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Opinión

¿Gasolinazo?... La encrucijada del Presidente

Punta de Lanza.

02/01/2017

Es evidente que la tecnología cibernética, puesta hoy en día al alcance de todos los estratos sociales, ha venido a revolucionar la conducta y comportamiento público del pueblo de México.

Hoy todos somos testigos de la forma vertiginosa en que nuestra sociedad ha pasado de haber sido un conjunto humano apático y desatendido de los asuntos públicos del país, a ser una comunidad socializada, y ahora muy enterada, y por ende, altamente interesada en los temas de la vida pública.

Esta situación que nos envuelve e involucra a todos por igual, es por supuesto bien entendida y aprovechada por políticos y empresarios poderosos, quienes suelen diseñar sus planes de acción en aras de fortalecer sus propias estructuras, acechando respecto al comportamiento y estado de ánimo de las personas que se mueven en las redes sociales.

Los ejemplos están ahí a la vista de todos. Los vemos a diario principalmente en nuestros teléfonos móviles y en las computadoras, por donde transitan los ríos de coraje, desespero e indignación de miles de usuarios en protesta por las políticas públicas implementadas por el Gobierno de la República.

Reitero, millones de mexicanos, tan inconformes algunos, como desinformados otros respecto a la esencia de las medidas gubernamentales, aunque eso sí, muy bien enganchados en el tema de la crítica por parte de quienes ofrecen sus propias versiones y testimonios de los hechos.

Ahí están entonces esos promotores y defensores de nuestros intereses, principalmente de corte político, aprovechando la amplia coyuntura que la tecnología moderna ha puesto en sus manos para orientar, influir, promover y, por qué no decirlo, incitar a la gente hacia un comportamiento acorde a sus propios deseos e intereses antigobiernistas.

Y es que el caldo de cultivo está servido en nuestro México. Es decir, la gente, nosotros mismos los mexicanos, estamos predispuestos para ofrecer nuestras voluntades hacia el campo del comportamiento antisocial que los orquestadores y diseñadores de las estrategias para la revolución de las ideas nos indiquen a través de sus mensajes y textos.

En materia política, los expertos en subversión social que pululan por el mundo, y que en México no faltan por ninguno de sus puntos geográficos, saben a ciencia cierta que el plato está servido para dar de comer a los millones de ciudadanos sedientos de justicia social.

Para ello, las redes sociales se han convertido en la herramienta perfecta para dar vida al cultivo de la insurrección y la protesta pública de los inconformes conquistados.

Y ahí tenemos pues a los gobiernos de todos los niveles acusados desde las propias redes sociales de ser los ladrones que, no obstante vivir de nuestros impuestos, truncan además nuestros sueños y anhelos de contar con el país próspero y moderno que todos queremos tener.

Legisladores, servidores públicos y líderes de los partidos políticos son también satanizados como los personajes que llegan solo para robar y seguir hundiendo a los estados y al país mismo, ejerciendo un muy pobre ejercicio de sus responsabilidades.

Nadie escapa entonces a la ola de lodo y odio que ha sido promovida principalmente a través de las redes sociales en contra de quienes encabezan desde las distintas trincheras políticas a los gobiernos constitucionales, acción que sin duda ha permeado de manera efectiva en el ánimo de la gente.

Pero la otra realidad es igualmente dolorosa. Y es que, como antes señalamos, es innegable que efectivamente México es un caldo de cultivo predispuesto para que las movilizaciones sociales antigobiernistas estén cobrando fuerza, como cierto es también que las cosas no se están haciendo bien desde las esferas oficiales.

Lo saben los anarquistas, y por supuesto que no querrán desaprovechar la histórica oportunidad de llevar agua a su molino, tras observar una sociedad cada día más exigente y también harta de ser abusada por funcionarios poderosos y corruptos.

Así expuesto, creemos que el gobierno de México se encuentra ante una grave y trascendental encrucijada. O cambia, o lo hacen cambiar.

UN HURACÁN QUE TRAJO CALMA A MÉXICO

La delicada crisis política generada por las alzas a los costos de la gasolina, ha sido quizá la pisada del huarache mexicano que antecede al abismo político de México. El pueblo se ha revelado y parece no estar dispuesto a seguir soportando el castigo a su bolsillo con las alzas que los gasolinazos generan en los insumos  de consumo básicos.

Ahí están frente al gobierno otra vez las maniobras generadas a través de las redes sociales encaminadas a generar nuevas movilizaciones, aparentemente pacíficas de la masa humana inconforme, ahora tras la espera y en rechazo del segundo incremento a los costos de los combustibles.

Creemos que la incipiente recuperación de las simpatías perdidas que logró reconquistar el Presidente Enrique Peña Nieto, luego de haber desairado la invitación a dialogar que le habría girado su homólogo gringo, Donald Trump, pudieron haber sido efímeras, si se cumple el catastrófico anuncio del nuevo aumento a las gasolinas.

Que el “terremoto Trump” azotara con su presencia amenazante las esferas públicas de nuestro país, y del mundo entero, pudo haber hecho recapacitar a nuestro Presidente respecto a su urgente necesidad de recibir aunque sea un esbozo de aplauso de sus gobernados y sabe que el mejor camino para ello sería el imponer freno a los famosos y odiados gasolinazos.

Así expuesto, creo que hoy la realidad de México golpea el rostro del mandatario, obligándolo a tomar una de las dos decisiones más importantes de su ejercicio presidencial.

1. Cancelar el nuevo aumento a la gasolina programado, para seguir en el camino de la reconquista de las simpatías de sus gobernados, arrebatando de paso las banderas de la insurrección que ondean por todo México sus enemigos políticos.

2. Seguir en su decisión de incrementar el costo del combustible, dando manga ancha a sus detractores para que vuelvan a la cargada con más fuerza en aras de desestabilizar el país y con claras intenciones de derrocar a su gobierno... Enrique  Peña Nieto tiene la última palabra.

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