¿Cuál es el problema más grande del mundo?

Pongámonos a pensar en esto un momento: ¿Será la violencia y las guerras? ¿La contaminación? ¿El hambre y la pobreza? ¿La desigualdad y el racismo? ¿Las injusticias y la corrupción? ¿Acaso son todas las enfermedades que nos aquejan y llevan a la muerte?

La respuesta es “Ninguna de las anteriores”.

Miremos un poco el mundo que tenemos. Nos regimos por una sociedad que busca el consumismo, seguir adelante comprando lo último y lo mejor que sale a la venta.

¿Qué tal esta realidad? En la que quizás para ti abrir el grifo, prender la luz y sacar comida de un refrigerador es algo común y cotidiano mientras para muchas personas es algo inimaginable.

¿Cómo se siente salir a la calle y tener que ser tu propio guardaespaldas? en lugar de disfrutar el trayecto.

¿Cómo es vivir con desconfianza de tus semejantes? Que quienes hacen daño, roban y matan son personas de este mundo, son como tú y como yo.

¿Disfrutas la herencia de nuestros antepasados? Inventos, grandes edificios, transportes, música, películas clásicas, medicinas, tanta sangre derramada, injusticias sin resolver, desigualdad en todas partes, el ambiente modificado, demasiada basura, un sistema corrompido y conflictos entre las naciones y entre nosotros mismos.

El problema más grande del mundo… somos nosotros. Si, tú, yo y todos. Que parece que hemos nacido para dañar este mundo. Lo modificamos a nuestro antojo y lo destruimos parte a parte, lo estamos consumiendo desmedidamente.

¿Sera que ha dejado de importarnos?

Que mientras este mundo siga girando y girando, no importa lo que hagamos con el, hacia donde lo llevamos o si lo destruimos, aunque en realidad no es el planeta o el mundo al que afectamos, es a nosotros, el propio ser humano se mata a sí mismo.

Algunos acosan, roban y matan, otros se sientan a ver como el resto lo destruye todo. Como si la vida se tratara de una película que solo tienen derecho a ver y criticar más no ha aportar y mejorar. Y así como indiferentemente muchos nos limitamos a un “Pobresito, qué lastima lo que le paso”, estamos limitando la capacidad de dar y amar, pues de la misma forma ignoramos a quien muere de hambre, de pobreza o de soledad.

Aún queda mucho por hacer y otros legados que dejar. Aun podemos ser los locos que quieren de verdad y no de sueño, cambiar al mundo. Sólo basta una decisión, una acción que se debe llevar a cabo a partir de ahora: Mirar más allá de tus propios ojos, más allá de lo que quieres y necesitas, debemos cuidar lo que tenemos o mejor dicho lo que nos queda, en lugar destruir a diestra y siniestra el único lugar donde podrán habitar nuestros hijos y nietos, el día de mañana.

Mira lo que el otro necesita y no te olvides de los que vienen, mira a quien pide tu ayuda a gritos sin pronunciar una sola palabra, como lo está haciendo nuestro planeta, sin obtener respuesta o ayuda alguna.

Ten el valor de compartir un poco de ti, de tu vida y de tu tiempo con los demás, dale algo más al mundo que no sea basura y destrucción, no seas quien se queda sentado viendo como todo se cae a pedazos, se quien se levanta cada mañana para escribir una historia diferente, una en la que el planeta por fin tenga un lugar en el mundo del hombre.