Icono Sección

Opinión

Para Decir la Verdad

Pensándolo bien.

Edith Sánchez es una escritora y periodista colombiana que nos dice: Decir la verdad se ha convertido en un sinónimo de ofender a las personas en la mayoría de las ocasiones.

La “verdad” es un valor positivo y lo deseable sería que siempre tengamos acceso a ella. ¿Por qué entonces se ha convertido en un vehículo para agredir a los demás?

La respuesta podría estar en una sociedad que vive bajo el pacto implícito de mentir en las relaciones humanas para, aparentemente, hacerlas más amables.

Parece que, si queremos mantener la armonía con alguien, debemos mentirle. Y si decidimos acabar con ese jardín de rosas, solo tenemos que decirle la verdad, en los peores términos. Gran paradoja.

En ocasiones, decir la verdad es un acto que va acompañado de ira. Otras veces, la persona objeto de esa “verdad” se siente mal cuando se la dicen, aunque la intención sea constructiva. ¿Qué nos sucede con la verdad?

A continuación, veremos algunas claves para que decir la verdad no se convierta en algo desagradable e hiriente.

1. Expresarse de forma constructiva al decir la verdad. Antes que nada, es importante examinar cuáles son nuestras intenciones en el momento de decir la verdad. Lo primero es ser honestos con nosotros mismos y definir si nos mueve un afán constructivo o si, por el contrario, estamos utilizando esa verdad incómoda como pretexto para hacer sentir mal a alguien.

2. Estar dispuesto a escuchar. Muchas veces la verdad incómoda involucra a ambas partes. De modo que, si somos capaces de decir la verdad, también tendríamos que estar en capacidad de escucharla.

3. No pensar por los otros. No es adecuado intentar pensar por otros, en dos sentidos. El primero es el de imaginar cuál puede ser la reacción de esa persona a quien se le quiere decir la verdad y desistir de hacerlo si suponemos el posible daño o incomodidad que se le pueda acarrear.

4. Ser claro y directo. Una verdad incómoda suena terrible cuando se dice con ira, con palabras fuertes y desconsideración. Sin embargo, tampoco es adecuado expresarla con eufemismos, sutilezas o empleando mecanismos para suavizarla artificialmente. En ambos casos hay un falseamiento del propósito central, que es decir la verdad. Lo adecuado es comunicar esas verdades de manera serena y con claridad.

Decir la verdad debería tener siempre un propósito. Sin embargo, muchas veces no hacemos el esfuerzo por definirlo claramente antes de hablar.

Sería positivo desterrar la idea de que decir la verdad equivale a insultar. Ser grosero no quiere decir que alguien sea sincero. Las verdades siempre son mejor escuchadas y aceptadas si se acompañan de respeto y de una intención genuina por construir algo más positivo para los involucrados.

(Hasta aquí Edith Sánchez).

Lo que notamos que se toca solo superficialmente en este texto es que la definición de lo que es la verdad es el resultado del aprendizaje personal de cada sujeto que la habla o la escucha desde niño.

Tampoco se toca la influencia de las diferencias de rango en el contexto donde se da la discusión que pretende decir la verdad.

Y muchos otros aspectos, como las diferencias de edad, de clase, de raza, de género, de historia familiar… en fin; cada una de las cuales incorpora discrepancias realmente difíciles de eliminar en una discusión donde hay que decir la verdad.

Pero ignore usted esas dificultades y entonces sí, siga las recomendaciones de Edith Sánchez que están muy bonitas.        

Piénsele bien y seguiremos platicando

jperezrobles@gmail.com


MÁS DE Javier Pérez Robles