La contracampaña

De manera paradójica, el mexicano sacó su frustración a través del ingenio, tomó fuerza del hartazgo y le robó los huevos al águila.

Hace 18 años le quitaron lo invicto al PRI; hoy lo tienen contra la pared; sin embargo, no ha caído el out 27.

Todos los días se escribe un renglón en la página de la pobreza cuando de comprar tortillas se trata, y todos los días la pluma de la riqueza no tiene tinta cuando la clase media se acerca a comprar combustible para su vehículo, es decir, bienes y servicios son el timbre que alerta todos los días a muchos mexicanos de la eficacia del gobierno.

Las condiciones económicas de las últimas décadas en México fecundaron una clase social 80/20, 80 por ciento de pobres y 20 por ciento de pudientes o medio pudientes, esto hace una mayoría de inconformes cuyas armas son la libertad de expresión a través de las redes sociales y la irreverencia de una juventud que no entiende ni conoce otro México que no sea el de la corrupción y la inseguridad. Así surge la contra-campaña al sistema de gobierno.

Los abanderados de la coalición “Todos por México” reman contra corriente, luchan por borrar, justificar o minimizar los estragos de la ineficiencia que se vive al cargar combustible, comprar alimentos o buscar tranquilidad y seguridad en la calle.

La mejor campaña sin duda es la de la gente, la del cansancio, la que asegura el triunfo en las urnas como única opción de liberar los impulsos violentos causados por las emociones negativas de un sistema agotado. No será ganador el mejor candidato; será ganador el que venda metafóricamente más analgésicos contra el dolor social, aunque esto no cure finalmente al enfermo.

Cuando los intereses son caros y el crédito a largo plazo, la deuda se vuelve prácticamente impagable, así viven muchos mexicanos, por eso, cuando alguien les ofrece no aumentar más el interés, o incluso bajarlos un poco, los endeudados ven en la promesa el oxígeno que cura su asfixia.

Para muchos candidatos, la contra-campaña es lo mejor que les pudo pasar, los gobiernos de los últimos 18 años ya les hicieron la mitad de la tarea, sólo tienen que vender bien sus ocurrencias.