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Opinión

Un Mal Día

Pensándolo bien.

María Hoyos, filóloga y profesora española nos pregunta: ¿Has tenido un mal día? 

Un mal día lo tiene cualquiera, sí, pero también puede modificar por completo la semana, porque afecta directamente nuestro estado de ánimo, lo que a su vez repercute en nuestra manera de relacionarnos con nuestra familia y amigos.

Existen numerosos condicionantes de un mal día. Desde un café derramado en la camisa o la blusa que te acabas de poner, hasta una discusión temprana con tu pareja, un accidente de tránsito, un comentario desafortunado… Todos estos factores, si se suman, afectan directamente a nuestra calma y, en función de nuestros niveles naturales de estrés, nos harán explotar en algún momento.

¿Cómo solucionarlo? Identifica los condicionantes, los detalles que, en suma, hacen de nuestro día un “mal día”. Cuando consideramos que tenemos un mal día, lo hacemos basándonos en hechos o circunstancias sobre los que ponemos nuestra atención, sobredimensionándolas en importancia; sin embargo, no constituyen más que eso, detalles. En el momento en el que entendemos que los eventos que debemos considerar importantes son otros, empezaremos a restarle importancia a los infortunios.

Preocúpate de lo importante, hay hechos y circunstancias que merecen toda nuestra atención, e incluso que lleguemos a preocuparnos. Sin embargo, hay muchos otros que no la merecen y que, por nuestra fijación en ellos, terminan arruinándonos el día y provocando un desequilibrio emocional.

(Hasta aquí María Hoyos).

Comentario de JPR:

Para una María Hoyos que no es psicóloga, sino filóloga, este escrito me parece práctico y de buena lectura.

Su lógica es directa y útil, no se anda con rodeos intelectuales o históricos sobre el comportamiento humano cotidiano y resuelve, al final, el dilema entre un día normal y un mal día con una recomendación contundente: “Preocúpate de lo importante” porque, así como hay veces que algunas circunstancias lo merecen, hay otras que no merecen tal preocupación y nos arruinan el día, pudiendo incluso provocarnos un desequilibrio emocional.

Rápido y claro.

La filología se dedica a estudiar el sentido de lo escrito en las lenguas antiguas y modernas. Tal vez la psicología podría aprender más de la mente humana estudiando lo que el ser humano produce en su escritura.

Piénsele bien y seguiremos platicando.

jperezrobles@gmail.com

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