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Opinión

No decir nada

Pensándolo bien.

Sara Clemente, psicóloga y periodista española, dice que no decir nada es una manera de apoyar al otro.

En ocasiones sobran las palabras cuando alguien abre su corazón y nos cuenta algo importante para él, puede ser preferible no decir nada (más allá de una señal para que sepa que le hemos escuchado). Dejar que disfrute de sus pausas y que su respiración inunde el ambiente que ha generado el relato. 

En estos casos, tu silencio puede reconfortarle mucho más que cualquier observación vacía, simple y que está lejos de ser una ayuda.

Pensemos. ¿Por qué una mirada, un gesto, una mueca o una caricia pueden arroparnos más que un “te apoyo”, “estoy contigo” o “cuenta conmigo”? Estas últimas no son frases huecas o banales, por lo que de por sí están cargadas de un gran significado afectivo. Por tanto, no son fácilmente sustituibles por el lenguaje no verbal. Entonces, ¿En qué momentos no decir nada es la mejor manera de apoyar al otro?

Escuchar ya es una ayuda. Seguramente, en alguna ocasión has sentido la necesidad de llegar a casa y “soltar” todo el lastre del día. Y lo único que deseas es que alguien te preste atención. Que se mantenga atento y entienda el dolor, la frustración o el malestar. 

No busques nada más, simplemente desahógate y libera tu disgusto.

Aunque a menudo solemos considerar como adecuada una relación de amistad basada en la conversación y en la apertura emocional constante; también es bueno pararse a reflexionar sobre la otra parte. Esa en la que se respetan el tiempo y el espacio del otro. En la que se deja que cada uno pueda disfrutar de su tiempo de reflexión y de sosiego.

No decir nada: es una manera de apoyar al otro.

(Hasta aquí Sara Clemente).

Comentario de JPR:

Es absolutamente cierto que el oír atento sin decir una sola palabra, pero atendiendo claramente el discurso del otro y a su desahogo emocional implícito, ayuda más a la escucha percibida por quien habla que nuestras involuntarias intervenciones verbales así sean de apoyo, las que pueden fácilmente dar al traste con su descarga emocional.

A veces produce miedo el escuchar la verbalización emocional del malestar de otra persona y nuestras expresiones “de apoyo” pueden expresarlo de algún modo. La persona que habla en estado hipertenso es más capaz de percibirlo que nosotros mismos y callará, sintiendo que tal vez está molestando a quienes lo escuchan, aunque no termine de expresar su conflicto.

De ahí la importancia de saber escuchar; aprender a no mostrar los efectos inmediatos de la verbalización emocional del otro, y en última instancia, ser capaz de crear mudos mensajes de una escucha atenta que pretende ayudar.

Tiene razón Sara Clemente: no decir nada puede ser decirlo todo.

Interrumpir el discurso del otro puede ser “el mayor problema del mundo”

¿Será bueno aprender a quedarnos algunas veces callados?

Piénsele bien y seguiremos platicando.

jperezrobles@gmail.com

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