México | 06/18/2025 08:55:00 a. m. | Adriana Ochoa
De las entrañas de la sierra sonorense nace una de las bebidas más emblemáticas y con mayor arraigo cultural en el noroeste de México: el bacanora.
Este destilado, elaborado artesanalmente a partir del agave angustifolia haw, también conocido como agave yaquiana o pacífica, ha recorrido un largo camino de tradición, prohibición y resurgimiento, hasta consolidarse como un ícono de identidad regional y una joya del patrimonio mexicano.
El bacanora debe su nombre al municipio sonorense donde surgió hace más de 300 años. Desde entonces, su elaboración ha sido un proceso artesanal, transmitido de generación en generación por las comunidades serranas.
Este destilado comparte similitudes con el mezcal, aunque con particularidades que lo hacen único: solo puede producirse en ciertas zonas de Sonora, y exclusivamente con agave angustifolia.
En 2000, el bacanora recibió el distintivo de Denominación de Origen, lo que lo coloca en el selecto grupo de productos mexicanos reconocidos por su vínculo geográfico, histórico y cultural, como el tequila o el mezcal.
Esta denominación garantiza su autenticidad, al exigir que cumpla estrictas normas de producción y que provenga exclusivamente de 35 municipios sonorenses.
El sabor del bacanora refleja el carácter agreste de la sierra. Las piñas del agave son cocidas en hornos bajo tierra un proceso conocido como tatemado, lo que le otorga notas ahumadas inconfundibles, acompañadas de matices dulces y herbales que evocan el paisaje árido y florido de Sonora.
En 1915, el entonces gobernador Plutarco Elías Calles prohibió la producción, venta y consumo de bacanora, bajo el argumento de que promovía la “inmoralización” del pueblo. Esta restricción duró más de siete décadas, durante las cuales la bebida sobrevivió en la clandestinidad.
Hoy, lejos de la marginalidad, el bacanora goza de prestigio y ha ganado terreno en el mercado nacional e internacional, gracias a su calidad y autenticidad.
El bacanora es mucho más que una bebida: representa la esencia del pueblo sonorense. Su historia se ha convertido en un imán para el turismo cultural y gastronómico, atrayendo visitantes interesados en conocer su proceso de elaboración, su historia de resistencia y su profundo vínculo con la tierra.
Además, la industria del bacanora ha sido un motor de desarrollo regional, beneficiando a pequeños productores, promoviendo el empleo y fortaleciendo la economía de las comunidades rurales.
En los últimos años, el bacanora también ha conquistado el mundo de la mixología, integrándose a recetas de cócteles innovadores en bares de México y el extranjero, lo que ha impulsado aún más su visibilidad global.