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Opinión

Los aguinaldos de la alta burocracia

El Puente.

En medio de una de las peores crisis de credibilidad institucional y ante el repudio generalizado de la sociedad mexicana, la alta burocracia de este país insiste en cerrar los ojos y taparse los oídos. 

“Ni los veo ni los oigo”, diría en 1994, el entonces Presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari, al referirse a los diputados del Partido de la Revolución Democrática que lo interpelaron con rudeza durante su último informe de gobierno.

Frase célebre que demuestra el casi nulo valor que tiene la crítica de una parte de la sociedad que manifiesta su molestia ante las decisiones unilaterales que afectan los intereses de la mayoría que menos tiene.

Pero lo que más molesta a los ciudadanos es que dichas acciones de gobierno son aplicadas por servidores públicos que ni siquiera se toman la molestia de considerar el sentir de los ciudadanos que con su voto los llevaron al cargo.   

Si bien, el salinismo ya forma parte de la historia, el desprecio de la llamada “clase política” hacia la crítica que emana desde diferentes segmentos de la población sigue muy vigente en nuestros días. 

22 años después de aquella expresión de Carlos Salinas, la sociedad mexicana continúa soportando desplantes y actitudes autoritarias de quienes, desde la cúpula del poder, sólo ven por sus intereses.

Como botón de muestra, el despilfarro de recursos públicos destinados al pago de bonos, gratificaciones y aguinaldos de funcionarios de gobierno, legisladores, ministros y magistrados, con cantidades que en algunos casos rozan el medio millón de pesos.

Y es que resulta odiosa, pero inevitable la comparación con los paupérrimos ingresos de la mayoría de los trabajadores de este país, que sobreviven con 150 diarios y aguinaldo de 2 mil, si bien les va.

Es un jarabe muy amargo que provoca desaliento social, que va desde el asombro, luego la rabia y finalmente la depresión de millones de personas que luchan por sobrevivir en un escenario económico sumamente adverso. 

Salarios estancados y aumentos al mínimo, que son casi instantáneamente pulverizados por la imparable escalada de precios en los productos de la canasta básica, la electricidad, la gasolina y las medicinas. 

Las redes sociales se han encargado de multiplicar este efecto devastador provocado por la gran brecha de desigualdad que sigue creciendo en el país, como sigue igualmente en aumento, aunque a una mayor velocidad, el repudio de la sociedad hacia la clase política, que ni se inmuta ante la realidad.

Y a propósito de aguinaldos, mucho se ha hablado de los bonos navideños que recibieron los Senadores y Diputados Federales, a quienes les han llovido criticas de todos colores y sabores. Los Diputados cobraron 140 mil pesos por ese concepto, incluyendo el aguinaldo, en tanto que los Senadores se llevaron, cada uno, 234 mil. 

Pero, si me permite la expresión, “eso no es nada”, si lo comparamos con el Top 5 de los mejores aguinaldos que también se pagan con nuestros impuestos.

1.- Presidente de la Suprema Corte de Justicia, 586 mil pesos.

2.- Presidente del Instituto Nacional Electoral (INE) 454 mil.

3.- Presidente de la República, 425 mil.

4.- Presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, 404 mil.

5.- Ministros de la Suprema Corte de Justicia, 380 mil. 

Si los juntamos todos en una bolsa, se podrían comprar 5 mil despensas y 8 mil pares de zapatos… tan sólo con estos 5 aguinaldos.

¿Cómo se le puede llamar a esto en un país con 53 millones de pobres?

GRAFITI

Debo, no niego… En la recta final del sexenio se desbordaron los reclamos de diversos proveedores, debido a las cuentas por cobrar que aún tienen pendientes con diferentes dependencias del gobierno que aún encabeza Mario López Valdez. 

Y en medio de todo este vendaval mediático, que se resuelve única y exclusivamente pagando lo que se debe, ha salido a relucir el nombre del secretario de Administración y Finanzas, Armando Villarreal Ibarra, a quien algunos pretenden responsabilizar de todo el rezago financiero que arrastra el gobierno estatal.

Esto no significa que el funcionario esté libre de toda responsabilidad en el tema de los adeudos, por supuesto que la tiene, sin embargo, hay que decir que cada una de las dependencias maneja su propio presupuesto anual, el cual se entrega mensualmente, en la medida en que se van cumpliendo los ingresos presupuestados. 

Ahora bien, la forma y los tiempos en los que se paga a unos y se deja de pagar a otros, es una decisión que en primerísima instancia toma cada uno los secretarios y sus respectivos responsables del área administrativa, finanzas o egresos. 

Sin embargo, por temor a dar la cara a los proveedores, algunos secretarios, coordinadores generales, directores y jefes de área se escudan con el pretexto de que “Administración y Finanzas no ha liberado los recursos”.

Qué fácil manera de evadir su responsabilidad.

Debo, ¿no niego?… que cada quien responda por lo que le toca. 

Twitter: @victortorres_mx


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