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Opinión

Contrapesos necesarios

Fórmula Legislativa.

A las variadas preocupaciones que un eventual triunfo de Andrés Manuel López Obrador había producido en un amplio sector de la sociedad mexicana, se suma el llamado de este candidato a que su feligresía vote también por los candidatos a diputados federales y senadores postulados por Morena.

Desde el punto de vista pragmático del candidato, resulta lógico el llamado porque de obtener el triunfo requerirá necesariamente obtener control sobre el Poder Legislativo, para llevar adelante su proyecto sin contratiempos.

Sin embargo, el planteamiento está muy lejos de una visión democrática pluralista y muy cerca de un régimen en el que, de lograr su intención, se ejercería el poder en forma autoritaria.

Es cierto que el triunfo de López Obrador solo puede considerarse un hecho luego de que transcurra la jornada electoral, reciba votación mayoritaria y la Sala Superior del Tribunal Electoral de la Federación declare la validez de la elección. Pero salvados esos obstáculos, lo único que impediría escalar del autoritarismo a la concentración absoluta del Poder, es el sistema democrático que los mexicanos hemos construido desde finales del siglo pasado, sistema que pese a su inmadurez y al cúmulo de críticas de que ha sido objeto, ha logrado anclar sus más importantes principios en la Constitución.

Este anclaje democrático constitucional impediría, al menos en un primer momento, que el titular del Poder Ejecutivo controlara directamente más del sesenta por ciento de las Cámaras de Diputados y Senadores, lo que no le permitiría hacer reformas trascendentes a su antojo. Es decir, estaría obligado a entablar negociación con otras fuerzas políticas que deberán servir como contrapeso y evitar el riesgo del autoritarismo.

Los contrapesos institucionales –define María Amparo Casar en un artículo localizable en https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/6/2748/24.pdf- son los límites que un poder tiene derecho a imponer sobre otro y derivan de la configuración de la forma de gobierno que adopta una nación. Constituyen desde otra perspectiva el sistema de control del Poder.

Pero más allá de los controles constitucionales y legales, lo importante es que aún sin advertirlo, el ciudadano tiene en sus manos el principal elemento de control para evitar los excesos de Poder: El voto, elemento cuya utilidad real en la democracia consiste en no darle todo el Poder a un solo partido y mucho menos a una sola persona.

Es un engaño pedir el voto “para que haya un congreso libre”, pues el efecto real es que el Poder Legislativo se ve sometido a la voluntad del titular del Poder Ejecutivo, en franca violación del principio constitucional que establece que no podrán reunirse dos o más de Poderes en una sola persona o corporación.

De ahí la importancia de que como ciudadanos tomemos el control del rumbo de nuestras libertades, lo que únicamente puede lograrse estableciendo límites, estableciendo contrapesos que equilibren el ejercicio del Poder. Con nuestro voto diferenciado podemos poner freno a una presidencia autocrática, al mismo tiempo  que evitamos su inmovilidad y su ineficiencia.

En México aún estamos en tránsito hacia un efectivo ejercicio de los controles de Poder, y al menos las generaciones no tan recientes recordamos aún y reconocemos la sombra de un poder presidencial desbordado, producto de un partido hegemónico, que otra vez se ubica sobre nosotros. Vivimos la amenaza del retorno a un sistema en el que desde el Poder Ejecutivo se elimine la independencia del Poder Legislativo y se ejerza una inaceptable intromisión en las decisiones del Poder Judicial.

Y algunos dirán que ese poder autocrático ya existe, lo que no es argumento suficiente para renunciar a la posibilidad de construir uno diferente. Uno en el que el Ejecutivo esté lo suficientemente acotado para operar de manera democrática, y en el que los otros poderes estén prestos a desempeñar las funciones y el papel constitucional que les corresponde en el balance del Poder Ejecutivo.

En su obra El presidencialismo mexicano (1978), el doctor Jorge Carpizo afirmó que los problemas de concentración de poder en el Ejecutivo derivan, más que de su  configuración institucional, de la forma en que funciona el sistema político en su conjunto, lo que es una realidad histórica en nuestro país. Por la disciplina partidista y la negociación no siempre positiva, el Poder Legislativo renuncia constantemente al papel constitucional que le corresponde, lo que únicamente puede evitarse con el ejercicio de una oposición responsable, con auténtica visión de beneficio a la sociedad.

Usted y yo tenemos la gran oportunidad de decidir qué tipo de gobierno queremos tener.


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