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Opinión

Bandera Nacional

Ad Honorem

A la bandera, en homenaje perenne, dedico:

Se iza monumental en el país. Admirada por su belleza en el interior y ultramar. La hechura son capítulos que se formaron en las adversidades o venturas de la nación. Cada episodio acentuó la intensidad de su paño. Representa a México integrado. La evolución tiene una analogía valiosa. Posee un rostro versátil, con rasgos firmes y definidos; un mosaico que conjuga la expresión diversa de ideas y voluntades que reiteran el encendido faro de anhelos.

Desde 1940, el 24 de febrero es la fecha oficial en la que se decretó el "Día de la Bandera". A partir de la lucha independentista, se registra la presencia de la bandera en relevantes sucesos y gestas en la historia patria; desde su aparición, incorpora con protagonismo los ideales y valores de la nación: unión, independencia, religión, sacrificio y esperanza. 

Su día es tiempo conmemorativo en el honor mexicano.

-Bandera Nacional-

Como canto evocador se yergue esplendorosa la bandera nacional. Su elegancia es ritual emprendedor de amor a la nación. Conjuga la identidad alcanzada en la evolución histórica. Espejo luminoso que refleja la esencia diversa del país; aleja destellos y sombras, acerca unidad y esperanza.

Bandera de fulgurantes verde, blanco y rojo; amalgama la riqueza de mujeres y hombres para extenderse en ensueño de niños y jóvenes, adultos y veteranos, en la continuada conquista de la vida. Cumbre de la mexicanidad. Revela en lo alto, la gloria del pasado que sigilosa mira la encrucijada del presente; con nombre y apellidos, con templanza y donaire.

Está en la ciudad y en el campo; en escuelas y hogares; en fábricas y oficinas; en la costa o en el valle; observa la abundancia y la carencia; la ocupación y el desempleo. Cubre con recelo el extenso territorio de la desigualdad social y económica. Desborda las fronteras para encontrar a sus hijos que la portan con noble regocijo.

Habita en los sentimientos intrínsecos colectivos. Su imagen portentosa convertida en ser, afirma derechos adquiridos, reclama reivindicaciones pendientes, en resuelto paso rozagante. Fluye en el torrente sanguíneo interminable que oxigena al vigoroso cuerpo poblacional.

¡Oh bandera, lienzo consagrado a la verdad! Riqueza que crece con savia y temple. Aplicada al empeño cívico generacional esculpe la veta con augusta dignidad. El escudo es expresión de gestación interminable de orgullo y arraigo; la entereza devoradora del águila sobre la serpiente, ensambla la radiante fuerza cósmica del sol y la tierra.

Símbolo brillante de la patria. Blasón legendario, cuyo ímpetu irradia la encomienda cotidiana. De voz elocuente, su tono es expresión poética de libertad en el mundo. Es regazo en el sueño; aliento en los afanes. Recompensa al esfuerzo ¡conquista compartida!

Ondea en los continentes hermanada con los pueblos en un abrazo de paz y prosperidad justiciera. ¡Estandarte en la compleja realidad contemporánea! ¡Es nuestra! Y con ella ¡somos todos! Suma de anhelos y energías. Sus logros nos pertenecen... ¡Son victorias para México!

Bandera tricolor, herencia perseverante convertida en profunda reverencia común. Floreciente hija del tiempo; compañera de la historia; testigo de metamorfosis intensa. Su vida es prestancia en movimiento. ¡Perseverante frescura! Manantial fecundo que brota para irrigar los deseos del espíritu.

¡Es México... el néctar agradable equiparable a la exquisitez de su aroma!

Alger Uriarte Zazueta.

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