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Opinión

Prudencia

Pensándolo bien.

Alicia Escaño Hidalgo, psicóloga española, nos dice:

La prudencia es un valor que muchas veces despreciamos o ignoramos porque pensamos que es el más aburrido. Así, el chisme tiene la función de socializar con otras personas e incluso de divertirnos cuando no tenemos temas más interesantes para conversar, pero no es lo más correcto. 

A menudo confundimos la valentía con la temeridad ignorando que la línea de prudencia que los separa es muy importante.

El valiente considera sus miedos, el temerario los desprecia y no los calcula. Por eso el valiente rara vez pierde, por eso el temerario suele terminar siendo víctima de su escasa percepción de riesgo.

A todo el mundo, en algún grado, nos gusta hablar sobre nosotros mismos o sobre otras personas, pero en ocasiones no medimos bien y acabamos pasándonos de la raya. Por ello, lejos de mejorar nuestra capacidad para socializar, las personas terminan por alejarse.

Cuando una persona es imprudente, los demás dejan de confiar en ella ya que si no es respetuosa con quien está criticando delante de nosotros, tampoco lo será con nosotros cuando esté con otras personas.

El imprudente muchas veces acapara al grupo debido a un gran afán de protagonismo. Detrás de esto, se encuentra una poderosa necesidad de aprobación, la cual intenta satisfacer mediante comentarios fuera de lugar. Aquel imprudente que quiere ganarse a los demás despreciando los efectos secundarios de sus propias formas, al final acaba perdiéndolos.

En contraste, las personas prudentes se muestran respetuosas con los demás; no cuentan secretos, no critican ni provocan que los demás se sientan incómodos. Al contrario, las personas prudentes suelen tener lazos de amistad muy estrechos, porque se puede confiar plenamente en ellos y esa es precisamente la sensación que proyectan.

Las personas que practican la prudencia no le temen a los silencios; no necesitan rellenar la conversación con un monólogo superfluo para que los demás estén pendientes de ellas. Son personas que saben escuchar y respetan los turnos de palabra, algo que es muy importante si queremos que los demás disfruten del tiempo que comparten con nosotros.

Ser prudentes tiene la gran ventaja de que las relaciones sociales se fortalecen. También consigue que, a los ojos de los demás, se nos considere personas educadas, respetuosas y con las que se puede contar.

La prudencia es una habilidad que puede entrenarse, pero hay que ser constante y seguir los siguientes pasos:

Piensa si, cuando cuentas algo, estás traicionando a alguien.

Piensa si es el lugar y momento apropiado para contarlo.

Piensa si lo que vas a contar es demasiado íntimo para ser contado.

Piensa si tienes el permiso para contar lo que vas a decir.

(Hasta aquí Alicia Escaño).

La prudencia es una habilidad, es cierto, pero cuando escuchamos a alguien hablar una sarta de idioteces y nos quedamos callados, la prudencia entonces se convierte en complicidad.

Usted sabrá si se mantiene prudentemente callado o dice la verdad que está por encima del discurso imprudente del otro.

Pero si el otro resulta ser su jefe, entonces sería más conveniente actuar con prudencia.

Piensa si quieres ser prudente.

O piénsale bien y seguiremos platicando.

jperezrobles@gmail.com

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