Internacional
Ester Cunio, la argentina que se salvó de Hamás gracias a Messi
Dos terroristas ingresaron a su domicilio el pasado 7 de octubre; se la llevarían de rehén a Gaza, pero una mención al futbolista la salvó de milagro.
FOTO: Fuente Latina.
La vida de la argentina Ester Cunio, de 90 años de edad, cambió para siempre el pasado 7 de octubre de 2023, luego de que dos miembros de la organización terrorista Hamás irrumpieran en su domicilio en el kibutz Nir Oz, cerca de la frontera con Gaza y secuestraran a ocho de sus familiares.
Sin embargo, la mujer adulta logró salvar su vida debido a una a una insólita conexión con uno de los atacantes: su admiración por Lionel Messi.
Ester Cunio es una de las protagonistas del documental «Voces del 7 de octubre», que relata las experiencias de los sobrevivientes hispanohablantes de la masacre. El film, producido por la organización Fuente Latina y dirigido por Tony Hernández, busca dar a conocer las historias humanas detrás del conflicto.
«Yo soy de donde es Messi».
En el documental, Ester narra lo ocurrido aquel día, luego de que dos terroristas ingresaran a su casa y le preguntaran por su familia; Ester les contestó que no había nadie, que ella se encontraba sola.
Ante esto, los terroristas le dijeron que se iba con ellos, que iban a quemar todo el kibutz y que no iba a quedar nadie vivo. Ester trató de mantener la calma y les dijo que no podía entenderlos bien porque hablaban árabe y ella solo sabía hebreo básico. «Yo hablo en argentino, en castellano», les dijo.
Entonces, uno de los terroristas le preguntó qué era Argentina. Ester no lo dudó y le respondió: «¿Vos mirás futbol?, yo soy de donde es Messi».
La mención del astro del futbol mundial provocó una reacción sorprendente en el joven terrorista. «¡Messi! ¡A mí me gusta Messi!», exclamó entusiasmado. Y cambió el tono de la conversación.
Lo siguiente fue completamente surrealista: el terrorista le pasó su rifle a Ester y le pidió que se sacaran una foto juntos. En la imagen, que se viralizó en las redes sociales, se ve a Ester sentada en un sillón, con el pelo canoso, un vestido blanco y negro, el arma sobre su regazo y haciendo el signo de la paz con una mano. Él, con el rostro cubierto por una capucha, una bandera palestina en su camiseta y un dedo en alto.
«Entonces se fueron», relató Ester; los terroristas abandonaron su casa y continuaron su sangrienta incursión por el kibutz. Ester se salvó por un milagro, pero no pudo evitar el dolor por sus familiares secuestrados.
