Icono Sección

Opinión

La Violencia

Pensándolo bien.

Edith Sánchez, periodista colombiana, nos dice que desde que comenzaron a estudiarse los fenómenos violentos en las ciencias humanas, a mediados del siglo XX, hay una pregunta que ha rondado todas las investigaciones al respecto: ¿es la violencia humana algo instintivo o se aprende? Al respecto han surgido muchas hipótesis, sin embargo, hay algo muy claro: todas las culturas, en todas las épocas, han manifestado comportamientos agresivos.

A veces se piensa que la agresividad y la violencia son dos realidades iguales, pero no es así. La agresividad es parte de nuestro instinto. Nacemos con ella.  La agresividad es biológica. Nos sirve para entrar en estado de alerta en caso de peligro.  Es normal y saludable que, por ejemplo, reaccionemos agresivamente si alguien intenta empujarnos para que caigamos. Nuestro instinto de supervivencia hace que frente a esta amenaza respondamos con gestos o acciones agresivas.

La violencia, en cambio, es cultural. Corresponde a todos esos comportamientos destinados a hacerle daño a otro, por razones diferentes a la preservación objetiva de nuestra integridad. Solo la especie humana tiene comportamientos violentos, ningún otro animal incurre en este tipo de conductas.

La violencia, por tanto, se aprende.  

Casi todas las personas violentas justifican su comportamiento con alguna falsa razón. La mayoría argumenta que hace daño a otros para defenderse, o para enseñar o inculcar algo positivo. También es frecuente que se culpe a la víctima de incitar esa violencia contra ella. Y no es raro que se invoquen principios superiores, bien sea de orden religioso o político.

Detrás de esas falacias hay complejas construcciones ideológicas, también falaces. La violencia es primero simbólica (cultural) y luego física. Por ejemplo, para esclavizar a los negros en todo el mundo, se argumentó primero que no tenían alma. Se elaboró todo un catálogo respecto a sus comportamientos inferiores y viciosos. De este modo, la violencia física contra ellos ya estaba justificada. Lo mismo pasó con las mujeres, los indígenas y ocurre ahora con los animales.

Lo violento, entonces, o se erradica de la mente o no se erradica. Se pueden silenciar los fusiles o detener los golpes. Pero si no se ve al otro como un semejante digno, la violencia volverá. Puede que adopte una forma no física, como la crítica mordaz, la burla o la indiferencia de hielo, pero aun así sigue siendo violencia. 

No hay que temer a los sentimientos agresivos, porque forman parte de nuestra defensa vital. Pero hay que poner distancia de los impulsos violentos que, como todos sabemos, solo engendran injusticia y más violencia. (Hasta aquí Edith Sánchez).

Nada más certero que lo presentado en este texto por Edith Sánchez.

Solo hay una frase que, tratando de explicar los orígenes culturales de la violencia después de hablar del ejemplo típico de los blancos contra los negros, termina diciendo “Lo mismo pasó con las mujeres, los indígenas y ocurre ahora con los animales”. 

Bueno, debemos decir que lo que pasó con los negros, las mujeres y los indígenas sigue pasando, como ocurre ahora con los animales.

Y en Las Vegas es simplemente la violenta locura humana suelta.

Por lo demás, es muy cierta la diferenciación entre la agresividad natural instintiva de una violencia cultural aprendida (y enseñada, por supuesto).

Siempre podemos aprender algo nuevo sobre la mente humana y asombrarnos todavía más por lo que vemos y oímos.

Piénsele bien y seguiremos platicando.

jperezrobles@gmail.com

MÁS DE Javier Pérez Robles