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Opinión

Juan S. Millán… Tres comidas de tres

Punta de Lanza.

12/27/2016

Muchas son las preguntas que surgen de manera espontánea entre los mentideros políticos de Sinaloa, con relación a los recientes e inesperados cambios registrados en los mandos del partido tricolor.

¿Por qué salió Rosa Elena Millán Bueno de la Presidencia del Comité Directivo Estatal del PRI?

¿Qué motivos pudo tener el líder nacional Enrique Ochoa Reza para solicitarle la renuncia a la reconocida lideresa sinaloense, cuando ella había entregado tan destacados y aplaudidos resultados en las pasadas elecciones constitucionales?

¿A qué intereses políticos obedeció esa desafortunada medida tomada por la dirigencia nacional del PRI?

¿O es que acaso la decisión no salió precisamente del cuarto de guerra de Ochoa Reza, sino que la “sugerencia” se incubó en otros flancos desde donde se preparó el tiro certero que pegó en el blanco buscado?

Esas y muchas otras interrogantes flotan en el ambiente político de Sinaloa, sin que nadie tenga a la mano la respuesta que a todos satisfaga.

Y en esa tesitura de las cosas, no faltan los que buscando las respuestas al descabellado y nada justificable cambio de dirigencia en los mandos estatales, optan por dar cabida a la suposición de una especie de complot político orquestado por algunos personajes con efectiva influencia y peso político, no solo en el estado, sino a nivel nacional.

Personajes que operan, ocultos algunos, y otros no tan ocultos, pero no menos certeros en sus ataques serían los que han planeado y ejecutado los misiles.

¿Nombres? Hay quienes apuestan a que la jugada fue orquestada por el exgobernador de Sinaloa, Juan S. Millán Lizárraga, operando desde el ocultismo, bajo la complicidad de la influyente Senadora de la República Diva Hadamira Gastélum Bajo y otros poderosos aliados del universo empresarial.

Se asegura que elementos para sustentar ésta hipótesis hay de sobra, y están tan bien documentados, que para cualquier analista que los tenga a la mano, le sería muy difícil desecharlos y refutar la versión.

El primero de los argumentos que sustentan la citada versión se refiere a la mala relación política y de afectos, que desde hace tiempo existe entre Rosa Elena Millán y Diva Hadamira, situación que muy probablemente sirvió para alentar la participación de la senadora guasavense en torno a los promotores del cambio de timón en el PRI estatal.

El segundo elemento, y que pudiera ser considerado de mayor peso y contundencia política, descansaría en la participación de la mano con puño cerrado de Juan S. Millán, quien desde el perfil bajo que ha venido asumiendo en los últimos años cuenta con el tiempo suficiente para orquestar de manera casi científica los efectivos golpes políticos al adversario del momento.

Los que conocen la forma de actuar de Juan Millán saben de la contundencia de los golpes que suele dar. Y es que Juan calcula, observa, mide y pega en el blanco. En pocas ocasiones falla.

Por eso, dicen, sigue siendo el líder más respetado y temido por propios y extraños. Es encantador como amigo y letal como enemigo. Eso todos lo saben en Sinaloa, por ello es adorado y satanizado.

Pero no es en vano que Juan Millán ha gobernado Sinaloa por 18 años y promete extender su reinado durante el sexenio que está por iniciar con Quirino Ordaz Coppel a la cabeza.

La prueba que se nos presenta para sustentar esta nueva hipótesis nos la acaba de ofrecer el multicitado Juan S. Millán, precisamente con la imposición que orquestó para colocar a su ahijado político Carlos Gandarilla García en la dirigencia estatal del PRI.

Al respecto, y quizá con el afán de derrumbar o desacreditar esta hipótesis, alguien podría exigir pruebas de lo que aquí planteamos, lo que nos obliga a referir un hecho que a cualquier analista político lo llevaría a aceptar como algo real lo que planteamos líneas arriba. 

Ojo indiscreto. Juan S. Millán sostuvo semanas antes del cambio de mandos en el PRI – Sinaloa, por lo menos tres reuniones con carácter muy privado con el empresario Agustín Coppel y el propio Gandarilla García. ¿De qué hablaron estos tres personajes durante tres largas reuniones en un conocido restaurante de mariscos de esta ciudad capital? El tema principal es obvio, el cambio en la dirigencia estatal del PRI.

Y es que, si hubiera sido una sola ocasión en que los tres personajes se encontraban en una mesa de restaurante, pudiera venderse la idea de que son amigos y se reunieron a departir como lo hace cualquier grupo de camaradas.

Sin embargo, no fue solo una vez, sino tres las ocasiones en que los mismos señorones de la política y la empresa se sentaron a dialogar, lo que nos hace suponer que esas mariscadas fueron el pretexto para afinar detalles respecto a la forma en que Carlos Gandarilla sería sentado en la silla que por esas fechas todavía ocupaba la Diputada Federal Rosa Elena Millán en la oficina principal del PRI- Sinaloa.

Ahora bien, aclarado el punto en que sustentamos nuestra hipótesis, habría que decir que la jugada política en que aparecen como artífices principales Juan S. Millán y el empresario Agustín Coppel, va direccionada hacia objetivos muy definidos.

1.- Dejarle en claro a Jesús Vizcarra Calderón y su compadre Jesús Aguilar Padilla que el maestro y jefe de la política en Sinaloa fue, es y seguirá siendo Juan S. Millán, y que nunca van a poder ganarle una partida, tal y como ha quedado ya de manifiesto en varias ocasiones.

Y es que “los Chuyes” tenían listo a su pupilo Antonio “Tony” Castañeda para sustituir a Rosa Elena Millán, pero se les apareció “el chamuco” y les tumbó sus planes.

2.- Tomar el control político del partido-PRI- para el reparto de las candidaturas y jugadas políticas hacia las elecciones del 2018 y con miras a lo que será la sucesión del gobierno de Quirino Ordaz Coppel en las elecciones del 2021.

3.- Dejar constancia y mensaje a quienes han llegado a pensar que el político de El Rosario, Sinaloa, era palabra muerta en materia política, que el hombre está vigente y que desde el escondite que le sirve de guarida prepara y da zarpazos letales a sus adversarios políticos.

Lo dicho, Juan S. Millán le sigue comiendo el mandado a la clase política estatal. Y no importan los colores políticos, para todos tiene. Ejemplos sobran.

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