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Opinión

Populismo: la degradación de la democracia

Alguien tiene que decirlo.

Si nos remontamos a la Grecia de Aristóteles, allá por el año 322 A.C., para el padre de la filosofía occidental, la demagogia era una de las 3 degradaciones de los regímenes políticos: la monarquía se degradaba en tiranía; la aristocracia en oligarquía; y la democracia en demagogia.

Más concretamente, Aristóteles pensaba que la demagogia era una estrategia del poder político que consistía en recurrir a las esperanzas, las emociones, los miedos y los prejuicios de la gente. ¿Será que de ahí viene la frase: Morena es la esperanza de México?

150 años después de Aristóteles, el historiador griego Polibio, acuñó el término de oclocracia, que significa la tiranía de las muchedumbres. Se presenta cuando el pueblo es manipulado y decide sin información. Para Polibio era el peor de los sistemas políticos, la última degradación de la democracia, ya que se nutre del rencor y de la ignorancia de la gente.

Para finales de la era medieval, el político, diplomático y escritor italiano, Nicolás de Maquiavelo, no expresaba ningún recato moral al momento de poner en práctica las técnicas de la demagogia, como por ejemplo, prometer cosas inalcanzables, mentir y engañar, ya que estas técnicas operan como medios para el propósito final que era conquistar y conservar viejos o nuevos principados.

200 años después, Jean-Jacques Rousseau, en el Contrato Social, reafirma la idea de que la democracia corrompida y degradada se trasforma en oclocracia, que es la desnaturalización de la voluntad general, que deja de ser general y empieza a presentar el vicio de encarnar los intereses de unos cuantos, que dicen representar al pueblo.

En esa misma década, el filósofo escocés, James Mackintosh, escribió que la oclocracia es el populacho corrompido y tumultoso, nunca el gobierno del pueblo.

En América Latina actualmente existen 3 dictaduras populistas, Cuba, Venezuela y Nicaragua, mientras que Bolivia se encuentra en vías de democratización. En este contexto, ¿qué está pasando en México?

Para ilustrarlo, Enrique Krauze, escribió el decálogo del populismo:

1. El populismo exalta al líder carismático. "Quien crea que sabe más que el Presidente está cometiendo una traición histórica": Mario Delgado, Coordinador de los Diputados Federales de Morena.

2. El populista abusa de la palabra. "Se implementaron las mañaneras".

3. El populista fabrica la verdad. "Yo tengo otros datos".

4. El populista usa de manera discrecional los recursos públicos. "Los principales programas de AMLO no tienen reglas de operación".

5. El populista reparte directamente la riqueza. "Los apoyos se entregarán directamente al beneficiario".

6. El populista alienta el odio de clases. "Chairos, fifís, prensa conservadora, chayoteros o la frase más reciente "los que se creen de sangre azul, los fifís, desprecian las culturas indígenas, son racistas".

7. El populista moviliza continuamente a los grupos sociales.

8. El populista critica al enemigo exterior.

9. El populista desprecia el orden legal. "Al diablo con las instituciones".

10. El populista domina las instituciones democráticas. "AMLO impuso Ministros en la Suprema Corte y a la titular de los Derechos Humanos y les redujo el presupuesto a los organismos autónomos, como el INE ".

Para usted amigo lector, según el decálogo anterior, ¿México es un gobierno populista? de ser así, bienvenidos a la distribución equitativa de la miseria y la pobreza.

Para cambiar esta realidad, se requiere el equilibrio de los 3 Poderes. La independencia del Poder Legislativo, del Ejecutivo y del Judicial. Se requieren ciudadanos demócratas. Ciudadanos que voten con información y no le otorguen todo el poder a un sólo Partido Político. NO al populismo de izquierda, ni de derecha y eso #AlguienTieneQueDecirlo

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Vicepresidente de la Liga de Economistas Revolucionarios.