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Con profunda tristeza y desconsuelo, despiden en Juan José Ríos a las víctimas del canalazo

Cuatro de las víctimas fueron veladas en un domicilio; tres más en otro, pero en la misma sindicatura.

Ernesto Torres
07/03/24

Con profunda tristeza y desconsuelo, despiden en Juan José Ríos a las víctimas del canalazo

FOTO: Ernesto Torres.

¡Levántate, Indira!, dijo una madre frente a uno de los cuatro féretros en los que yacían los cuerpos de las víctimas del terrible accidente en el Libramiento Oriente de Los Mochis, donde en total 7 personas murieron, entre ellos cuatro menores.  

Esta tarde comenzaron los funerales en medio de un profundo pesar por la sorpresiva tragedia.

La sindicatura de Juan José Ríos se vistió de luto, tristeza y la desolación para despedir a cuatro almas que partieron de este mundo de manera repentina y desafortunada. 

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El dolor se palpaba en el aire, pesado como una losa, mientras los corazones se quebraban en mil pedazos al contemplar los féretros que albergaban los cuerpos de dos hermanas en la plenitud de su vida y dos pequeños inocentes que apenas comenzaban a descubrir el mundo.

Los cuerpos llegaron a casa de su madre a las 15:00 horas de este jueves, en una escena desgarradora, con la imagen de una madre desconcertada frente al féretro de su hija, pronunciando su nombre con la voz quebrada por el dolor, como si con cada palabra intentara aferrarse a un hilo de esperanza que se desvanecía con cada lágrima derramada. 

El silencio era sepulcral, solo roto por el sollozo de quienes, impotentes, veían cómo la muerte se llevaba a sus seres queridos sin pedir permiso y uno a uno gritaban y clamaban a Dios el porqué les arrebató la vida. En el funeral, los amigos, compañeros y dolientes cercanos se cuentan por cientos.

El cortejo fúnebre avanzó por las calles de la sindicatura, hasta llegar a la calle 1 entre San Francisco y Japaraqui de Juan José Ríos, llevando consigo el peso de una pérdida irreparable.

En el funeral se sentía un eco de la tristeza que embargaba los corazones de los presentes, quienes recordaban lo frágil y efímera que es la vida, y señalaban que en un instante todo puede desvanecerse en la oscuridad de la noche.

Los presentes desfilaron por el porche de la casa de los padres, donde velaban a las hermanas Indira y Melina Guadalupe Vea Moreno, de 34 y 31 años de edad, cuyos restos yacían en ataúdes color madera y rodeados de flores. Y junto a ellas, otros dos pequeños ataúdes blancos, en ellos colocaron los inocentes cuerpecitos de Melani de 10 años y Mateo de 9 años.

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El funeral se convirtió en un mar de lágrimas y suspiros, en un remolino de emociones encontradas donde la tristeza y la impotencia se entrelazaban en un abrazo desgarrador.

Velan a la otra familia

En otro rincón de la sindicatura, ubicado sobre la calle 9 entre Japaraqui y Maiculi, tres personas también serán despedidas en medio del dolor y la consternación.

Sus cuerpos, al igual que los de los cuatro seres queridos en el otro domicilio, serán testigos de la fragilidad de la existencia, de lo efímero de nuestra presencia en este mundo.

Ahí velarán los cuerpos de María Ildeliza Sandoval Inzunza de 31 y los pequeños Camila, de 10, y Santiago Antonio, de 2 años; desde la noche de ayer, tras la tragedia, amigos y familiares acompañan a los cercanos que lloran con desconsuelo la pérdida.

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 La partida de estos siete seres queridos dejó un vacío imposible de llenar, una herida que nunca sanará, un hueco en el alma de las dos familias de Juan José Ríos que nunca será colmado.

Así, entre el llanto y la resignación, entre la angustia y la impotencia, se despiden de aquellos que partieron demasiado pronto, llevándose consigo un pedazo de cada corazón que los amaba. 

En el silencio de la despedida, en el eco de los sollozos, se podía sentir la presencia de aquellos que ya no están, recordándonos que el amor trasciende la muerte y que su memoria perduraría por siempre. Q.E.P.D.

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