Sinaloa | Centro
Un aula en casa: la maestra de Culiacán que convirtió su cochera en una escuelita
Iris Atienzo Armenta ejerce su vocación desde hace 15 años ayudando a niños con problemas de aprendizaje.

Iris Atienzo Armenta es una maestra por vocación y convicción que ha convertido su casa en un salón de clases, un refugio educativo para todos aquellos niños con problemas de aprendizaje, rezago escolar o discapacidad.
La profesora es egresada de la Escuela Normal de Especialidades, y decidió abrir las puertas de su hogar para atender un llamado que, para ella, es más que una profesión: es una convicción para evitar la deserción y la marginación.
- TE PODRÍA INTERESAR: Por lluvias, posponen el Cuadrangular del Bienestar en Mazatlán y Los Mochis
La historia de Iris con la docencia no comenzó en un salón formal, sino en la sala de sus padres en el municipio de El Fuerte, donde, desde pequeña, ayudaba a sus hermanas y sus amigos a hacer la tarea.

"Desde que era niña, mi mamá dice que yo me sentaba con las muñecas a jugar a que era la maestra, pero cuando ya fui creciendo, pues ya era la maestra de mis hermanas y después de los niños de mi comunidad", recuerda con una sonrisa.
Al crecer, aquello que empezó como un juego se formalizó, llegando a trabajar diez años como maestra. Sin embargo, al casarse y convertirse en madre de cinco hijos, puso una pausa a su carrera para dedicarse a ellos.

De tareas familiares a misión comunitaria
La escuelita de Iris nació de la manera más natural posible: ayudando a sus hijos a hacer su tarea.
La maestra recuerda que sentaba a sus pequeños afuera de su casa, y fue ahí cuando sus vecinos comenzaron a notar su vocación.
"Ponía una mesita aquí afuera de mi casa y como en ese entonces eran cinco chiquitos, pues había que hacer tareas con ellos, entonces empecé con los míos y ya luego me empezaron a preguntar las personas que si podía ayudarles también a los suyos" relata.
Fue así que, lo que empezó como apoyo a unos cuantos, se convirtió en una pequeña escuela comunitaria que ya casi cumple 20 años.
"A veces pasan jóvenes por aquí y me gritan: ´¡maestra!´ Muchos de ellos ya son adultos, padres de familia, pero recuerdan que yo les daba clases.
La pandemia de COVID-19 puso a prueba su compromiso y, a su vez, evidenció la gran necesidad. El pequeño grupo se disparó a más de 40 niños, obligándola a organizar hasta cuatro turnos diarios y a adquirir mobiliario con ayuda de su esposo.
"Los que estaban en primer grado se fueron leyendo, afortunadamente. Te puedo decir que no se rezagaron," subraya la maestra, señalando esta como una de sus mayores recompensas.

Atención integral para el rezago
Iris atiende niños desde preescolar hasta primaria, aunque señala que a veces ha recibido también a jovencitos de secundaria.
Les enseña desde lo más básico, como puede ser el cómo agarrar un lápiz correctamente, hasta operaciones matemáticas complejas.
En casa clase, además, hay espacio para la convivencia, contando con alrededor de 15 minutos para que los niños se diviertan con un juego de mesa educativo.
Pero el mayor enfoque está en los rezagos que frustran a los padres: lectura, escritura, tablas de multiplicar, divisiones y los retos de cada grado escolar.
Su formación en educación especial la ha llevado a recibir niños con condiciones como Síndrome de Down, TDAH y autismo, además de menores sin diagnóstico que, sin embargo, muestran complicaciones en su aprendizaje.
Sembrar visión
Para la maestra Iris, su labor va más allá de un dictado o una operación matemática; se trata de una misión social.
"Me impulsa el pensar que si un niño no se le instruye en su camino desde pequeño, es un niño que en el futuro va a delinquir," afirma categóricamente.
Su objetivo, menciona, es evitar que los jóvenes deserten de sus estudios y ofrecerles una mejor perspectiva de vida a través de la educación y el diálogo constante.

Les recuerda que hay mejores posibilidades que la calle, motivándolos a prepararse para "ganarse su dinero limpia y honradamente."
Actualmente, su pequeño centro atiende a alrededor de 18 niños por semana, agrupados por las necesidades que comparten (lectoescritura, matemáticas avanzadas, etc.), más que por la edad.
Al terminar cada semana, la maestra se asegura de que el esfuerzo tenga una recompensa.
"Siempre trato de tener aunque sea una gomita de borrar, un lapicito, algo que le motive al niño a decir, ay qué bonito es estudiar," concluye.
¿Dónde se ubica la escuelita?

La escuelita de Iris Atienzo se ubica en Calle La Sierra, número 3682, fraccionamiento Los Ángeles, en Culiacán.
Los cursos tienen un costo de 350 pesos a la semana, que equivalen a 35 pesos la hora, pues son 10 horas semanales para regularizar a los pequeños.
Con esa cuota, la maestra se ayuda para comprar el material necesario.
Para mayor información se puede contactar al 667 467 8124.










