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Opinión

Juan Millán… ¿Le vendieron la idea?

Punta de Lanza.

04/25/2017

Son muchos los temas que el inventario político, social y económico de Sinaloa, México y el mundo entero que nos ofrecen a quienes nos gusta charlar y opinar de lo que ocurrió, está ocurriendo y por qué no decirlo, creemos pudiera ocurrir en nuestros días.

En el corte internacional, todos hablamos y hacemos referencia a la posibilidad de que el conflicto político y económico entre Estados Unidos y Corea del Norte, lleve al mundo a sufrir los embates de una tercera guerra mundial.

En el ámbito nacional, el tema de moda se refiere a los cada vez más escandalosos actos de corrupción de los gobiernos de todos los niveles.  

Y aterrizando ya en el solar sinaloense, es evidente que el tema que más nos ocupa y preocupa es el de la galopante inseguridad pública.

Hasta ahí el escenario que nuestro mundo actual nos presenta como materia prima para el comentario tanto en el entorno familiar como de café y de banqueta.

Sin embargo, en lo que se refiere a Sinaloa, en lo personal puedo vislumbrar un tema que seguramente en los próximos días ganará espacios en los mentideros políticos estatales y que sin duda habrá de ser pan caliente para las mesas de café en que suelen sentarse los analistas, comentaristas, periodistas y críticos de todos los niveles a componer el mundo con sus puntos de vista y supuestas soluciones a los problemas.

Pero, ¿cuál sería ese tema que vendría a desplazar, aunque fuera por algunos días, el interés público de cuestiones tan relevantes como los que  hoy en día ocupan nuestro interés?

Pareciera que en efecto, en Sinaloa no hay otro tema con mayor relevancia que el de la inseguridad pública y el seguimiento puntual a las investigaciones sobre casos de corrupción de los malos gobiernos.

Es posible; sin embargo, mi percepción me indica que habrá polémica en puerta y esta se presentará con un hecho que vendrá a conquistar el interés público y que generaría un debate político entre las castas locales.

Se trata entonces de la publicación de un libro que verá la luz el próximo 4 de mayo y cuyo título es ya por todos conocido, pero que aquí le recordamos.

“Juan S. Millán; Auge y declive del Maximato en Sinaloa”, obra cuya autoría recae en el analista, escritor y articulista del periódico Noroeste Doctor Arturo Santamaría.

La simple mención de los dos nombres, es decir, el del autor de la obra y el personaje central, llama de hecho la atención de propios y extraños.

¿Cómo es que se da la sinergia entre dos personajes históricamente antagónicos en muchos sentidos?

¿Qué busca el exgobernador de Sinaloa, Juan Millán Lizárraga, al promover su pensamiento y su obra política a través de la pluma de un hombre que no es su amigo?

El propio Arturo Santamaría responde esta pregunta en una entrevista concedida al periódico de sus amores y en la cual da testimonio exclusivo de alguna de las partes de la obra por publicar.

Ahí, Santamaría asegura que la idea del libro fue suya, pero que Juan S. Millán lo eligió de entre muchos periodistas y escritores para dar forma al proyecto precisamente por no formar parte de su inventario de amigos personales.

Se trata de dar veracidad y contundencia al contenido del libro, dice el autor, y sugiere: ¿Qué mayor credibilidad e interés se podría lograr en este libro que surgiendo bajo la firma de un periodista ajeno a los afectos e intereses del personaje central de la obra?

Esto lo entendemos bien por supuesto, como entendemos también que esas fueron las condiciones impuestas por Millán. Es evidente pues que el exgobernador necesitaba un enemigo que le fuera útil para la publicación de su obra literaria y quien mejor que Arturo Santamaría.

Y así, ante la explicación no pedida por el lector, pero sí entregada por el Doctor Santamaría respecto a la decisión de Millán Lizárraga de elegirlo como el redactor de sus memorias, surgen otras interrogantes.

¿Pretende Juan Millán Lizárraga vendernos la idea de que el libro es el preámbulo de su retiro definitivo del mundo de la política? Si así fuera, creo que nadie le creería. 

¿O será que, por el contrario, Juan busca a través de su libro mandar el mensaje implícito de que hay Juan Millán para rato y que en su acervo cuenta con trozos de la historia reciente de Sinaloa suficientes para devastar a cualquier enemigo que se salga de sus rediles? 

Otra más... ¿De quién fue en realidad la idea de editar y publicar este libro? La pregunta la responde el mismo autor cuando afirma que la idea fue suya y que se la expuso a Juan Millán durante un encuentro que sostuvieron el día 25 de octubre de un año que curiosamente no revela, pero que ocurrió en un restaurante de Mazatlán.

“Fui yo, y no él, quien propuso publicar un libro sobre su trayectoria política, y de inmediato aceptó”, explica el Doctor Santamaría, en la multicitada entrevista.

Y ante tan interesante dato, la nueva interrogante no se hace esperar: ¿Quién que conozca el pensar y actuar de un lobo de la política de la talla de Juan S. Millán creería lo que narra Santamaría dice en el sentido de que la idea del libro fue suya y no de Juan Millán?Yo tampoco le creo al escritor.

Y para no creer en esa afirmación de Don Arturo bastaría con saber, (Y esto él mismo lo escribe) que la primera cita entre ambos la promovió Joel Hernández Niño, el hombre de mayor confianza del exgobernador Millán y quien sin duda lo hizo por mandato del político rosarense.

Este simple hecho, nos hace suponer con alto grado de posibilidad que desde el momento en que Juan Millán buscó el acercamiento con Santamaría lo hizo con la idea ya engendrada de publicar sus memorias, lo que desmiente al Doctor periodista respecto a que la idea del libro fue suya.

Lo que sí le creo a Santamaría es que Millán hubiera decidido que las memorias las escribiera alguien que no fuera de su amplio grupo de lacayos de la pluma.

Ya luego, el encanto y dulzura tan ensayada y bien explotada por el habilidoso político, aunado al atractivo de su acervo y anecdotario político, se encargarían de conquistar y acercar a su círculo de amigos a ese adversario que la vida le había impuesto en su camino.

Y ese lazo afectivo, sin duda, pudo ocurrir y concretarse durante las 17 comilonas acompañadas (supongo) de ricos vinos que Juan suele ofrecer y que Don Arturo pudo compartir en calidad de invitado especial del gran anfitrión.

Ahí, tal vez, entre risas, anécdotas y en un ambiente de camaradería, ambos aderezaron el guiso literario. Juan habría logrado finalmente el objetivo de que su libro lo escribiera un futuro amigo, con olor a enemigo.

Y es que la forma en que Juan Millán logra doblegar las malas vibras en su contra, la saben muchos, incluso el propio Manuel Clouthier Carrillo, que en su momento probó esa especie de encanto que la vida le obsequió a manera de virtud a Juan Millán y que sabe utilizar muy bien para doblegar voluntades… Así nació y así será siempre el polémico y hábil político snaloense.

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