En medio de la pandemia, Alicia y Panchito emprenden su negocio de venta de tamales

Sinaloa | 09/19/2021 06:40:00 p. m. | Jessi Jáuregui

En el 2020, el Covid-19 dejó sin trabajo a don Francisco, quien se desempeñaba como paquetero; cansado de no ser productivo y de estar encerrado en casa, junto a su esposa ideó su pequeño negocio de venta tamales a base de elote.

Los Mochis, Sin.- En medio de la adversidad, existen personas que dan ejemplo de que también se crean las oportunidades para emprender, crecer y encontrar el lado luminoso a la oscuridad. 

Ese es el caso de la pareja de esposos integrada por la señora Alicia Montiel Nieblas, de 65 años, y Francisco Ruiz Carrizoza, de 69 años, quienes narran a Luz Noticias el como la pandemia de Covid-19 cambió por completo la forma de ver la vida… y los unió más.

El año pasado don Francisco dejó de trabajar como paquetero en una tienda departamental en Los Mochis por el virus SARS-CoV-2 y, el golpe más fuerte, fue que ambos vivieron varios meses encerrados en su casa sin poder recibir visitas ni el cariño de sus hijos y nietos, por el miedo de que pudieran contagiarse de la enfermedad.

 


La conjugación de la falta de empleo, el tener que depender económicamente del apoyo de sus hijos y el aislamiento golpeó su estabilidad emocional. 

Sin embargo, al darse cuenta que estaban cayendo en una posible depresión, juntos, idearon su proyecto productivo de ventas de tamales que emprendieron en septiembre del año pasado. 



-Cuando pasa lo de la pandemia que se fue usted a casa, ¿tuvo momentos difíciles?

«Pues, sí, fíjese que no estar haciendo nada como que se aburre uno y esto lo tenemos para estar activos», dijo a Luz Noticias don Francisco, Panchito, como le dicen de cariño.


En un principio vendían sus productos calle por calle y a través de conocidos de sus hijos, hasta que un cliente los citó para comprarles en el estacionamiento de la tienda Ley Country, en el bulevar Centenario y dren Juárez. En ese sitio se llevaron la grata sorpresa de que ya no tenían que buscar compradores, solos llegaban hasta sus ollas, deleitados por el delicioso olor de los tamales de picadillo con queso y rajas, rajas y naturales; todos de elote.


Como cada proyecto productivo, su emprendimiento consta de mucho esfuerzo y sacrificio. Don Panchito y Alicia todos los días se levantan a las 4 de la mañana para ir temprano a comprar los ingredientes a la Yarda; de ahí regresar a casa a desayunar, limpiar y comenzar la preparación de sus tamales.

A las 4:00 de la tarde se instalan en la puerta de salida de la tienda Ley Country, hasta que se les acaban. 


Después regresan a casa, lavan las ollas, filtros y adelantan la preparación de algunos de los ingredientes para, finalmente, dormir a las 11 de la noche.

«Hasta ahorita ya la gente nos está conociendo, nos da no sé qué de ver a los clientes que dicen al principio: voy a probarlo… y dicen, no, señora… y vienen otra vez y compran», expresó don Panchito.

«Dicen: deme uno para probarlos, yo aquí le tengo su platitos, tenedores y servilletas, entonces, dicen: no, pues, los vamos a probar y en cuanto dan un bocado dicen: señora deme una doce, hasta  20, 30 tamales llevan. Y luego les digo: a ver si les gustan, si no les gustan no los pagan y luego dice, no, oiga, están muy bien», relató la señora Alicia.

Actualmente trabajan los días martes, miércoles, viernes y sábados a partir de las 4 de la tarde. Y, los días que no laboran –domingos y lunes- extrañan platicar con sus clientes.

Este ímpetu de ser productivos, los hace pasar por alto varios obstáculos: como las pocas herramientas para elaborar los tamales y que solamente tienen un abanico para mitigar el horno en el que se convierte su casa cuando están las ollas en las estufa.

Aun así, a través de Luz Noticias, contentos y con muchas esperanzas, invitan a las personas a degustar sus deliciosos tamales y, a las autoridades, a orientarlos sobre cómo conseguir créditos o recursos para crecer más su negocio. 

Finalmente, señalaron que pandemia llegó para quedarse pero, la vida, la vida sigue y no queda más que cuidarse.

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