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Opinión

Migración: espada de Damocles

Fórmula Legislativa.

“Todos, todos los muros caen, hoy, mañana, o dentro de cien años, pero todos caen. No es una solución. El muro no es una solución”. Papa Francisco.

El rumor de que venía una mega caravana de 20 mil migrantes centroamericanos generó reacciones no sólo en México y Honduras, en Estados Unidos saltó una sobrerreacción con tintes electoreros.

El presidente norteamericano ”se desolotó” –dirían los sinaloenses- con el bullying político en contra de nuestro país, al amenazar primero con el cierre de la frontera compartida si México no detiene de inmediato la inmigración ilegal que ingresa a Estados Unidos. Para eliminar toda duda de su intención, Trump ordenó el desplazamiento de 3 mil 750 soldados a su frontera sur, para hacer un total de 4 mil 350 militares destacados; además de provocar el estrangulamiento de distintos pasos fronterizos como Tijuana y Ciudad Juárez, que resintieron cierres parciales y aglomeraciones.

Finalmente el cierre de fronteras no se materializó, pero fue sustituido con otras amenazas como el establecer un arancel del 25 por ciento a la importación de autos armados o fabricados en México; con el anuncio del propio Trump de estar evaluando la aplicación de una sanción económica de 500 mil millones de dólares, por las drogas ilegales que son enviadas y contrabandeadas desde México a través de la frontera sur; y con la advertencia de Nancy Pelosi, Presidenta de la Cámara de Representantes norteamericana, de que si no se aprueba una reforma laboral que mejore sustancialmente las condiciones de vida de los trabajadores mexicanos, no se votará la aprobación del Tratado de Libre Comercio.

El gobierno mexicano, en su papel de víctima de bullying, guardó silencio ante la imposibilidad de hacer otra cosa. El presidente López Obrador realizó otra consulta “gansito” para que el pueblo bueno y sabio de algún lugar de Veracruz decidiera por todos los mexicanos que no se contestaran las amenazas. Por su parte, Marcelo Ebrard, Secretario de Relaciones Exteriores, calificó esta postura como una estrategia diplomática, al muy cristiano estilo de poner la otra mejilla.

No es que se pretenda que el gobierno mexicano acepte como un reto las balandronadas de Donald Trump, y las devuelva iguales o recargadas; pero tampoco puede jactarse de que haya sido esa estrategia la que desactivó la intención de cerrar la frontera.

Lo cierto es en Washington el círculo cercano de colaboradores y asesores presidenciales no compartieron la medida, a sabiendas del daño económico que produciría en la economía de México y al menos en las poblaciones asentadas en la frontera sur de aquél país y, como Dios les dio a entender, lograron convencer al pelirrojo mandatario de que las consecuencias podrían revertirse en el corto plazo, con un mayor flujo migratorio ilegal al que Estados Unidos tendría que hacer frente.

La migración, fenómeno que ha beneficiado largamente a México, se vuelve contra él ahora que los Estados Unidos buscan compartir el costo que representa.

En 2017 México se ubicó en el cuarto lugar entre los países receptores de remesas con 24 mil 785 millones de dólares enviados por nuestros paisanos, sólo por debajo de India, China y Filipinas; para 2018 la cifra alcanzó los 33 mil 480 millones, lo que demuestra que para nosotros es una de las mayores fuentes generadoras de divisas, seguida de las exportaciones de la industria automotriz y del sector agroalimentario. Por ello, no deberíamos esperar que más temprano que tarde la amenaza norteamericana se oriente a limitar, castigar o prohibir el flujo de remesas.

Trump ya ha planteado que para pagar su principal oferta de campaña, la construcción del muro fronterizo con México, una alternativa es retener una parte de las remesas. Una nueva propuesta en ese sentido podría significarle la reelección y ejercer el gobierno hasta enero de 2025, poco más de tres meses después de que López Obrador deje el cargo.

De concretarse las amenazas actuales y por venir, el panorama de México no es para nada halagüeño.  Un arancel del 25 por ciento a la importación de automóviles a su principal destino haría que las empresas automotrices asentadas en México abandonaran el país, presionando la tasa de desempleo; que se agravaría con las nuevas condiciones del T Mex en materia laboral y la recién acuñada estrategia sindical conocida como 20-32, lo que encerraría a las empresas mexicanas en una crisis obrera, social y económica con los paros y emplazamientos a huelga, que a su vez generarían una creciente fuga de capitales y la consabida inestabilidad económica.

Este augurio pesimista no ayuda para nada a resolver la actual crisis migratoria que cada día se agrava más en México, y exige del gobierno un esfuerzo creativo serio para enfrentarla.

La migración centroamericana no puede cesar, porque es un desplazamiento inducido por el desarrollo del país del norte y la ilusión del desarrollo mexicano, es una migración forzosa que no puede tener otro destino que los Estados Unidos y nuestro territorio es, con todo y sus riesgos, el paso obligado.

A México regresan los deportados y los no aceptados como migrantes legales por las autoridades estadounidenses, y con ellos nos envían también los sentimientos de xenofobia que por décadas han sufrido allá nuestros compatriotas.

Ya se ven en distintos puntos del país manifestaciones de este fenómeno, que reflejan  el sentimiento de repulsión al extraño que viene a ocupar nuestras plazas laborales o a imponerle una carga adicional a nuestros ya presionados impuestos; sentimiento que subyace en muchos mexicanos a los que habrá que recordar lo que el hoy Santo Juan Pablo II pensaba al respecto: “La condición de irregularidad legal no permite menoscabar la dignidad del emigrante, el cual tiene derechos inalienables, que no pueden violarse ni desconocerse”; o la sentencia del Papa Francisco: "No se les puede decir solo 'ánimo, paciencia'. Hay que darles una esperanza concreta", porque igual que de aquí, los migrantes del sur salen expulsados por la pobreza y la violencia, por el narcotráfico y el crimen organizado.