Opinión
¿Amistad o complicidad?
Neuropolítica.
08/12/2017
La línea que divide la amistad de la complicidad es muy delgada, incluso a veces esta línea es violentada por la complicidad y la amistad pasa a segundo término.
En la amistad prevalece el afecto; en la complicidad, el negocio.
La amistad cobija secretos como instrumentos de contención emocional; la complicidad usa los secretos como arma de defensa futura.
Es propio del humano buscar su bienestar y construir confort usando su capacidad de socialización. Esta es la inteligencia social.
De la amistad puede nacer la complicidad o al revés. No es que la amistad engendre por sí misma la complicidad. Es la amistad un reducto de confianza donde la intimidad da paso a la verbalización de ideas que pueden constituir conductas retorcidas o incluso delictivas.
Tampoco es que la complicidad construya a través de la culpa la pila de la expiación que dé paso a la amistad.
En la política y la administración pública, la puerta del negocio lícito puede ser la calidad de los productos o servicios, el precio, la garantía, pero también la amistad o la complicidad.
La contaminación de la amistad por la complicidad no es propia del gobierno o la política; existe donde hay personas. El riesgo es igual en la iniciativa privada, en el gobierno o en el sector social, incluyendo las organizaciones de beneficencia social o filantrópicas.
¿Cuantas amistades sólidas en el tiempo, parentesco, laborales o sociales, se han fracturado al tocar intereses económicos?
La complicidad mantiene una seducción histriónica. Es decir, detrás de la simpatía que fortalece y pondera la supuesta amistad, existe un interés tan legítimo como las ganancias, o tan riesgoso como las pérdidas y sus consecuencias.
La sonrisa del político al saludar a su gente de confianza, a su familiar, al recomendado, al empresario o a su amigo, puede ser producto del vínculo afectivo que ha construido con ellos, o de la complicidad gestada a través de los negocios.
Los especialistas en el cabildeo o de la negociación, usan su habilidad social para interconectar la obra, producto o servicio, con el presupuesto y su depositario.
En un ejercicio honesto de reflexión… ¿Qué habrá más… amigos o cómplices?
MÁS DE David Uriarte