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Opinión

Estar solo

Pensándolo bien.

Raquel Lemos, psicóloga española, nos dice: La soledad puede ser destructiva y cruel si la convertimos en nuestra enemiga. Pero la sociedad en la que vivimos no nos ayuda a percibirla de otra manera. Desde pequeños nos instalan en nuestras mentes la creencia de que estar solos es algo negativo, algo que distingue a los fracasados de quienes no lo son. Sin embargo, en el caso de que tengas que encontrarte con la soledad, ¿qué vas a hacer? ¿Vas a dejar de vivir la vida y disfrutarla solo porque no tengas a nadie a tu lado?

La solución a todo esto se encuentra en nosotros, pero no la vemos porque hay que hacer algo muy importante: realizar acciones que, por inercia, parece que deben hacerse solo con otras personas. Pero, sobre todo, es necesario liberarnos de esa creencia de que la soledad es negativa cuando en realidad puede ser una de las experiencias más enriquecedoras que jamás hayamos podido vivir.

En muchas ocasiones hacemos verdaderas tonterías para evitar estar solos. Enganchamos unas relaciones con otras, hacemos cosas por otras personas para no “perderlas” aunque en realidad no nos agraden.

¿Cuántas veces has renunciado a un plan porque nadie quería acompañarte? Si te das cuenta, muchas veces te limitas y no disfrutas de lo que te apetece cuando así lo deseas por el hecho de no tener a nadie a tu lado. Esta es una de las mayores tonterías que puedes hacer.

Es verdad que habrá gente a tu alrededor que te mirará raro, que quizás tu familia te diga que estás “mal de la cabeza” por irte solo a un lugar. Esto te obligará a hacerles caso y alimentará esa creencia errónea que aún no has podido eliminar de forma completa de tu mente.

Pero, si sigues fiel a tus sentimientos, si no sacrificas tus gustos por no tener acompañantes, entonces descubrirás todo un mundo de posibilidades.

Claro que tienes miedo al rechazo, te sentirás fuera de lugar. Pero ¿quién sabe si en ese lugar, de repente, encuentras a alguien mejor? No es que vayas con ese objetivo, tienes que disfrutar. Pero todo se puede dar porque, aunque no te lo creas, hay algunas personas que hacen cosas solas y que disfrutan de esa soledad dándole igual lo que puedan pensar los demás.

Pero no nos vamos a engañar. La soledad duele porque nos enfrenta a nuestros mayores temores. Sin embargo, el dolor siempre es transitorio, nunca perdura más de lo necesario. La soledad nos empuja a ser nosotros mismos, a desatarnos de todas esas creencias y normas absurdas que hemos considerado verdades absolutas cuando en realidad nos estaban encasillando.

No es malo estar solo, menos aún disfrutar solo. Ignora a quienes se burlen de ti, pues contribuyen a la tentación de que vuelvas al principio, donde la dependencia a los demás te oprimía. Si la soledad se presenta en tu vida no la niegues, no la intentes evitar acumulando personas vacías que no te aportan nada. Abrázala, acéptala y, sobre todo, disfrútala. Porque gracias a ella te enriquecerás, te descubrirás y, sin ninguna duda, crecerás.

(Hasta aquí Raquel Lemos).

Puede ser que Raquel Lemos se sienta tentada a usar ese tono admonitorio cuasi religioso con el que termina su texto invitando a sus lectores a disfrutar de la soledad con la idea de una vida libre de todo conflicto, dada la ausencia de pareja o familia, relaciones que usted y yo conocemos como fuentes automáticas de conflicto.

Y que gracias a la soledad “enriqueceré, me descubriré y creceré”.

Pues ¿sabe qué?: con todo respeto, yo francamente lo dudo.

Un rato estar solo tal vez esté bien y hasta sea necesario, pero como una actitud vital la soledad sería una negación absoluta de la característica básica del ser humano (su humanidad) desde el inicio de la especie hace alrededor de 4 millones de años.  

Mejor piénsele bien y seguiremos platicando.

jperezrobles@gmail.com


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