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Opinión

Candidatos… entre el amor y el odio

Punta de Lanza

04/20/2021

No cabe duda, la lucha por el poder está más cerca del odio que del amor.

Y es que nada importa si el político que asegura en sus discursos amar a su pueblo y estar dispuesto a dar su vida por su bienestar, al final de cuentas, todo olvida.

Y nada o poco importa, porque al final de cuentas, en el mayor de los casos, en el ente político habrá de generarse una mudanza, donde el amor prometido cederá su espacio a la ambición y la avaricia. 

Es la condición humana, insalvable en su haber, pero dolorosamente cierta en el proceder.

Los ejemplos son claros y contundentes. Los cuatro principales agentes del proceso electoral en puerta, que pretenden lograr la conquista de la gubernatura de Sinaloa, encarnan las mejor de las muestras.

Rubén Rocha Moya, Mario Zamora Gastélum, Sergio Torres Félix y Rosa Elena Millán Bueno, fueron, hasta no hace muchos meses, aves del mismo gallinero.

Convergían y coincidían en sus conceptos políticos y eran aparentes aliados en su respectiva visión de Estado. Luchaban todos por un mejor Sinaloa y transitaban por un mismo camino y hacia el rumbo y objetivo entendido: el desarrollo y la grandeza de Sinaloa.

Su visión política era, en apariencia, la misma. Su ideología partidista no parecía ser distinta en sus convicciones. Todos se estimaban, o por lo menos, así nos lo dejaban entender.

Eran aliados y compañeros entrañables y su líder en Sinaloa era el mismo. Eran los cuatro, fieles seguidores  de la línea política que marcara su gobernador y amigo Quirino Ordaz Coppel. 

Todo era miel sobre hojuelas, pero un día todo cambió, y desobedeciendo las mágicas frases del cantautor Joaquín Sabina, el calendario corrió de prisa, arrastrando hacia el escenario de sus vidas el proceso electoral.

Y entonces el maquillaje que disfrazaba sus sonrisas, mostró su verdadero rostro y destrozó la armonía y el amor fraternal que muchas veces en viejas tertulias políticas se habrían jurado.

Hoy, Rubén Rocha Moya ataca a su exjefe político Quirino Ordaz Coppel, acusándolo de ser parte de una nefasta mafia del poder y amenaza con sentarlo frente a los tribunales y el propio Congreso del Estado para buscar la manera de hacerlo objeto de un juicio político de desafuero. Amor perdido.

Mario Zamora Gastélum le responde a Rocha Moya y lo llama perverso, cobarde y mentiroso, y por si no fuera suficiente, lo tilda de “zacatón” por haberle rehuido a debatir entre ambos. Amistad fallida.

Sergio Torres dice que Sinaloa ya no debe ser un botín para nadie y enseguida acusa de corrupción a exalcaldes priistas. No conforme con eso el exsecretario de Pesca del Gobierno del Estado se mofa del gobernador Quirino Ordaz por haber sido, dijo, “chamaqueado” por el líder nacional del PRI, Alejandro Moreno “Alito”, al momento de elegir al candidato a Gobernador de Sinaloa. Odio jarocho.

Rosa Elena Millán no se quiere quedar atrás y promete un gobierno transparente, alejado de la corrupción y la impunidad que priva en Sinaloa, dejando entrever que así ocurre en la actualidad. Desdén y olvido.

Lo dicho, los intereses personales están más cerca de la política que del amor y la amistad.

Pero que la congoja no haga presa de quienes piensan que el interés por el poder y el dinero, siempre deberá estar por encima del amor y los grandes afectos entre la clase política.

Hay excepciones. Y sí las hay… En Sinaloa, ejemplos “habemus”; Rubén Rocha Moya y Héctor Melesio Cuén Ojeda personifican y encarnan lo que debe ser el mandamiento del perdón, frente al rencor, el odio y la diatriba. Ellos son ejemplo de la divinidad del mandato de Jesucristo, fielmente plasmado en la Santa Biblia.

Rubén y Melesio, en contraparte, al papel asumido por los personajes antes señalados, deciden acatar el mandamiento divino del perdón y lo llevaron sin prejuicio alguno al escenario político. 

Y es que los dos exrectores de la UAS deciden olvidar las graves ofensas, injurias y acusaciones de abuso de poder y corrupción que históricamente se habían dirigido entre sí.

Rocha y Cuén transitan en sentido contrario a sus hoy excamaradas y aliados políticos, y deciden dar el mágico salto de acérrimos enemigos, hacia el confort de la alianza, la concordia y la amistad.

Los otrora rectores universitarios se toman de la mano, y acuerdan luchar juntos por un mismo objetivo… La conquista del poder en Sinaloa.

 Las acusaciones que antes se lanzaron uno al otro, piensan que deben ser cosa olvidada.  

Y aquí sí, el amor y la amistad transitan tomados de la mano con la búsqueda de la conquista del poder político… Son cosas de la vida… Cosas del mundillo a veces inentendible de la política.

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