Opinión
Don Pomposo y los 8 herederos
Punta de Lanza
04/25/2021
La historia que a continuación me permito relatar, se desprende de un diálogo sostenido hace tiempo con mi muy recordado y bien amado abuelo paterno.
La comparto hoy a través de mi columna para mis amigos, seguidores, y desde luego para los escasos, pero apreciables lectores que siguen la ruta de Punta de Lanza.
Con éste relato, cuento, o fábula con olor metafórico, pretendo dar vida a la narrativa de marras, que, para quien esto escribe hace poco más de medio siglo, entregó mi ancestro.
Refiero en el tema, los pasajes recogidos por la gente de aquellos tiempos respecto a la vida de un individuo que habría asentado sus reales en los contornos de aquellas rancherías que hombres rudos, sufridos, curtidos por el sol, y por las carencias de la época posrevolucionaria, empezaban a conformar en aras de anclar ahí sus vidas para dar rumbo a sus sueños y los de sus familias.
Así lo hizo mi abuelo, y otros que fueron llegando por entre las veredas del monte y sus matorrales, las que posteriormente habrían de parir los caminos y carreteras que hoy dan vida a los escenarios de los pueblos y ciudades que han surgido al paso vertiginoso de los años.
GRANJA LA SINALOENSE DE POMPOSO REYES
Pero si de retomar nuestro relato de éste día se trata, habré entonces de suscribir el escenario y los personajes que dan vida al mismo.
Se trata de la vida y obra de Don Pomposo Reyes, hombre considerado en aquellos ayeres como el pudiente (adinerado) de aquella inhóspita región
Pertinente me es aclarar mi ignorancia respecto a, si el nombre de Pomposo, fue rescatado del cuento infantil “La edad de Oro” escrita por el poeta y filósofo Cubano Don José Martí en el año 1881, o si fue una simple puntada de los padres del viejo hacendado al que hoy me refiero, al momento de solicitar su registro ante la autoridad civil competente.
Lo cierto es que Don Pomposo Reyes, hombre recio, rudo, de trabajo, metódico y de mirada fuerte y penetrante, según el relato de mi abuelo, había logrado consolidar una fructífera granja en la cual daba crianza a varias decenas de vacas lecheras con sus respectivos toros sementales que entregaban su semilla para el crecimiento del hato.
Era impresionante y hasta atractivo para quienes por razones laborales o de amistad con Don Pomposo, observar el arco metálico que adornaba el acceso al predio, en donde desde lejos se podía leer:
“HACIENDA LA SINALOENSE”
Ahí vivía el notable señor, quien tal y como lo hacía Manuel Juárez, el personaje del famoso corrido del cantautor Joan Sebastian, poco salía a las ciudades. Era hombre de trabajo y entregado en cuerpo y alma al cuidado de sus animales y, en extremo al de su esposa Doña Milagros; Era celoso el hombre.
Tenía Don Pomposo además de los corrales del ganado bovino, algunos cercos con sus divisiones alámbricas, en donde alimentaba y engordaba chivos, marranos, borregos, gallinas, patos y guajolotes; Los amplios pastizales y los sembradíos de maíz, garbanzo y cártamo estaban al fondo.
Una manada de perros bravos eran los custodios para evitar el ataque de los tacuaches, armadillos, zorras y coyotes que merodeaban el rancho en busca de su propio sustento alimenticio.
Y, ahí se la pasaba el viejo ranchero al lado de su amada Esposa, de quien, nunca me aclaró mi “Tata” en su relato, si Milagros era el nombre de pila de la señora, o así fue bautizada por el vulgo debido a la seriedad que siempre la caracterizó, ya que era casi un milagro verla sonreír.
No está de más mencionar, que la seriedad que distinguía a Doña Milagros pudo tener su origen en el hecho de que nunca logró darle el hijo anhelado a su marido, lo que a todas luces la hacía infeliz.
Fue tal vez esa la pena que ambos cargaron a cuestas hasta el fin de sus días; Es decir, su felicidad no fue total, toda vez que el carácter, la formación y el orgullo de Don Pomposo Reyes, nunca le permitieron pensar en la posibilidad de la adopción de un niño ajeno.
Y así vivieron entre los animales, peones y pastizales de su querida Hacienda, hasta que un mal día doña Milagros, tras una corta pero grave enfermedad, llegó al final de su vida.
Sobra decir, que Don Pomposo, ya sin su mujer, nunca fue el mismo; Inmerso en la nostalgia por los bellos recuerdos de la mujer amada, fue cayendo en una extraña depresión que con el paso de los meses lo postró en cama.
LA HERENCIA DE LA SINALOENSE… ¿PARA QUIÉN?
