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Opinión

Urgen acuerdos entre los gobernadores y el Presidente

Luces y Sombras.

Por el bien del país, la y los gobernadores de las entidades federativas del país deben llegar a acuerdos civilizados con el nuevo Presidente de la República para evitar que la sinrazón y las confrontaciones estériles afecten la marcha del progreso y dañen la armonía social, política y económica.

Es preocupante que un presidente que triunfó con el 53% de los votos y que asume el poder con una impresionante aceptación popular de aproximadamente un 70%, se encuentre en medio de un ambiente de cuestionamientos y de rechazos que generan zozobra e intranquilidad.

No hay humo sin fuego y por algo surgen las cosas; luego, entonces, ha de haber razones y motivos, por excesos, para la acción anunciada por el Presidente de crear Coordinaciones estatales que  lleven a cabo la ejecución de los proyectos federales, pero también hay razones y motivos para la reacción de muchos gobernadores, por temores.

Los pronunciamientos hechos del conocimiento público por los  gobernantes que fueron abanderados por el PAN y por el MC son coincidentes con lo que piensa la mayoría, si no es que todos; en especial en lo relativo a la seguridad y al pretendido poder que se le quiere otorgar a los llamados superdelegados que con antelación definió Andrés Manuel López Obrador y que, en mi opinión, por el exceso de facultades operativas que concentrarán y del poder económico y político  que tendrán, por los recursos financieros que manejarían, se correrá el riesgo de transgredir la soberanía de los Estados por parte del gobierno federal que sería representado por los superdelegados. 

Además, esos servidores públicos podrían tener un preocupante  apetito de poder, como para pretender convertirse en gobernadores federales “de facto” y, por supuesto que, afectarán el poder y el desempeño de los gobernadores “de jure”, que fueron electos democráticamente. 

Las lunas de miel duran poco tiempo, bien sea las de los recién casados, y ni se diga las figuradas en las metáforas de la vida y la política. 

Durante el mes de julio próximo pasado la sociedad mexicana observó una grata suerte de luna de miel, entre el triunfador de la contienda electoral y los distintos factores de poder. 

Durante el mes de julio los dirigentes empresariales estuvieron felices con el trato recibido y con los diálogos sostenidos con el futuro Presidente de la República, y lo mismo expresaban los gobernadores de los estados.

Pero en agosto, septiembre, octubre y noviembre las cosas fueron cambiando, lamentablemente, para mal; y la armonía, la felicidad y la luna de miel se fueron acabando, por culpa de declaraciones, determinaciones, anuncios y decisiones que no fueron del agrado de los factores reales de poder económico, y de la opinión pública; y así se fue enrareciendo el ambiente en el panorama nacional. 

Era de esperarse que muchos gobernadores, empresarios, financieros e intelectuales, tarde o temprano,  manifestarían su desacuerdo o su inconformidad en relación con varias medidas  anunciadas por los integrantes de lo que será el próximo gobierno federal que encabeza; a partir de hoy, el licenciado Andrés Manuel López Obrador, a quien le deseamos el mayor de los éxitos por el bien de México; pero a quien le pedimos que escuche las opiniones diversas, coincidan o no con la manera de pensar de él y de sus más influyentes colaboradores. 

Aunque las mayorías manden debe escucharse a las minorías. Cuando el PRI era partido político hegemónico y mayoritario, la voz de los más lúcidos exponentes de las minorías de izquierda y de derecha eran escuchadas y atendidas, porque enriquecían el debate de las ideas, y contribuían a mejorar las iniciativas y las decisiones, en beneficio del país. 

Morena, sus aliados y AMLO deberían recoger aquellas experiencias, para construir un gobierno mayoritario pero sustentado en consensos, de armonía y de concordia, para un desarrollo integral más parejo. 

Ante la falta de contrapesos en las Cámaras del H. Congreso de la Unión, los gobernadores que fueron abanderados por los partidos opositores a Morena y sus aliados, bien podrían integrar un bloque o frente civilizado para lograr el equilibrio que el país requiere.

Todos saldríamos ganando. Gracias.