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La Tata: El alto precio de haber amado

La viuda de Pablo Escobar amó solo una vez en su vida y lo pagó muy alto.

Luz Noticias
01/12/22

La Tata: El alto precio de haber amado

FOTO: Internet.

Con solo 13 años de edad, su vida quedaría marcada al convertirse en el gran amor de quien llegaría a ser el hombre más poderoso de la mafia colombiana, Pablo Escobar Gaviria. Se trata de María Victoria Henao Vallejo, «La Tata», con quien el capo procrearía dos hijos.

A pesar de las muchas mujeres que pasaron por su vida, Escobar Gaviria quedaría completamente prendado de la adolescente, formando un noviazgo que no contaba con el consentimiento de sus padres.

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Henao Vallejo, hija de una costurera y un repartidor de dulces, cumplió el anhelo de Pablo Escobar dos años después, cuando al cumplir los 15 años se casaron en una boda sencilla en la Iglesia de la Trinidad, en Palmira, Colombia.

Fue la abuela de la joven quien la ayudó para lograr la unión entre ambos, luego de que escapara de su casa y se refugiara con ella.

Un año más tarde, cuando tenía 16, le daría a su primer hijo, Juan Pablo.

En ese entonces, la joven desconocía las actividades a las que se dedicaba su esposo, quien llegó a ser incluido por la revista Forbes en la lista de los 100 multimillonarios de todo el mundo, en 1983, ránking en el que permanecería por 10 años.

La Tata narra en el documental «El ciudadano Escobar», de Sergio Cabrera, que Escobar todo el tiempo se encontraba en la calle trabajando, vendiendo cosas, ya que supuestamente se ocupaba de varios negocios de compra y venta.

Sin embargo, al tiempo fue detenido y le explicó que la policía lo había involucrado en un lío: se trataba en realidad de un cargamento de coca que había sido incautado en la frontera con Ecuador.

Tiempo después, tras ser liberado, el capo se encargaría de asesinar a los que estuvieron implicados en su detención.

Poco a poco fue creciendo el imperio del narcotraficante y, a la par, las ausencias familiares fueron haciéndose más largas.

A pesar de la distancia, Escobar llenaba de lujos a su familia y no descuidaba a su esposa, a quien apapachaba con flores que le enviaba en su avión privado, además de obsequiarla con lujosos regalos.

En 1984 llegaría a su vida la pequeña Manuela, un motivo de alegría.

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Todo empeora

Sin embargo, poco a poco fueron aflorando detalles íntimos del capo, a la par que crecía su poder: sus amantes, reinas de belleza, actrices y hasta niñas vírgenes que pedía cuando se encontraba preso en La Catedral.

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Aunado a las infidelidades, el infierno que vivió su esposa junto a su familia comenzó a crecer luego del asesinato del Ministro de justicia Rodrigo Lara Bonilla a manos del Cártel de Medellín en 1984.

A partir de ese momento inició una guerra entre los cárteles de Cali y de Medellín, en la que La Tata y sus hijos se vieron envueltos.

En 1988, un atentado estuvo a punto de acabar con sus vidas, luego de que un coche bomba cargado con 80 kilogramos de explosivos explotara frente al Edificio Mónaco, ubicado en el barrio Santa María de Los Ángeles, donde vivía la familia.

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Salvaron la vida de milagro. Y a partir de entonces pasaron a la clandestinidad y comenzaron a huir y esconderse en distintos sitios para poder estar a salvo.

Así fue que, en 1991, Escobar Gaviria como un gesto de buena voluntad se entregó a las autoridades y fue ingresado a la prisión de La Catedral, de donde se fugó un año después.

A partir de ahí todo empeoró y empezaron a vivir como fugitivos.

Fue en esta época cuando Henao Vallejo escribió una carta a su esposo en la que demostraba que a pesar de todo lo que había pasado a su lado, le amaba más que nunca:

«Te extraño tanto, me estás haciendo tanta falta. Me siento débil. A veces se apodera de mi corazón una soledad inmensa. ¿Por qué la vida nos tiene que separar así? Me duele tanto el corazón. ¿Ves posibilidad de verte o no me ilusiono con eso? ¿Cómo estás? ¿Cómo te sentís? Yo no te quiero dejar, mi amor, yo te necesito mucho. Quiero llorar contigo porque hoy me siento triste. Son las ocho a.m. y pienso en ti, en lo mucho que te quiero. Terremoto te reclama todo el tiempo. En estos días recortó tu foto grande de la revista Semana y la pegó en el cuarto y te dice: "Mi negro, te quiero mucho". «¿Cuándo te voy a volver a ver? Mi amor, sé que como María tengo unas obligaciones, pero como esposa otras. Lucharé con todas las fuerzas de mi corazón por ti. Te lo prometo. Nuestra historia tendrá que continuar. Te abrazo fuerte, te beso, te necesito. Tu amor».

Carta a la que el capo respondería:

«Mi amor, un beso. No te preocupes que todo saldrá bien y llegará el momento en que todos podamos estar juntos como lo merecemos. Yo estaré muy pendiente de ustedes. Los quiero y los recuerdo mucho. Te quiere, tu esposo».

En diciembre de 1993, el narco fue localizado luego de que las autoridades interceptaran unas llamadas telefónicas con su familia, y más tarde lograron cazarlo y darle muerte. Hecho que quedó plasmado en una icónica imagen en la que se observa al entonces coronel Hugo Aguilar Naranjo sonriente junto al cuerpo del extinto capo.

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Tras su muerte, las cosas se recrudecieron para su ahora viuda, quien tuvo que negociar su vida y la de sus hijos con los capos del Cartel de Cali, con la condición de que entregaran todos los bienes del narcotraficante.

Posteriormente tuvieron que cambiarse de nombre y salir del país, además de continuar sufriendo penurias por bastante tiempo.

Años después de su terrible odisea, María Victoria Henao Vallejo, ahora conocida como María Isabel Santos Caballero, señaló en el documental «Tata: La viuda de Escobar» haber pagado un precio muy alto por amar.

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