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Opinión

"Halconeo” ¿Delito grave?

El Puente.

El Presidente de la Comisión de Seguridad Pública del Congreso del Estado, Diputado Marco Antonio Osuna, está elaborando, en conjunto con varios legisladores, una iniciativa de reforma al Código Nacional de Procedimientos Penales para que la figura del “halconeo” se tipifique como delito grave.

En su propuesta, Osuna plantea que quienes sean detenidos ejerciendo presumiblemente la función de espías del crimen organizado, deberán ser procesados, pero no en libertad, como lo establece el nuevo modelo de justicia penal acusatorio, sino en prisión preventiva, como ocurre con delitos como el secuestro, trata de personas, narcotráfico, entre otros que se persiguen de oficio.

La iniciativa establece que todos aquellos de quienes la autoridad podría sospechar que han sido reclutados por grupos del crimen organizado, para ponerlos a su servicio como vigilantes, estarían en condiciones de ser detenidos y llevados directamente a la cárcel, en tanto se define su situación legal.

Si dicha iniciativa se aprobara, se daría facultades a la policía para detener de inmediato a quienes están con cierta frecuencia en puntos fijos, o se mueven en vehículos, principalmente motocicletas, y se comunican con aparatos de radio o teléfonos celulares.

El primer problema es que con ese mismo criterio también serían sospechosos los estudiantes que visitan parques, plazas comerciales, instalaciones deportivas, repartidores de comida rápida, taxistas, choferes del transporte público, y hasta la señora que vende tamales en la esquina.

Nuestra intención no es descalificar anticipadamente la propuesta del diputado Osuna, quien considera urgente atacar el fenómeno del “halconeo”, argumentando que se ha convertido en un fuerte obstáculo para el combate de la delincuencia, pero es pertinente analizar las probables consecuencias de una medida de esta naturaleza que, para algunos, como el agudo periodista Armando Ojeda, pudiera ser una simple ocurrencia del representante popular con el afán de ganar notoriedad.

Durante su participación, el pasado jueves, en la mesa de análisis del noticiero Fórmula Noticias, Ojeda señaló que la problemática social y económica de nuestro país nos indica que el “halconeo” (como pudiera ser cualquier otro oficio ilegal derivado del narco) se ha convertido en una actividad en la que abundan los jóvenes menores de 18 años sin alternativas de empleo.

Y en efecto, la mayoría de quienes se convierten en informantes del crimen organizado no tienen expectativas hacia el futuro, son menores de edad que ni estudian ni trabajan (“ninis”) y muchos de ellos provienen de familias desintegradas por el alcoholismo y las drogas.

Los grupos del narcotráfico los enganchan con bajos sueldos en la mayoría de los casos, para que reporten los movimientos de entradas y salidas en lugares estratégicos, como oficinas de gobierno, aeropuertos, terminales de autobuses, casetas de peaje, carreteras y caminos vecinales de zonas controladas por dichas células del crimen organizado.

El “halconeo” también es considerado como la puerta de entrada al mundo del narco, es el primer paso para formar parte de un grupo delincuencial, pero es una labor de altísimo riesgo, porque un error al proporcionar información se paga incluso con la muerte. Los más jóvenes son atraídos por el dinero, los autos, las armas y las drogas.

Estamos hablando claramente de jóvenes que son víctimas de la desigualdad social, del desempleo, de la falta de oportunidades y la desintegración familiar, pero también son, de alguna manera, producto de la guerra contra el narco y la militarización del país.

Y es que los “halcones” se vuelven más necesarios para los grupos del crimen organizado, cuando el Ejército decide participar en operativos de seguridad pública, como es el caso de Sinaloa, porque los policías locales, que en no pocos casos cumplen también la función de pasar información al crimen organizado, están ahora más vigilados por las fuerzas armadas.

Este es quizás el argumento más fuerte en el que se apoyan los promotores de la iniciativa para tipificar el “halconeo” como delito grave, pero el asunto de fondo es que, de nuevo, como ya en otras ocasiones se ha señalado, este tipo de propuestas buscan atacar los síntomas y no las causas del fenómeno.

Probablemente, la iniciativa dé notoriedad al diputado Marco Antonio Osuna y quizás hasta un reconocimiento reciba de algún organismo de la iniciativa privada, pero valdría la pena pensar en promover desde el Congreso otras alternativas para que esos jóvenes tengan la posibilidad de ir a la escuela, se capaciten y obtengan un empleo lícito.

¿Por qué no pensar, por ejemplo, en triplicar el recurso público que se destina a becas de manutención para estudiantes de bajos recursos?  

Es tan limitado el presupuesto en esa y otras áreas de la educación, que las becas se han convertido en una opción inalcanzable para muchos jóvenes que no tienen ni para el camión.

Un pequeño apoyo económico para continuar sus estudios puede hacer la gran diferencia en el destino de un joven, pero hay quienes prefieren el camino fácil de endurecer las leyes para reprimirlos.

Si el pretexto para no aumentar el presupuesto a los programas de becas es que saldría muy caro, ¿a poco creen que saldría muy barato mantener a tantos jóvenes en la cárcel tan sólo por ser sospechosos de “halconeo”?

GRAFITI

Si usted es de los que creen que gobernar un estado como Sinaloa es fácil. ¿Qué haría con el tema del narcotráfico? ¿Negociar para controlar, como lo aconsejaría la vieja escuela de algunos ex gobernadores?

El problema es que antes eran tres o cuatro cárteles, hoy el monstruo tiene mil cabezas, que no se sujetan a un solo patrón de delincuencia y han derivado en múltiples delitos.

¿Con quién y cómo se tendría que negociar?

Lo dicho, el gobierno está entre la espada y la pared. Si la decisión es combatir frontalmente al narco la lucha será sangrienta. Si decide negociar, dejará una herencia fatal.

¿Usted que haría?

Twitter: @victortorres_mx



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