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Opinión

Ataques: ¿La nueva regla del juego?

Punta de Lanza.

06/21/2018

Es triste reconocerlo. El proceso electoral que estamos observando en nuestro país está muy lejos de ser una confrontación responsable, seria y objetiva, de ideas y proyectos de gobierno entre los candidatos.

Vemos, más bien, una verdadera guerra de ofensas, ataques y agresiones, ya no sólo verbales, sino también físicas entre los protagonistas políticos participantes en la contienda electoral.

De acuerdo a lo que hemos podido ver y escuchar, por desgracia la confrontación ideológica es materia política muerta.

Lo que hoy prevalece es el ataque sistemático, a veces político, a veces personal entre los contendientes y sus seguidores.

La consigna parece buscar por medio del insulto, no sólo restarle fuerza al adversario, sino aniquilarlo del juego electoral.

Ha muerto entonces la ideología partidista en México. La mataron las ambiciones descaradas, burdas, violentas e irresponsables de los miembros de la clase  política.

Con su muerte, esa ideología que antaño movía conciencias y pensamientos firmes, encaminados a luchar desde distintas trincheras por la democracia y la justicia social de nuestros pueblos, nos arroja ahora a los brazos violentos de todos contra todos y de nadie frente a nadie.

Y es que los partidos políticos se han convertido en una masa amorfa en materia de ideología, sin principios básicos que los distinga entre sí.

Los pensamientos y las razones políticas se mueven hoy al vaivén de los intereses económicos y políticos de propios y extraños, bajo la premisa de obtener alguna utilidad frente al agua revuelta de las elecciones.

Observemos como la lucha entre los distintos abanderados a los cargos de elección popular, incluyendo a los que buscan la Presidencia de la República, parecieran basar su estrategia proselitista, más en la denostación de la imagen pública de sus adversarios, que en la exposición de propuestas de acción gubernamental viables y sustentadas en una doctrina partidista.

Es lamentable insisto, la lección de antidemocracia que con tales actitudes se está dictando a los niños y jóvenes de México, al dejarles en claro que es  mediante odios, rencores, ofensas y agresiones como se puede construir un país.

Una lección maldita que nada positivo abonará a la democracia de las futuras generaciones de este país al que todos decimos amar y estar dispuestos a ofrendar hasta nuestra sangre para defender su libertad y soberanía.

Una lección de odio estéril, mal fundado e irresponsable como alternativa de lucha en contra quien ha osado ostentarse como adversario político del hombre o mujer de nuestras preferencias es el camino que hoy se muestra.

Nadie pareciera reparar ni darle importancia a esa confrontación de intereses entre grupos amorfos en materia de ideología e identidad política, que se dicen partidos y que promueven sus estatutos, pero que en la realidad son camarillas mafiosas que pactan burdos amasiatos en aras  de fortalecer sus proyectos de conquistar el poder.

Camarillas que se disputan despiadadamente el control del poder de México, y lo que es peor, alientan mediante agitadores profesionales con capacidad para  conquistar y predisponer las conciencias de las masas sociales una revuelta ciudadana anticipada.

Personajes que con sus discursos y exposiciones a todas luces agresivas colocan a México en el filo de la navaja en materia de estabilidad política y social.

Y ahí están al alcance de todos, las identidades de quienes incitan desde antes de las elecciones a prepararse para la protesta pública por el fraude electoral que en estos momentos solo existe en su mente.

Las redes sociales, y los distintos medios de comunicación, aunque estos últimos en menor escala, han servido de igual manera como herramienta para que sujetos violentos, insensibles y faltos de una verdadera visión política, se dediquen a ensuciar el proceso electoral denostando y despedazando de manera despiadada integridades políticas e incluso de familias completas.

Más de 100 actores y protagonistas políticos han sido asesinados en el tiempo que ha durado esta contienda electoral, y se pudiera pensar que en mucho ha influido el ambiente social enrarecido que han prevalecido en el transcurso de la contienda.

Ojalá que la libertad de expresión que prevalece en México no siga siendo llevada al terreno del libertinaje para que algunas personas promuevan el odio y el rencor entre los mexicanos… Ojalá.


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