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Opinión

La Duda

Pensándolo bien.

Sergio González, psicólogo español, dice: En el deporte los entrenadores suelen ser los primeros en caer cuando un equipo comienza a cosechar malos resultados. De hecho, para que esto pase no es necesario en realidad que los resultados sean malos, es suficiente con que sean peores de los esperados. 

Una derrota es suficiente para que aparezca la duda, porque para dudar importa más el fracaso que el éxito.

Pero nuestras dudas suelen ser mucho más mundanas y en muchos casos la respuesta es más rápida. Además, no solo entrañan conceptos, sino que también entran en juego personas. 

Por ejemplo, en un crimen se duda del testimonio de todas las personas que tenían un motivo para haberlo cometido. Así, por un lado, la duda lleva a la comprobación. Una comprobación que se puede volver obsesiva. 

Me lavo dos o tres veces las manos como si una no fuera suficiente y este ritual funciona como escape momentáneo, producido por la ansiedad que genera la duda.

La duda también es un motor de cambio, lo veíamos al principio en el ejemplo de los entrenadores deportivos. Para algunos equipos sale más barato cambiar de entrenador que comprobar si realmente el entrenador es la parte que no funciona del engranaje. 

Pocos se preguntan si las expectativas eran realistas, si hubo mala suerte o si es otra variable relacionada con el deportista o con el grupo la que influye. Solo cuando se ha cambiado el entrenador en repetidas ocasiones se contemplan estas opciones. 

La duda genera incertidumbre. Una incertidumbre que no todos los seres humanos toleramos de la misma manera. De hecho, seguramente conoces a personas que sufren mucho mientras esperan un resultado, aunque sepan que el sufrimiento no puede cambiar dicho resultado.

Esta falta de tolerancia a la incertidumbre (o esta ansiedad ante la duda) también se manifiesta en situaciones que son ambiguas o que no tienen un significado claro. 

A la mayoría de las personas les pasa en las primeras fases del enamoramiento. Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere… Gestos que parecen indicar que sí, gestos que parecen indicar que no… Y en medio, la duda.

En cualquier caso, la duda es un elemento que forma parte de nuestra vida, mas cada quien es responsable de lo que hace con ella, considerando que los malos resultados nos pueden inundar de ansiedad o hacer que nos precipitemos en la toma de decisiones.

Finalmente, la duda bien administrada, ya sea después de buenos o malos resultados, despierta la curiosidad y el descubrimiento y puede ser un motor del cambio hacia algo mejor.

(Hasta aquí Sergio González).

Mire usted, no es posible hablar de La Duda como si Renato Descartes nunca hubiera llegado a decir “Pienso, luego soy” como el principio de una certeza frente a tal duda.

O sea, podríamos negarlo, pero la duda ha sido la fuente del conocimiento desde antes de la edad media hasta hoy y aparentemente lo seguirá siendo por mucho tiempo más. 

Las razones por las que la duda nos puede meter miedo se encuentran enraizadas en nuestras limitaciones infantiles y punto.

Probablemente sea preferible para el desarrollo humano la inquietante duda que lo lleva a saber, que una tranquilizante creencia que lo conduce a ignorar.

Piénsele bien y seguiremos platicando.

jperezrobles@gmail.com

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