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Opinión

El Estrés

Pensándolo bien.

Iris Luna, psicóloga española, discute “el peso del estrés”, dependiendo de varios factores.

El control del peso corporal depende de muchos factores, pero uno de ellos no es atendido, aunque en esta época sea muy frecuente y comprometa varias áreas de nuestro funcionamiento. Me refiero al estrés.

El estrés es una respuesta que nuestro cuerpo nos da al sentirse en alguna situación de amenaza o miedo. Debido a los continuos cambios que presenta la vida, nos debemos adaptar a situaciones totalmente nuevas y diferentes, y ante la “obligación” de tener que aceptar los cambios, a nuestro cuerpo le resulta agobiante.

A corto plazo, el estrés consigue quitarnos el apetito. El sistema nervioso envía mensajes a las glándulas suprarrenales para liberar la hormona epinefrina (también conocida como adrenalina). La epinefrina ayuda a desencadenar la respuesta de lucha o huida del cuerpo, un estado fisiológico acelerado (incrementa la frecuencia cardíaca, la respiración y la vasoconstricción, liberación de glucosa del hígado a la sangre), que temporalmente detiene la alimentación. 

Si el estrés persiste en el tiempo, la historia es diferente; las glándulas suprarrenales liberan otra hormona llamada cortisol, este aumenta el apetito y también puede aumentar la motivación para comer. Una vez que termina un episodio estresante, los niveles de cortisol deberían caer, pero si el estrés no desaparece y se vuelve crónico, o si la respuesta al estrés de una persona se queda atascada en la posición “encendida”, el cortisol puede mantenerse elevado.

El mal manejo del estrés no es amigo de nuestro cuerpo y además se asocia a la obesidad. El estrés puede desencadenar cambios físicos, metabólicos y emocionales (alimentación emocional), que nos impulsan a consumir productos de gran densidad energética, sabrosos y muy poco nutritivos (ultra procesados), esto nos puede llevar a ganar peso con facilidad.

Por otra parte, la misma urgencia asociada al estrés nos lleva a comer de forma rápida, poco consciente y desordenada; en muchos casos hay abuso de café, alcohol, tabaco y otras sustancias. 

El estrés crónico interrumpe nuestro sueño y altera los niveles de glucosa sanguínea; esto nos hace sentir más hambre, y comer se puede convertir en una especie de puerta de escape emocional que con frecuencia nos lleva a una malnutrición. A más estrés, más alteraciones del sueño y más hambre. Con el tiempo podemos llegar a presentar diabetes tipo 2, alteraciones en los lípidos sanguíneos. 

(Hasta aquí Iris Luna).

Comentario de JPR:

Aunque las recomendaciones de este artículo hacen énfasis en los aspectos médicos que el estrés trae consigo, la secuencia en la consciencia es que tomemos mayor cuidado con el tipo de alimentación desde la infancia. Convertir a la alimentación en una fuente de enfermedad es el peor error del desarrollo humano, así sea involuntario.

La alimentación debería trabajar siempre a favor de la preservación de la vida; si la convertimos en un supuesto mecanismo de defensa, se vuelve contra el nivel de glucosa en la sangre y nos enferma. Cuidado.  

Piénsele bien y seguiremos platicando.

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