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Opinión

La tragedia: ¿Qué nombre le ponemos?

Punta de Lanza.

09/25/2018

Las opiniones fluyen como lo hiciera el agua asesina que se llevó en su torrente insensible y mortal vidas humanas, de animales y, por desgracia, el patrimonio económico que mantiene en una severa crisis de inestabilidad emocional a miles de familias sinaloenses.

Las críticas mordaces en contra de presuntos culpables se desgranan como se desgranó en cascada la desgracia  en la zona centro y norte de nuestro Sinaloa, en aquella triste y reciente mañana del pasado 20 de septiembre.

Las versiones respecto a la forma en que ocurrieron los hechos siguen desenfrenadas desde esa fatídica fecha en que el desquiciado curso de las aguas mató la concordia y la amena convivencia de miles de conciudadanos sinaloenses.

Corren también, de prisa y de boca en boca las ofensas y acres señalamientos de culpa en contra de quienes pudieran despedir cualquier olor o tufo al orden oficial, independientemente de, si tienen o no tienen que ver en el problema.

Aquí la culpa, a todas luces injusta ha llegado a través de las redes sociales hasta el mismo Presidente de la República, pasando por el Gobernador de Sinaloa y todo ente oficial que aparezca en la pirámide del organigrama institucional.

Injusto el trato para Enrique Peña Nieto, porque ha ordenado a las fuerzas militares y gran parte de su gabinete de gobierno desplegar todo su esfuerzo en apoyo  a los damnificados.

Injusto para quienes critican al gobernador Quirino Ordaz Coppel, cuando el mandatario desde el momento mismo de la tragedia se hizo físicamente presente recorriendo a pie y entre las aguas y el lodo las zonas mas afectadas.

Se entiende entonces que esos rebeldes sin causa parecieran cabalgar aún en las campañas electorales en cuyo afán buscan denostar y desconocer los grandes esfuerzos que el gobierno en su conjunto, en franca alianza con la mano solidaria de los sinaloenses lleva a cabo en auxilio de los afectados por las inundaciones.

Triste es reconocerlo, pero hay quienes parecieran estar más interesados en buscar primero a un culpable de la tragedia que a un ciudadano solidario con el dolor de los damnificados.

Pero en el conglomerado de opiniones surgen de igual manera las recomendaciones y propuestas de quienes son calificados y considerados expertos y duchos en la materia de protección civil.

Ofrecen entonces los científicos en sus exposiciones la sabia solución a los problemas sociales que generan y seguirán generando los fenómenos naturales, lo que a juicio de todos, debiera ser escuchado y atendido por el gobierno.

En medio de toda esta trama de conjeturas, señalamientos, críticas, recomendaciones y posturas, aparecen los medios de comunicación con su tarea primordial de orientar y llevar  la información veraz a la ciudadanía, confrontando y contrastando en su función, con las versiones muchas veces erróneas y malintencionadas de algunos usuarios de las redes sociales.

Es evidente que ante esa confrontación de datos e información se da paso   al desorden, el caos y la zozobra ciudadana que no atina a quien creerle.

Pero ahí estamos todos, conjeturando unos. Criticando y maldiciendo otros a presuntos culpables, y desdeñando algunos más la información oficial mediante una guerra mediática que dibuja un protagonismo insensible de estos, esos y aquellos.

Una lucha mediática, con el rostro cierto de una competencia irresponsable por aparecer ante la vista de propios y extraños como el informante mejor enterado de lo que ocurre en la vida pública.

Pero no pueden faltar en el entorno de la crisis, los acérrimos radicales y consuetudinarios inconformes a los que toda ayuda y esfuerzo institucional para los afectados de las torrenciales lluvias les parece  insuficiente e ineficaz.

Y ofrece incluso ese sector de opinión los nombres de funcionarios e instituciones oficiales a los que se debe castigar.

Ponen de tal modo, nombres a la tragedia sufrida en Sinaloa, y en esa nomenclatura aparecen en estricto orden del juicio ciudadano, los funcionarios de Protección civil en el Estado, Conagua, SEPyC, y en menor escala autoridades diversas del orden Federal, Estatal y municipal.

“Que nadie escape al juicio ciudadano”, pareciera ser la premisa de los juzgadores sociales.

Y así, todos, de manera tal vez justa en algunos casos, pero injusta en otros, han sido colocados en la olla de una especie de caldera que es alimentada con el fuego de la indignación social.

Aquí la pregunta necesaria: ¿Es justo o injusto la anticipada condena de los juzgadores cibernéticos en contra de los funcionarios de gobierno?

Por lo pronto, usted tiene también el derecho y la oportunidad de ponerle nombre a la tragedia que hoy en día vive Sinaloa.

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