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Opinión

El dolor y el sufrimiento

Pensándolo Bien.

Irati Novella, pedagoga y educadora social, nos dice que a veces, la vida duele… y a veces sacude tan fuerte que parece difícil volver a levantarse. Y es que cuando vivimos un suceso doloroso somos de alguna manera empujados a intensos procesos emocionales. 

Quedarse enquistado en el dolor es una opción personal. Y así, anclados en el sufrimiento, evitamos el viaje interior que culmina en la aceptación, en la serenidad de la comprensión y en el desarrollo personal.

El dolor es inevitable, el sufrimiento opcional.

Tanto el dolor como el sufrimiento forman parte de la vida. Cabe señalar que muchas veces utilizamos estos dos términos como sinónimos. Sin embargo, para poder gestionarlos adecuadamente es importante entender qué los hace diferentes.

El dolor, en su dimensión psicológica, es una emoción que puede surgir ante determinadas situaciones o problemas. Afecta física, emocional y mentalmente y perdura hasta que la persona se puede restablecer. En este sentido, el dolor implica aceptación y estar en contacto con lo que sentimos.  

El sufrimiento va un paso más allá. Cuando tenemos incapacidad para aceptar la realidad y continuar con nuestra vida, es cuando surge el sufrimiento. Este estado nos llevará una y otra vez a pensamientos y emociones que nos mantendrán en desequilibrio y que nos pueden enfermar. Así, el sufrimiento sería una consecuencia no necesaria del dolor.

Cabe señalar que el sufrimiento adquiere mucho más intensidad y duración que el dolor emocional, pudiendo durar indefinidamente. Por ejemplo, el dolor es inevitable con la pérdida de un ser querido. En caso de que esta herida no logre curar y cerrarse, es cuando llega el sufrimiento. Este último impide la posibilidad de aceptación y crecimiento.

El crecimiento a través del dolor.

El crecimiento postraumático ocurre cuando la persona acepta lo sucedido y reconstruye sus creencias. Es un proceso parecido a cuando una persona tiene que reconstruir su propia casa tras un terremoto. 

Y es que, en realidad, nada tiene el poder de hacernos desdichados excepto nuestra propia actitud. Según el psicoterapeuta Joan Garriga, cualquier pérdida se puede convertir en una oportunidad para crecer como personas.

Asimismo, el gran riesgo de los procesos dolorosos es el de no superarlos e instalarse en posiciones existenciales que alimentan el sufrimiento: la queja, el victimismo, la venganza, la rigidez, el orgullo… En este sentido, cabe señalar que el dolor es un proceso inherente a la existencia y es importante para crecer y entender aquello de lo que participamos de una manera más enriquecedora.

(Hasta aquí Irati Novella).

Si damos por buena la diferencia entre dolor y sufrimiento propuesta por la psicología Gestalt de Garriga, tendremos que estar de acuerdo en que el dolor, un fenómeno inevitable, tiene dos salidas posibles: Una es su desarrollo hacia el crecimiento de la persona que logra superarlo y la otra es la instalación del sufrimiento personal como una peligrosa fijación que se alimenta de la queja, el victimismo, la venganza, el orgullo, etc. y no permite crecer.       

Sin embargo, la realidad es que ambos procesos conviven en el ser humano. No es que exista uno O el otro, sino que se da tanto uno como el otro. Los procesos internos y la historia personal de cada sujeto determinarán el grado de desarrollo posible.

Esperemos que el de usted sea el mejor.

Piénsele bien y seguiremos platicando.

jperezrobles@gmail.com

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