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Opinión

Ideología política y realidad

Con Estadística.

Cuando en las encuestas les preguntamos a los mexicanos en cuanto a cuestiones de ideología política obviamente: ¿qué entienden por izquierda y qué por derecha? Son muchos más los que no saben definirlas que los que sí. Cuando se les pide que se ubiquen, son más los que tienden hacia el centro, pero por sus respuestas ante diferentes preguntas, los terminamos ubicando más hacia la derecha.

En la cuestión de conservador y liberal pasa algo similar: el mexicano tiende a sentirse más liberal, pero en realidad su pensamiento es más conservador. Así estamos.

Hoy tenemos, además de este conflicto de entendimiento de los conceptos ideológicos-políticos, a un presidente echándole leña al fuego con sus definiciones “sui géneris” que claramente están basadas en si están con él o no. Para él los enemigos son los conservadores, los neoliberales y la derecha; y poco importan las definiciones teóricas, lo son si no lo apoyan. ¿Es efectiva esta forma de comunicar? Muchos piensan que sí; logró ganar contundentemente el pasado julio. ¿Es buen momento para seguir haciéndolo? Yo creo que no; ya es gobierno, es el presidente de todos los mexicanos y esta polarización podría costarle más adelante.

Mucho se ha comentado sobre las encuestas de opinión que muestran que López Obrador es un gobernante popular; ganó históricamente con más de 30 millones de votos y muchos que no votaron por él se subieron a “su ola” después del contundente triunfo. Hoy podemos decir que aproximadamente dos terceras partes de la población lo aprueban como presidente, es decir, son alrededor de 60 millones de adultos mexicanos que responderían que aprueban el desempeño del mandatario.

Lo que no le alcanza a las encuestas para mostrarnos, es la convicción que hay detrás de esta respuesta, ni los niveles de interés y de información que se tienen al darla; estas variables de corte cualitativo, si bien no son relevantes cuando de votos se trata (lo mismo vale el voto más informado que un voto sin conocimiento alguno del tema), sí son significativas cuando se evalúa un gobernante. Para evaluar un poco eso, vemos al llamado círculo rojo (población con alto nivel de información e influencia en su entorno) muy dividido y polarizado: oímos y leemos a diario opiniones a favor de AMLO pero seguido ganan las muchas que están en contra; también analizando lo que se dice al respecto en las redes sociales y con los resultados de otro tipo de estudios podemos ver bastantes argumentos contra las acciones y las formas que está adoptando el tabasqueño. En otros segmentos, como son algunas regiones del norte del país y el bajío también hay muestras de que no todo es miel sobre hojuelas para la llamada 4T; en las elecciones recientes ya se vio, principalmente en Tamaulipas, donde arrasó el PAN, pero también en Aguascalientes y Durango, donde Morena estuvo lejos de ser la aplanadora que fueron en 2018 o en Baja California este mismo 2019. Todas estas influencias, además del natural desgaste de ser gobierno, pueden ir menguando fuerza y pérdida de apoyo popular en este peculiar liderazgo.

A lo que voy con todo esto es a que creo que están tomando riesgos altos en la comunicación presidencial, y, como siempre ha sido en el caso de López Obrador, no sabemos si es que no lo están asesorando bien, o si es él mismo el que decide su estrategia. A lo largo de tantos años en campaña, en el 2018 por fin tuvo su premio este estilo de dividir a los ciudadanos; pero como ya he escrito anteriormente, al mismo López Obrador antes se le ha temido, como también ha disgustado su tendencia a confrontar. Ahora como Presidente creo, con mayor razón, que es una equivocación el no dejarse margen para un poco de desencanto: sigue con el discurso de que son buenos los que están a favor y malos los que no, a lo mejor es su naturaleza, pero en el pecado podría llevar la penitencia. Tampoco ha dejado que otras voces o figuras sean las que reciban la metralla de las críticas, incluso ha desmentido a los de su propio equipo restándoles autoridad, es sólo lo que él diga. Ya son varios los temas polémicos en los que le sigue dejando todo a su astucia para explicar las cosas; el fuerte desgaste de los gobiernos anteriores ha sido el escenario perfecto para poder justificar acciones claramente en “contra sentido” de lo que dictan estudios o analistas (y en algunos casos de la lógica misma). Súmele a todo lo anterior lo complejo que es resolver los asuntos de la seguridad y la microeconomía en un país como el nuestro, es lógico pensar que con estos dos grandes temas habrá descontento. El dejar entonces sólo las dos opciones extremas de apoyo o rechazo hará que sea fácil dar el brinco de un lado a otro, necesita crear y dejar que existan espacios en el medio, creo yo. Será natural que vaya perdiendo seguidores, aunque lo hiciera todo bien se irían los que tienen expectativas irreales, pero no necesariamente tendrían que convertirse en opositores, ahí está el meollo del asunto de la comunicación actual.

La situación obliga, México cada día se divide más, y en estos últimos días vimos las dos caras de la moneda: la primera, de manera más bien atropellada y no bien planeada, se da con el llamado a la unidad en torno a las amenazas y presiones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. En esta extraña marcha que primero llamaron de la unidad y donde se pedía el apoyo general al presidente López Obrador, pero que terminó siendo de celebración pues no nos aplicaron los “famosos” aranceles, al menos de momento. En el discurso del Presidente en Tijuana no se encontró ningún tipo de crítica, ataque o provocación a sus adversarios, pero ya la semana pasada apareció de nuevo esta figura descalificadora porque, según su versión, son “los del partido conservador los que están inventando que quiere cobrar la tenencia en todo el país”, sin fijarse o sin importarle que los que lo están diciendo son un subsecretario de su Gabinete y miembros de su partido en la Cámara de Diputados. El estar todos los días en la mañana informando, además de que es riesgoso en sí dada la exposición que tiene, y culpando de todo mal a este grupo no claramente identificado pero blanco constante del orador principal, abona mucho en lo que he comentado, por eso estoy convencido que le conviene irse a una nivel más moderado tal como lo hizo el día que ganó.

Extrainnings

Las resoluciones judiciales de no destruir el aeropuerto de Texcoco y no empezar con el de Santa Lucía dan la oportunidad de ver la parte más radical de López Obrador, no le gusta que no se den las cosas como él quiere, deben de cuidar la forma en que transmite estas molestias. Ya no está en campaña.