¿Qué nos hace diferente de los demás?

Sin duda alguna, existe una larga lista de cosas que nos hacen diferentes de todos. No existe nadie igual a otro, no tenemos ni la misma apariencia, ni el mismo gusto y menos el mismo pensamiento. Pero aún así, solemos señalar esas diferencias y las clasificamos como algo malo o que hace inferiores a los demás, como el color de piel, la lengua que hablamos, pertenecer a una etnia, el nivel socioeconómico, la ropa que vestimos y ni se diga si padecemos alguna discapacidad visual, auditiva, motriz o lingüística.

Al hacer esto estamos discriminando y mostrando sentimientos negativos hacia los demás, pues la discriminación es una manera de ordenar o clasificar, dando trato de inferioridad a una persona o comunidad por motivos raciales, políticos, religiosos o económicos.

Es uno de los grandes problemas a los que se está enfrentando la humanidad desde hace un largo tiempo, donde México no es la excepción.

Porque en este país, si eres mujer, niño, adulto mayor, una persona de distintas preferencias sexuales, si formas parte de las minorías étnicas y religiosas, si padeces alguna discapacidad, eres migrante o trabajadora del hogar, estás en el sector de los más vulnerables a ser discriminados por la misma sociedad mexicana.

Es claro que de la discriminación no obtenemos nada bueno, ya que, nos separamos en grupos y marginamos comunidades enteras y no sólo eso, también hacemos que en algunos casos las personas que están o fueron discriminadas, discriminen a otras, formando así, una cadena interminable.

Ese rechazo o falta de tolerancia que tenemos hacia la forma de ser, de vestir y de vivir que tienen los demás genera violencia. Desde bullying, apodos o “juegos de niños” como suelen llamarles, hasta la división de naciones y la guerra. Y sólo porque el de enfrente no piensa ni actúa igual a mí.

Odiamos las diferencias y aún así, buscamos nuestra propia identidad, ser únicos y auténticos. ¿Cuántos no hemos padecido de un apodo descalificativo por la manera en que hablamos, somos o nos comportamos?

¿Por qué sabemos diferenciar fácilmente lo que pensamos que no es como nosotros y no lo que está bien de lo que está mal?

Debemos hacer de este un mundo en el que las personas sean valoradas por quienes son y no por su apariencia, creencias e ideales.

Todos somos diferentes, pero eso no lleva implícito el hecho de valer unos menos que otros. Ni una mujer es menos que un hombre, ni los adultos mayores son menos útiles que el resto, ni quienes pertenecen a una etnia saben menos que los que se dicen civilizados y mucho menos el dinero y bienes que alguien tenga determinará su valor como superior o inferior a los otros.

Esto debe ser una línea horizontal, donde avancemos a la par y en paz, no odiando las diferencias del otro.

Quiero un mundo en el que aceptemos las diferencias como la oportunidad que cada uno tiene de ser único y auténtico, ser diferentes es mejor que ser iguales, pues nos da la oportunidad de compartir cosas distintas, crear momentos únicos y aprender los unos de los otros.

Echemos un vistazo a nuestro interior quizás es momento de analizar, reflexionar  y acercarnos a aquellos de los que alguna vez nos hemos alejado por las marcadas diferencias.

Ha llegado el momento de unirnos de quienes nos hemos separado, recuerda que en un rompecabezas no todas las piezas son iguales, pero cuando se ensamblan crean algo hermoso, que provoca gran alegría y satisfacción al lograrlo.

Aún me pregunto si lograremos unir este rompecabezas que forma el mundo… ¿Será posible?