Opinión
En política: ¿Existe la lealtad?
En voz alta
06/09/2022
“Es difícil dar una definición de la lealtad, pero quizás nos acercamos a ella si la llamamos el sentimiento que nos guía en presencia de una obligación no definida”. -Gilbert Keith Chesterton
Muy apreciada lectora y lector, a través de éstas sinceras líneas, le expreso mi agradecimiento por el tiempo que emplea para dar lectura a mis colaboraciones personales.
Adelanto disculpas con motivo de las eventuales digresiones que habrán de advertir en el desarrollo del texto, y es que, la naturaleza del título -En política: ¿Existe la lealtad?-, obliga a que hagamos referencia a un sinnúmero de escenarios recientes que la clase política mexicana ha puesto a nuestras consideraciones.
En textos anteriores, hemos hecho un esfuerzo por destacar la relevancia de las instituciones del Estado mexicano, en un país que aspira a fortalecer su sistema democrático.
El Diccionario de la Real Academia Española, señala que es leal, quien tiene esa calidad, además agrega los conceptos de legalidad, verdad y realidad. Otras voces afirman que: “En la lealtad no existen los grises. Es blanco o negro. O eres completamente leal o no lo eres en absoluto. No puedes ser leal solo cuando te conviene”.
Parcialmente comparto esa opinión. Asumamos que todas y todos desde nuestro nacimiento somos leales, y que en cada relación de amistad, amorosa, política, económica, entre otras, nos conduzcamos de esa manera, pero qué sucede cuando el resto de las personas, no lo son contigo. Es decir, en mi pensamiento, la lealtad invariablemente debe ser recíproca, no puedes exigir ese valor cuando tú no te has conducido de la misma manera con el resto de las personas. Es muy sencillo hacer señalamientos asegurando que no somos leales, pero, frente a ése juicio debemos preguntarnos, ¿nosotros lo somos?
De manera reciente, los medios de comunicación han compartido distintos momentos de nuestras clase política, algunos muy desagradables y otros, cuestionables por la idealización que tenemos de nuestros representantes populares. Me refiero a las grabaciones telefónicas; descalificaciones en el Congreso de la Unión; violencia política ejercida en contra de las mujeres e integrantes de la comunidad LGBTTTIQ+
Los usuarios en redes sociales compartían un mismo sentimiento. ¿Es esta nuestra clase política mexicana? Pareciera que hacemos parte de un círculo perverso del que no podremos abandonar de manera sencilla.
En mi clase de Teoría General del Estado, un alumno me cuestionó lo siguiente: ¿Cómo habrá cambios significativos si los institutos políticos eligen al candidato menos indicado para ocupar un cargo de elección popular? Se ha minimizado la necesidad del cambio. Por otro lado, decidimos que el mejor político, es aquel que reúne más likes en sus redes sociales. Los “me gusta”, no garantizan la gobernabilidad de sus municipios, estados y País.
Me invitó a reflexionar y me orilló a escribir.
En días oscuros para el mundo, Winston Churchill registró una frase a la que nos seguimos aferrando: “Soy optimista. No parece muy útil ser otra cosa”.
Los que “saben” de política, aseguran que es muy difícil tener amigos en ese medio, o por lo menos lo son, hasta que tienes conocimiento que él aspira al mismo cargo administrativo o de elección popular que persigues tú. La lealtad con la que conducías tu amistad, se derrumba en el momento que apagas tu brillo, exhibiendo intimidades que siendo amigos, te confió.
Pareciera que la única lealtad que existe, es contigo mismo y no importa el daño que causes siempre que tú te salves, todo se mantendrá en orden. No olvidemos aquella frase histórica de don Jesús Reyes Heroles, en política la forma es fondo.
En el intento por ocupar espacios de elección popular, se estila tener amigos en lo público, pero enemigos en lo privado, tradicionalmente porque se ven como un obstáculo para alcanzar su anhelado curul o escaño en el Congreso de la Unión, desde luego que, las regidurías, alcaldías y diputaciones, “corren con la misma suerte”. Abundan las sonrisas y abrazos fingidos. (toda regla admite excepciones).
No hay un manual que indique cómo debes de comportarte. Sé tú mismo, sin excesos, sin intentar fingir algo que no eras, eres, ni podrás llegar a ser, las personas te lo van a reconocer.
José Saramago mencionó: “Ni la juventud sabe lo que puede, ni la vejez puede lo que sabe”.
No escribo para nadie pero, todos están invitados a leer.