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Opinión

Nueva distritación electoral

Fórmula Legislativa.

Luego de haberlo postergado desde el año 2013, cuando aún se denominaba IFE, el Instituto Nacional Electoral aprobó el pasado 15 de marzo la nueva división geográfica del país, a la que habrá de sujetarse la elección de diputados por el sistema de mayoría relativa en el proceso electoral que iniciará en septiembre próximo.

La nueva distritación es en realidad un reacomodo del número de ciudadanos en busca del equilibrio poblacional entre los 300 distritos electorales, lo que necesariamente modifica la forma y los límites geográficos de cada uno de ellos, así como su distribución entre las entidades federativas. Por ello, aunque no se modifica la cantidad total de integrantes de la Cámara de Diputados, el número de curules por estado se incrementará por lo que respecta a Chiapas, Jalisco, Estado de México, Guanajuato, Querétaro, Tamaulipas y Quintana Roo, quienes tendrán un diputado más; y disminuirá para la Ciudad de México que pierde tres distritos, además de Puebla, Oaxaca, Veracruz y Sinaloa, que tendrán un diputado menos.

En el nuevo escenario distrital de Sinaloa, por lo que a elecciones federales se refiere, tendremos siete distritos con una forma y distribución territorial distinta a la anterior. El primer distrito (01), que antes tenía su cabecera en El Fuerte, se desplaza hacia el extremo sur para abarcar parte del Municipio de Mazatlán y la totalidad de los municipios de Concordia, Rosario y Escuinapa, estableciendo su cabecera en la ciudad porteña.

El Distrito 02 comprenderá todo el territorio de Ahome, y tendrá su cabecera en Los Mochis; el 03 integrará a Salvador Alvarado, Sinaloa, Mocorito, Badiraguato, Angostura y Navolato, con cabecera en Guamúchil; el 04 estará integrado por Guasave, El Fuerte y Choix, y su cabecera será Guasave; el 05 se asentará en la parte norte del Municipio de Culiacán y su cabecera será la ciudad del mismo nombre; el 06 estará compuesto por el extremo sur del Municipio de Culiacán, Elota, San Ignacio, Cosalá y la parte norte de Mazatlán, y tendrá su cabecera en el puerto; y el 07 cubrirá parte de la ciudad de Culiacán, su valle y la zona costera del municipio, con cabecera en Culiacán.

Si nos preguntamos por qué algunas entidades, como es el caso de Sinaloa, pierden  distritos, deberemos recordar que éstos se conforman bajo un criterio poblacional. El tamaño de los distritos se determina dividiendo la cantidad de habitantes que arrojó el último censo entre el número total de distritos, lo que significa numéricamente que se dividen 122 millones 300 mil habitantes, que es la población nacional según el censo de 2010, entre 300. 

En tales condiciones, cada uno de los distritos electorales federales debe albergar aproximadamente 407 mil 666 habitantes. De la misma forma se determina el número de distritos que corresponde a cada entidad federativa, y si conforme al censo de 2010 Sinaloa contaba con 2 millones 768 mil habitantes, le corresponde un máximo de 7 distritos.

Durante la sesión del Consejo General del INE que aprobó la nueva distritación federal, su Presidente Lorenzo Córdova, afirmó que con ella cada legislador será electo por una cantidad similar de habitantes y por lo tanto representará a un número similar de mexicanas y mexicanos, y sostuvo que la nueva división distrital permite igualar el valor de la representación política en la Cámara de Diputados, y con ello estimular el principio democrático de un ciudadano un voto. 

Por su parte, el Presidente de la Comisión del Registro Nacional de Electores, Benito Nacif, dijo que las demarcaciones electorales aprobadas aportarán mayor equidad a las elecciones y que la nueva Cámara de Diputados tendrá una mayor calidad en su representación de la población.

La cuestión es que lo afirmado por ambos funcionarios electorales solo puede concebirse en una realidad teórica e ideal, ya que no se explica en forma alguna de qué manera incidirán los nuevos distritos en una mayor calidad de la representación. Lo cierto es que una vez que el candidato triunfador de una elección legislativa tiene acceso a la cámara o congreso, representa por igual a la población del País o del Estado, según sea el caso, con independencia del origen geográfico de su elección, es decir que en la realidad son elegidos en un distrito pero representan a toda la población del País. 

Esto es así porque la razón de ser del Poder Legislativo es precisamente legislar, y en la Cámara de Diputados se legisla para toda la población nacional, no solo para quienes votaron por un individuo en lo particular, porque se producen leyes de aplicación general en todo el territorio del País o del Estado. Esa es la razón de ser del Poder Legislativo y de los legisladores en particular. 

Por otra parte, el hecho de que cada ciudadano tenga derecho a un voto no se ve fortalecido por la forma en que se diseñen las demarcaciones distritales, y no se afecta porque exista desequilibrio poblacional entre los distritos. Sinaloa fue durante muchos años un ejemplo de lo que afirmamos, al contar con un distrito local en el que existían más de 220 mil electores y otro que apenas alcanzaba los 16 mil. 

Mientras prevaleció la determinante territorial que obligaba a que existiera al menos un distrito en cada municipio, no se conoció impedimento para que distintos partidos participaran de la integración del Congreso local, o para que se hicieran con el triunfo en distintos municipios. El pluralismo y la alternancia en esos niveles llegaron temprano y no fueron entorpecidos pro la disparidad poblacional de los distritos.   

Por otra parte, quienes postulan el principio de “un ciudadano, un voto” soslayan el hecho de que esa es ya una realidad en México y optan por argumentar el “peso” del voto en la representación, pero tampoco aportan elemento alguno que permita identificar la influencia de la conformación de los distritos en el mantenimiento, disminución o incremento del “peso” del voto. Los votos individuales se cuentan, no se pesan, tienen un valor numérico para la determinación del triunfo de un candidato, pero a partir de ahí son ajenos a la representación en las cámaras legislativas o en los cabildos. 

Con desequilibrio poblacional o sin él, cada ciudadano cuenta con una porción individual, de igual peso en la designación de sus representantes y consiguientemente sobre las decisiones de carácter colectivo; la igualdad del voto implica que la influencia del sufragio de todos los electores es igual, y ni el peso del voto así entendido, ni la igualdad del sufragio individual se ven reforzados o deteriorados con la nueva distritación. 

La división del territorio en distritos tiene una función de carácter técnico electoral, sirven para organizar las elecciones y para elegir a los diputados. Pero solo permite evitar desequilibrios políticos cuando se realiza al margen de intereses partidistas. Es decir que no deben hacerse a capricho, trazando sus fronteras alrededor de zonas específicas de control o influencia preponderante de un partido político, sino como lo hizo el INE, basado en el criterio poblacional y considerando factores orográficos, de identidad cultural y económica, facilidad de la comunicación interna, o como técnicamente se le llama: compacidad.

La nueva división distrital es una buena decisión, generará problemas transitorios de adaptación, exigirá nuevas decisiones de los órganos electorales, obligará a trasladar las sedes de 39 Juntas Distritales, lo que implica renta de nuevas oficinas, gasto en adecuaciones y contratación de servicios, traslados pe personal del Servicio Profesional Electoral y otros. Para compensarlo, quizá debieron esperar a que se redujera el número de distritos.