Ya enfermo, y entendedor de que sus días de vida en éste globo terráqueo podrían no ser muchos, el rico hacendado, empezó a analizar de entre su gente de mayor confianza y afectos, a los prospectos dignos de poder recibir como herencia la atractiva Hacienda “La Sinaloense”.
La elección se tornaba difícil de tomar, toda vez que de todo el inventario de amigos, clientes, proveedores, y empleados de confianza de su propiedad, solo ocho (8) merecían, según su criterio personal, ser tomados en cuenta.
Aunque claro, cavilaba el viejo, respecto del grupo que había elegido; “Creo que de los 8, me quedaré solo con 4”, pensó un buen día en su solitaria recámara de aislamiento.
LA ENCUESTA Y EL DEBATE DE DON POMPOSO
Y fue así como el ranchero inició con su análisis de los perfiles de cada uno de los Cuatro prospectos finalistas a recibir los mandos de su amada granja.
“MARINO el caporal, es un joven muy dinámico, trabajador, inteligente y estoy seguro que con su visión de futuro podría hacer crecer ésta Hacienda que tanto amo”, pensó en tono reflexivo el hacendado.
RUBÍN… “Pero también me gusta Rubín, por sus orígenes serranos; Esos hombres suelen ser leales y honestos, y además, pensaba el viejo, porque durante tres ciclos agrícolas ha sabido asesorar el rancho con resultados aceptables, y aunque dicen que es el más viejo de la cuadra, creo que todavía tiene cuerda para rato”.
SERGINIO el caballerango, encargado en sus quehaceres de amansar para la monta a las mulas y los potrillos más broncos, así como para mantener a raya a las vacas “cerqueras” y preparar para la yunta de la carreta y los arados a los bueyes, le parecía un buen elemento al señor Reyes.
“Ese cabrón no es dejado, es picudo y peleonero y sin duda sabría defender el rancho de gandallas, que, cuando yo muera, quisieran hacerle al vivo” recapacitaba el viejo.
ROSINA otra presunta heredera, siempre contó con el aprecio de Don Pomposo, a quien le movía el tapeque al recordar el gran cariño que su finada esposa Doña Milagros, le profesó siempre a Aquella buena, pero aguerrida mujer.
ROSINA, es un amor, pensaba el rico ranchero, conoce muy bien el rancho, siempre ha sido honesta y trabajadora, y sabe tratar a los peones y empleados de la Hacienda; La voy a considerar”, se decía para sí mismo.
Respecto a los otros cuatro prospectos inicialmente considerados para recibir la alta responsabilidad de heredar y administrar bien “La Sinaloense”, Don Pomposo, recapacitó una noche de convalecencia; Creo que hay Cuatro que no acaban de convencerme, se dijo para sí mismo.
ARNOLDO, es hombre, que aunque es de lucha y trabajo, llegó solo, y sin la recomendación ni el aval de ningún ranchero reconocido en la región.
TOMY, me ha gustado por que ha ilustrado educativamente a los hijos de los peones del rancho, y por su habilidad para comunicarme los acontecimientos relevantes que estuvieron ocurriendo en los entornos de la Hacienda, pero pudiera, por su rudeza a veces innecesaria, ser inexperto en el manejo y trato con el personal, con el cual podría confrontar y llevar por mal camino el negocio.
GLORIELA Y HOLANDA, son dos dinámicas muchachas que por su juventud e inexperiencia necesarias para manejar de manera estricto los problemas que cotidianamente enfrenta la Hacienda, creo que no serían garantía para estar al frente de su destino inmediato.
Si algún lector que llegó al final de mi historieta, me pregunta sobre la decisión final de Don Pomposo Reyes, responderé con sinceridad que se la debo, ya que mi abuelo, solo me dijo haber sabido que el hacendado, estaba por decidir su herencia entre dos de sus prospectos; MARINO y RUBÍN.
Lo grave del asunto, es que antes de tomar su decisión definitiva, la muerte sorprendió al rico hacendado, por lo que, según su ordenamiento final, la decisión quedaría en manos de los rancheros amigos de toda la comarca, para que de manera colegiada y democrática eligieran al heredero.
Lo último que mi abuelo me dijo haber escuchado, fue, que tras la muerte de Don Pomposo, se armó un relajo de la chingada por la herencia, en donde por cierto los cuatro descartados se sumaron a la trifulca en busca de granjearse aunque sea el beneficio de un famélico marrano.
ACLARACIÓN PERTINENTE.- Cualquier relación o semejanza entre la historia aquí narrada y el ambiente político que se libra actualmente en Sinaloa en la lucha por la gubernatura de Sinaloa, sería mera coincidencia… Pendientes estamos.
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