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Opinión

Sensacionalismo extranjero

Tercer Ojo

¿Cuál es el México que conocemos y cuál es el que estamos dando a conocer? Una cosa es que nuestro país padezca de altos índices de inseguridad y otra muy distinta es que lo representemos hacia el exterior como si fuese lo único que aquí sucede.

La realidad aumentada no debería tener cabida en los medios de comunicación, pues parte de su responsabilidad social es informarla tal y como es, no con matices ni con adornos para convertirla falsamente en un suceso atractivo para su audiencia.

Así lo dijo Henry Wickham desde 1938 en su libro The Press, al asegurar que la prensa debe dar a conocer noticias de interés social con un alto sentido de valor, responsabilidad y honorabilidad; siendo la información la clave para la libertad democrática y de expresión.

En días pasados, tuve la oportunidad de asistir como orador a una conferencia internacional en Austria, en donde presenté parte de los resultados de mi investigación sobre los mecanismos de control de la prensa en México durante el antiguo régimen político, ante profesores investigadores provenientes de diversos países tales como India, Indonesia, Bulgaria, Hungría, Sudáfrica, entre otros.

Las reacciones sobre mi disertación fueron diversas, aunque la mayoría de ellas enfocadas a dudas y preguntas sobre el narcotráfico y la inseguridad que se vive en nuestro país, sobre todo para los periodistas que a menudo son asesinados -si, los extranjeros saben más de esto que nuestra nueva comisionada federal de los Derechos Humanos, por cierto- como método de censura.

El que los extranjeros tengan la idea de que México es inseguro no es novedad, porque de hecho lo es. Por muchos años, el país ha figurado en las listas de países de “primer mundo” como un destino no apto para visitar o vacacionar, sí hay robos y también muertos.

Pero hablar sobre el periodismo y su relación con el gobierno mexicano parece haber sido más un acto de valentía humana que un logro académico, para los colegas que disertaron propuestas a problemas sociales de mayor ligereza, por decirlo de alguna manera.

Al culminar, la asistente ejecutiva del evento, originaria de Lituania, comentó su constante interés por visitar México no solo en lo que respecta a la zona de Cancún, sino el poder recorrer otros rincones que, a su parecer, le resulta imposible debido a la inseguridad y a la cacería de turistas que a menudo matan.

Stella, una chica nacida en Mozambique y con residencia en Corea del Sur, me dijo alarmada que lo único en lo que ella puede pensar ahora sobre mi país es en Ovidio, el hijo de El Chapo y en todas las muertes que este causó con su detención.

Tal parece que la percepción de México se ve desvirtuada por sus representaciones mediáticas hacia el extranjero. ¿Quién controla lo que se dice de nuestro país? ¿Quién revisa si se informa la verdad o solo una parte muy selectiva de lo que realmente sucede? Los encuadres parecen estar teniendo problemas.

Porque lo cierto es que no matan a todos los turistas, no hubo muertos en Culiacán como se piensa y no todos nos dedicamos al narcotráfico como los foráneos suelen pensar. ¿Quién es el encargado de encuadrar la realidad?

Les cuento. A la chica de Lituania, la alertaron la prensa y los noticieros de televisión. En tanto que a la mozambiqueña la alertó la red social de Whatsapp con diversos videos que, aunque la mayoría eran sobre las represiones en Chile, por el idioma la hicieron creer que se trataba de la detención del capo, siendo así víctima de la fake news.

Así, se puede dar cuenta de que la desinformación a través de las redes sociales está a la orden del día y, peor aún, genera percepciones muy sólidas aunque erróneas entre la opinión pública extranjera incluso a partir de un simple meme. ¿Por qué será que solo el narco acapara los titulares de la prensa al exterior del país?

Para entender, Adolfo Carratalá define al sensacionalismo como esa parte discursiva del periodismo que se centra en generar sensaciones y emociones más que raciocinios, en tanto que Hernández Campos asegura que su principal objetivo es simplifica y reducir el acontecimiento al coloquialismo para hacer aparentemente accesibles los temas complejos, aunque solo consigue generar un empobrecimiento en la percepción por parte del lector.

En efecto, se ha representado una imagen muy empobrecida de México. Porque aclaro, no es que minimice la inseguridad que se vive en el país, pero me parece que la idea que se informa sobre ello al exterior es un tanto sensacionalista y hasta cierto punto amarillista en ese sentido.

¿En qué México vivimos y de qué México hablan los medios en el extranjero? Si considera que no es exagerado el terror que se siente afuera con solo escuchar el nombre de México, entonces que me perdone la prensa extranjera. Yo solo pienso que hay otras formas de encuadrar la realidad, de mayor peso social y no solo en la búsqueda de likes.

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