildad, y lo seguimos recordando a través de sus películas, de sus entrevistas, de tantas cosas que nos deja Pedro Infante”.

Cabe mencionar que en México, hay 5 museos dedicados a Pedro Infante al ídolo de México, dos de ellos en Mazatlán y el recién inaugurado en Guamúchil, Sinaloa, donde se albergan artículos que le pertenecieron y otros que fueron usados por él, como una mesa donde fabricaba muebles en al carpintería de los Bustillos, antes de irse a la ciudad de México .

Hoy por hoy, Pedro Infante seguirá siendo un ídolo por muchos años, el más querido y admirado, asegura don José Antonio Valenzuela Meza, comunicador, investigador y director del Museo de Guamúchil, quien ha estudiado de cerca lo que las películas y las letras de las canciones del ídolo de multitudes, del hombre que fue enamorado y talentoso de la época del cine de oro.

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