Opinión
México, más allá de la muerte (parte 11)
Ad Honorem
06/03/2021
Dante está dotado de vida en el Purgatorio. Continúa en compañía de Virgilio en la gran montaña rodeada de agua. Se encuentran en el Ante purgatorio y ven llegar a las almas que deberán esperar un tiempo antes de ingresar al purgatorio a realizar su penitencia. La severidad del castigo es de acuerdo al tipo de falta cometida.
Son siete círculos en que se divide el Purgatorio, en cada uno, se castiga a uno de los pecados capitales. Los giros comprenden, desde los pecados más graves hasta los más leves, conforme se asciende a la cúspide.
El primero es la soberbia: se encuentran aquellos que en vida vieron a los demás con superioridad y desprecio. Allí, observan esculturas que son ejemplos de humildad. Los castigados pagan el desprecio cargando piedras en la espalda que los obliga a estar encorvados, ver solamente el suelo.
La envidia es el segundo giro; es el pecado que desea lo ajeno, la riqueza y fortuna de otros, para apropiarse de ello o atentar contra su felicidad. Observan nuevamente, escenas ejemplares de virtud encarnadas en la Virgen María, el propio Jesús predicando el amor al prójimo o pasajes de la antigüedad. El castigo consistía en coserles los ojos con alambre.
En el tercer círculo está la ira. Virgilio reflexiona con Dante sobre el amor como principio de todo bien. Los sancionados son obligados a caminar entre niebla espesa que desprenden fumarolas, que significa estar imposibilitados para ver cuando son dominados por el enojo.
La pereza corresponde al cuarto nivel. Surge una discusión sobre el libre albedrío y su relación con las acciones humanas que surgen del amor, tanto para el bien como para el mal. También se recuerdan los efectos de la pereza. En este aro se encuentran los que en vida incumplieron con sus obligaciones. Son sometidos a estar corriendo y a trabajos forzados.
El quinto círculo es la avaricia. Purgan su condena quienes tuvieron un deseo desmedido por los bienes terrenales, ya por ser pudientes codiciosos o extravagantes. Virgilio y Dante contemplan ejemplos de la virtud de la generosidad. A los castigados los tienen boca abajo sin posibilidad de moverse, mientras repiten “Adhaesit pavimento anima mea” (Mi alma está adherida al polvo, vivifícame con tu palabra), que es un rezo sacado del salmo 119:25 donde se acepta seguir las leyes de Dios.
La gula ocupa el sexto giro. Destinado a quienes saciados de comer, beber y de su cuerpo, lo continuaban haciendo. Aparece el poeta latino Estacio, quien refiere que, gracias a las profecías de la IV Égloga de Virgilio, se libró de la avaricia y acogió el cristianismo en secreto. Los penitentes están rodeados de árboles frutales altos, inalcanzables, sometidos a hambre y sed. Permanecían en abstinencia, lo que no hicieron en vida.
En el séptimo aro está la lujuria. Se ubican los que tuvieron una inadecuada conducta sexual. Virgilio explica en este último círculo, ya próximos a la cima, la generación del cuerpo y la infusión del alma. Los castigados en su arrepentimiento deben cantar loas a la castidad y pasar continuamente por una pared en llamas. Un ángel anuncia que Dante debe atravesar las llamas para llegar al paraíso terrenal.
Cumplida la pena, superado este círculo, las almas se sumergen en dos ríos que hay en la cima: el Lete, que elimina el recuerdo del pecado, y el Eunoë, que reconstruye los buenos recuerdos. Así, las almas se han purificado, y se mantienen en estado de inocencia, próximas a su ascenso al Edén.
Dante y Virgilio están en la cima de la montaña: es el paraíso terrenal, o el jardín del Edén, es la entrada al cielo. Hasta este sitio, Virgilio finaliza su viaje, quien no puede acceder por ser pagano y vuelve a su lugar en el limbo.
En el paraíso, la Virgen Matilde, ofrece a Dante guiarlo y mostrarle las maravillas del lugar. Inician una travesía por el río Lete. Aparece Beatriz y lo anima al arrepentimiento. El poeta es sumergido en las aguas del Eunoes y se regenera.
Y Dante se retira del purgatorio con palabras excelsas:
"Lo ritornai dalla santissima onda riffato si come piante novelle rinnovellate di novella fronda, puro e disposto a salire alle stelle. "Luego volví de aquellas sacrosantas ondas tan reanimado como las bellas plantas, renovadas con hojas frescas, purificado y dispuesto para subir a las estrellas" (Canto XXXIII, final del purgatorio)
Dante se ha reencontrado con Beatriz, su amada, quien lo acompañará en su recorrido en el paraíso...
Continuará...
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