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Opinión

Corea puede sorprender a México

Contrarreloj.

Llevamos una semana del Mundial y, aunque parezca poco tiempo para extraer conclusiones, sí lo es para dictaminar que algo está cambiando. 

No hay equipos grandes ni pequeños; hay escuadras trabajadas y ambiciosas que no entienden de límites. No deciden los mejores, deciden los detalles.

La Copa del Mundo es una competición única, capaz de sacar lo mejor y lo peor de cualquier selección. No hay partidos fáciles como cualquiera de las 32 participantes en Rusia puede atestiguar. En contra de lo esperado, ninguna de las favoritas ha podido mostrar su superioridad; algunas de ellas, incluso han estado cerca del abismo. 

Alemania, la actual campeona, tras perder contra México, ya no puede fallar; Argentina, la actual subcampeona, se la juega contra Nigeria el próximo martes en un grito agónico, después de igualar 1-1 ante la debutante Islandia y ser goleado 3-0 por Croacia. 

Ni Brasil ni España ganaron su primer partido, y a duras penas los campeones de Sudáfrica 2010 lograron imponer una mínima ventaja a Irán el miércoles pasado en Kazán; mientras que Francia sufrió para superar a Australia 2-1, y después por la mínima ante el Perú.

En el futbol actual, donde todo está tan estudiado, todo puede pasar. Ante tanta igualdad, a merced de la explotación de recursos, es entendible que, hasta el momento, el 60% de los goles se hayan producido en acciones a balón parado. Salvo los partidos de Rusia (5-0 ante Arabia Saudita), Portugal (3-3 ante España), Bélgica (3-0 ante Panamá), y Croacia (3-0 ante Argentina) hablamos de un Mundial regido por la igualdad en que nada puede darse por hecho, independientemente del estatus de cada uno, hasta que el árbitro no decreta el final. Cada gol vale su peso en oro y, en este contexto, hasta la peor selección puede complicarle la vida a la mejor en una tarde inspirada.

Para algunos, esta falta de goles vivida hasta el momento hace que los partidos sean menos atractivos desde una óptica superficial, por no decir aburridos. Se equivocan. Esta también es la magia: que el futbol no sólo depende del ataque, que también existe la defensa y que esta es capaz de marcar diferencias. 

Cada selección va con lo que tiene, optimizando sus recursos y creyendo en sí mismo. Islandia, México o Suiza así lo hicieron y concibieron resultados favorables. El Mundial sólo entiende de sorpresas... y eso favorece al aficionado. 

Ahora bien, desde este panorama, México tendrá quizá el mayor de sus compromisos en esta fase de grupos cuando encare este sábado en Rostov a Corea del Sur. Si bien, los surcoreanos son catalogados como el rival más débil de este grupo, la oposición que manifestaron a Suecia el lunes pasado, tomando en cuenta que encaraban a la mejor defensiva europea del momento, dejó en manifiesto las virtudes con las que pueden competir contra México.

Las relaciones bilaterales entre ambos naciones datan desde 1962, aunque se tiene registro que en 1902 llegó la primera migración de surcoreanos a territorio nacional; y fue en la época de los 60’s donde fomentaron el Taekwondo, su deporte oficial, en el cual son potencia número #1 en el

Mundo, en gran parte del país. 

Ese gesto diplomático-deportivo provocó que hoy en día la presente disciplina sea la que más satisfacciones le ha brindado a nuestro país con las hazañas evocadas por Guillermo Pérez (en Beijing 2008) y en una dimensión aún mayor, la gesta olímpica concebida por María del Rosario Espinoza en 2008, 2012 y 2016.

A nivel de futbol, esta será la segunda ocasión que ambas selecciones se confronten en un Mundial, ya que se citaron anteriormente un 13 de junio de 1998. En aquella ocasión, México se repuso del gol inicial de Seuk Ju Ha y terminó dándole vuelta en la segunda parte con un tanto de Ricardo Peláez y dos de legendario "Matador", Luis Hernández para sellar el triunfo 3-1.

El antecedente más cercano entre ambas selecciones tuvo lugar en Río 2016. En aquella ocasión la selección Sub-23 dirigidos por Raúl Gutiérrez se midió a los coreanos dirigidos por Tae-Yong (actual estratega del combinado mayor). Era el tercer partido de la fase de grupos y ambos representativos llegaban con la obligación de ganar, aunque a los orientales les servía el empate para clasificar a la segunda fase gracias a la diferencia de goles. 

El partido concluyó con una victoria de Corea (1-0) y la eliminación del Tri sub 23 que buscaba refrendar el Oro conseguido en Londres 2012. De aquella selección de Río actualmente están presentes Alfredo Talavera, Carlos Salcedo, Érick Gutiérrez e Hirving Lozano.

Sin duda será una partida de ajedrez entre Juan Carlos Osorio y el estratega surcoreano, quienes emplearán sus mejores movimientos, uno para alcanzar el boleto a los octavos de final a falta de una fecha en la fase de grupos y otro para cristalizar su primer triunfo que le pueda dar mayores posibilidades en un tercer partido.

Como el México contra Alemania, los nacionales no tenían nada que perder y en cambio tenían mucho que ganar. Lo concibieron y marcaron pauta en la historia.

Después de la algarabía que representó ese triunfo épico, la realidad es que la selección aún no ha ganado nada. Aún mantiene el anhelo del quinto partido, y la siguiente prueba para mantener sus aspiraciones es Corea del Sur, que al igual que la primera prueba de México, tiene mucho que ganar y poco que perder.

Así que no nos sorprenda una victoria escrita en coreano.

Twitter: @MGM_Sports

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