Opinión
Sumisión o miedo
Balance General
03/01/2021
El pasado lunes 22 de febrero, los mexicanos fuimos testigos de lo que no había sucedido en anteriores administraciones federales, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) anunció en su informe preliminar de la cuenta pública del año 2019, un costo de 332 mil millones de pesos superior al estimado por la cancelación del aeropuerto de Texcoco.
Claro que al titular del Ejecutivo Federal este dato le incomodó y de inmediato respondió que él tenía otros datos, para luego exigir una verificación del informe del órgano encargado de vigilar la correcta aplicación de los dineros que maneja y gasta el Gobierno Federal y con ello aclare que el costo determinado es incorrecto.
Y efectivamente, millones de mexicanos lo vieron, en menos de 12 horas, la ASF aclaró que sus estimaciones estuvieron elevadas y, en consecuencia, ofreció una disculpa, nada más porque lo dijo quien lo dijo.
Recordemos que el informe presentado es un reporte preliminar y la administración pública tiene hasta el mes de octubre para aclarar y desvirtuar las observaciones.
Entonces, ¿Qué pasó?
¿Acaso el huarache estaba lleno de espinas?
La ASF es el órgano técnico de fiscalización de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, es un órgano que goza de autonomía técnica y de gestión en el ejercicio de sus atribuciones y para decidir sobre su organización interna, funcionamiento y resoluciones, en los términos que disponga la Constitución y la Ley de Fiscalización y Rendición de Cuentas de la Federación.
La función de fiscalización será ejercida conforme a los principios de legalidad, definitividad, imparcialidad y confiabilidad.
De acuerdo al código de ética profesional que rige los principios bajo los cuales se debe conducir un Auditor, hay en este asunto uno que fue violentado por parte del titular de la ASF y es el de independencia, y esto es que el Auditor no puede aceptar ninguna situación, hecho o circunstancia, que imponga condiciones o amenacen la libre adopción de sus decisiones y el libre ejercicio de su práctica profesional; en consecuencia, debe preservar su libertad de criterio como un tesoro de valor imponderable, pues de lo contrarío, será esclavo de mezquinos compromisos que desviarán sus actos del camino de la rectitud y de la corrección.
Es impensable como el titular de la ASF faltó a la imparcialidad, confiabilidad y a su independencia, con el simple llamado del titular de Ejecutivo para que se aclararan los datos que él consideraba erróneos, cuando es la administración pública la que debe aclararlos.
Esta sumisión destruye uno de los órganos autónomos que durante muchos años habían evidenciado gastos excesivos. Un ejemplo es la famosa Estela de Luz que se construyó durante el sexenio de Felipe Calderón donde el Auditor Superior de la Federación se mantuvo firme ante la inconformidad de los actores políticos de ese entonces.
La carta de presentación del actual titular de la ASF era intachable hasta antes de este erróneo pasaje. Debe renunciar por dignidad profesional, pero la mejor opinión la tiene usted.
Por cierto, si usted llegase a tener un procedimiento de auditoría por parte del SAT y este le determina impuestos a su cargo bien podría quejarse ante el Instituto de “yo” tengo otros datos, seguramente le corregirán lo que a usted le determinaron.
CP y MI Gilberto Soto Beltrán
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