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Opinión

México, más allá de la muerte (parte 21)

Ad Honorem

01/19/2022

Podría pensarse que lo hecho en vida acompaña al destino inmediato. Que la realización lograda durante la vida es indivisible y forma parte de la identidad de los individuos al arribar al más allá.

El monje católico alemán, Tomás de Kempis, escribió una de las obras místicas más influyentes: La Imitación de Cristo, publicado en 1428. Es un libro de devoción que contiene consejos provechosos siguiendo las virtudes de Cristo. Es considerado un clásico de la literatura espiritual. Un texto muy leído por religiosos y el ámbito intelectual, desde su aparición en el medioevo hasta la actualidad.

En la Imitación de Cristo, el capítulo 23 corresponde  a «La meditación de la muerte»; se transcriben algunos fragmentos:

El tiempo presente es muy precioso (...)

Aprende ahora a morir al mundo, para que comiences entonces a vivir con Cristo.

Aprende ahora a desligarte de todas las cosas, despreciándolas, para que puedas entonces caminar sin estorbo alguno hacia él.

Mortifica ahora tu cuerpo con la penitencia, para que tengas entonces firme confianza.

¡Oh insensato! ¿Cómo piensas vivir muchos años, si ni un solo día tienes seguro?

Mientras tengas tiempo, atesora riquezas inmortales. Sólo piensa en tu salvación; sólo cuida de las cosas de Dios.

Hazte ahora amigos venerando a los santos e imitando sus virtudes, para que “cuando partas de este mundo, te reciban en la eterna mansión”.

Vive sobre la tierra como pasajero y huésped a quien los negocios del mundo nada le importan. 

Guarda tu corazón desprendido de las criaturas, elevado hacia Dios, porque no eres tú ciudadano del mundo.

Eleva diariamente al cielo tus oraciones, lágrimas y gemidos, para que al morir merezca tu alma volar hacia el Señor. Así sea».

El libro de Kempis, -quien perteneció a la orden de los agustinos- contiene capítulos sobre la consolación interior, del santísimo sacramento y la devoción como permanente disciplina del individuo en su vida interior y el recato exterior. Es una secuencia de exhortaciones y orientaciones espirituales. Veamos un par de breves pasajes:

"Pues ¿sobre qué puedo esperar, o en quien debo confiar, sino solamente en la gran misericordia de Dios, y en la esperanza de la gracia celestial? Pues aunque esté cercado de hombres buenos, o de hermanos devotos, o de amigos fieles, o de libros santos o tratados lindos, o de cantos suaves e himnos, todo aprovecha poco y tiene poco sabor.”

"Ningún santo fue tan altamente arrebatado y alumbrado que antes o después no haya sido tentado. Pues no es digno de la alta contemplación de Dios, el que no es ejercitado en alguna tribulación. Porque suele ser la tentación precedente, señal que vendrá la consolación. Que a los probados en tentación, es prometida la consolación celestial".

Sin prontitud, son mensajes venidos desde hace siglos a la época contemporánea; con la templanza de la experiencia creativa, de la fe y la devoción, en una aproximación en el paso de la vida al mundo celestial. La naturaleza humana, en el desafío latente de afirmarse en el más allá, que ponga en juego las capacidades y valores místicos. 

¡Nuevos desafíos en otra vida del firmamento! 

Otros yo, -que serán, quizá, los mismos yo-. 

¡Abonar las aptitudes, discernir con sabiduría, en un todo a desplegar con lo mejor de cada quién!

Continuará…