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Opinión

México, más allá de la muerte (parte 15)

Ad Honorem

Con humildad y exaltación, Dante, el emperador de la poesía, se transportó con el impulso sobrenatural al espacio de ultratumba. Su convicción decidida le permitió vivir intensamente la existencia sagrada. 

Fue obsequiado en conocer la magnificencia de la vida después de la muerte. Experimentó ejercicios sobre aspectos relacionados con la fe, la virtud y el pecado, con la amistad, la música y la poesía. Vio, percibió, sintió y compartió emociones, cosas y personas. 

Como peregrino del trasmundo se enriqueció de profundas alegorías humanas y religiosas que dan significado a la vida, que tienen lugar en la vida del más allá.

Cual viajero sensible a los designios supremos ¡Participó de las angustias y sufrimientos del mal! ¡fue testigo de las encendidas esperanzas que mantienen en suspenso la regeneración de almas! ¡alcanzó el goce indescifrable ante los esplendores del bien! y ¡corroboró el sentido absoluto de la creación a través de la divinidad!

Dante navegó en el tiempo y la eternidad del más allá. Elevó la mirada a la luz divina…Se aproximó a la supremacia celestial y se envolvió en la energía luminosa del amor divino.

¡Cuanta historia hay sobre la vida y la muerte! Un mundo entre los mundos. A diario, los sucesos sobre ellas, saturan las mentes y colman los sentimientos, acumulándose, con una facilidad increíble. No obstante, hay incomprensión y confusión sobre sus secretos y existencia inmediata. Seguimos interrogándonos sobre su misterio. No son suficientes las explicaciones para atender el sentido arcano que las rodea. 

Nadie en la tierra tiene el hilo de la historia. Son escenarios imaginarios o espacios invisibles que se van llenando en la flecha del tiempo con las realizaciones y despropósitos humanos. Hechos y acontecimientos que se integran al comportamiento planetario que irrumpen en el medio ambiente. Nadie conoce el devenir, ni cuál será el papel de cada uno en el guión original del más allá. Tampoco quienes serán los protagonistas, -quizá resulten igual que nosotros mismos-. ¿Qué será lo relevante y lo intrascendente del acontecer? ¿Habrá algún escenario idóneo en el camino de cada quien? ¡Vaya película! ¡Una nueva historia todavía sin nombre! ¡Las historias por escribir!

¡Desde el misterio del más allá, llega la inmortalidad de la muerte!

¡Desde el misterio del más allá,  llega la inmortalidad de la vida!

¡El trasmundo es también lugar para la vida! Ésta se convierte en parte de su existencia, sin el cual el trasmundo quedaría en la divinidad y en los aires celestiales. ¡Vaya grandeza es cierto! Pero falta otra parte necesaria para llenar la existencia eterna que nutre la existencia perpetua. Es la vida quien persiste en la conquista por ganarse su lugar en ese espacio de plenitud.

"Sabemos lo que somos, no lo que podemos ser, dijo Shakespeare". La trascendencia de estas palabras valen para cualquier persona, en la fantasía o en el mundo real; en cualquier lugar donde haya vida. Sea ahora o mañana, en el pasado y en la eternidad.

Vida y muerte. Nunca distantes; permanecen cercanas una de otra. 

Muerte y vida. A veces lejanas, pero siempre vecinas. 

La muerte y la vida. Binomio antagónico en el escenario universal. Dos grandes personajes que afirman la permanente escisión de su historia. El ciclo permanente y la ruptura de la perpetua relación, donde no hay vencedores ni vencidos.

Lo intangible presto a resurgir en un nuevo mundo, o la vida hecha reiteración de oxidaciones tan acostumbradas en los humanos.

Continuará…

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